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UNCTAD alerta sobre rechazo político

Los efectos polarizadores de la globalización, cuyo resultado es una creciente desigualdad y una profundización de la diferencia entre ricos y pobres, podrían por último originar un rechazo político. Esta advertencia fue pronunciada por la UNCTAD en su Informe sobre Comercio y Desarrollo 1997.

Por Chakravarthi Raghavan

La globalización está polarizando la economía mundial entre los países y dentro de ellos, y entre ricos y pobres, y de no aplicar medidas correctivas podría provocar un rechazo político que menoscabara las beneficiosas reformas e incluso quebrantara algunos de los logros más duraderos de la integración económica, advirtió el 15 de setiembre pasado la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en su Informe 1997. Al igual que ocurrió en las décadas del 20 y el 30, la fe en los mercados y en la apertura económica puede verse desbordada por los acontecimientos políticos y, sin duda, como ocurrió en la Gran Depresión de los años 30, "el costo de esa desintegración económica internacional recaería, una vez más, en quienes menos pueden permitírselo".

Las fuerzas desatadas por una liberalización vertiginosa, dice la UNCTAD, están favoreciendo a ciertos grupos de ingresos sobre otros provocando una mayor desigualdad salarial entre la mano de obra calificada y la no calificada, tanto del Norte como del Sur. En ese proceso, la parte del ingreso que se dedica a remunerar el capital ha aumentado más que la que remunera el trabajo, las finanzas han ido ganando terreno a la industria y los rentistas a los inversionistas. Y en todos lados hay mayor inseguridad en materia de empleo e ingresos.

No es posible salvar la creciente diferencia entre ricos y pobres, entre los países y dentro de ellos, sin acelerar el crecimiento, y por eso la acumulación de capital debe ser un tema prioritario en la agenda política, dice la UNCTAD. La creciente concentración de la riqueza en manos de unos pocos va acompañada de un estancamiento de la inversión, un mayor desempleo y menores salarios, con la consiguiente amenaza de que se planteen interrogantes acerca de la sensatez de poner una parte cada vez mayor del producto nacional en las manos de unos pocos, y "a menos que los ingresos de esta minoría se utilicen para crear una prosperidad más general, podrían perder su justificación social", se advierte en el informe.

La opinión de que las fuerzas liberadas del mercado global generarán un proceso en el cual los países en desarrollo se acercarán a los países industrializados, mejorando además la distribución del ingreso, tiene escaso sustento histórico o teórico y "los gobernantes del Sur deben incidir mucho más para acelerar el crecimiento y conciliarlo con una mayor igualdad. Pero sería un papel fundamentalmente diferente de las intervenciones desacertadas que en el pasado fueron la tónica en muchos países en desarrollo".

Luz amarilla para la globalización

"El cuestionamiento político básico en el Sur", se expresa en el informe referido, "es cómo traducir las mayores beneficios en inversiones, a un ritmo que permita apuntalar un contrato social por el cual puedan justificarse las desigualdades iniciales -que finalmente se reducirían- por el aumento resultante de los ingresos y niveles de vida de la mayoría de la población. Para enfrentar este desafío deben enfrentarse algunas verdades básicas. En primer lugar, no hay ninguna ley económica que establezca que las economías en desarrollo, sólo con abrirse, aproximarán sin más sus niveles de ingreso a los de los países desarrollados. En segundo lugar, el crecimiento y el desarrollo no reducen automáticamente la desigualdad. Incluso las economías de rápido crecimiento del este asiático han enfrontado problemas en materia de distribución".

El secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, llamó la atención sobre lo que el informe denomina "siete hechos estilizados" de los efectos de la globalización. Otro economista de la UNCTAD, Detlef Kotte, los llamó los "siete pecados" de la globalización, según un despacho de IPS fechado en Bruselas.

Ricúpero señaló el tema de la distribución del ingreso y el "vaciamiento" generalizado de la clase media, y expresó: "Estos resultados pueden representar un ajuste temporario, pero también podrían convertirse en rasgos permanentes de la economía mundial". Ricúpero agregó que la posición de la UNCTAD "no es de aceptación incondicional de las tendencias actuales ni de rechazo a una tendencia histórica, sino de tratar de ver cómo esta tendencia histórica puede ser manejada de mejor manera. Depende de los gobiernos hacer que el comercio sea un éxito o un fracaso".

Ricúpero expresó que la preocupación por los efectos polarizadores de la globalización no era sólo de la UNCTAD sino incluso del Fondo Monetario Internacional (FMI), expresada en un informe reciente. La asociación de beneficios cada vez mayores con especulación y mayor desempleo será un motivo creciente de preocupación. De continuar así esta situación existe una amenaza real de rechazo, advirtió Ricúpero.

Asimetrías de la globalización

Conciliar un crecimiento acelerado con mayor equidad depende de cómo los países manejan su integración en la economía mundial, tratando de lograr una integración gradual y cuidadosamente dirigida, agregó Ricúpero. Pero para que los esfuerzos de los países en desarrollo den frutos es necesario un entorno mundial más propicio.

"No obstante, entre las asimetrías de la globalización está el hecho de que la liberalización de la economía mundial ha transcurrido hasta ahora de una manera sesgada que tiende a perjudicar las perspectivas de crecimiento de los países en desarrollo en la medida que discrimina sectores en los cuales éstos podrían lograr una ventaja comparativa. La liberalización del comercio de bienes se ha cumplido más lentamente en aquellos sectores en que los países en desarrollo son más competitivos. Así, el libre comercio en el sector textil se alcanzará recién en los primeros años del próximo siglo y los grandes bloques comerciales continúan protegiendo sus sectores agrícolas. Se están buscando nuevas formas de protección contra las exportaciones de productos manufacturados del Sur, como recurso para paliar los problemas del mercado laboral del Norte. Si bien se han levantado varias restricciones a la libertad de movimiento del capital y la mano de obra calificada permitiendo que se dirijan a los sitios donde obtienen mejor remuneración, no se ha prestado ninguna atención a la eliminación de numerosas restricciones a la libertad de movimiento de mano de obra no calificada. Una reversión progresiva de estas tendencias sigue siendo un desafío importante para la comunidad internacional si se desea crear un entorno mundial favorable. Los esfuerzos realizados a escala mundial para ayudar a los países en desarrollo podrían llegar a anularse si no se revierte el enlentecimiento del crecimiento económico del Norte", agregó Ricúpero en su exposición. "Así, volver a un crecimiento más rápido y a políticas de empleo pleno no sólo son un requisito indispensable para resolver los males de elevado desempleo y creciente diferenciación salarial en el Norte, sino que también es esencial para atajar la amenaza de un rechazo popular a la globalización, que podría poner en riesgo las ventajas de la integración económica mundial".

Ricúpero recordó la declaración que realizó en julio en el grupo de alto nivel del ECOSOC acerca de que el panorama económico mundial es un escenario de luces y sombras. "Las tendencias recientes (de liberalización y globalización) han creado muchas oportunidades", pero para sacar provecho de las mismas, "es necesario que los gobiernos tengan políticas correctas y esclarecidas y una adecuada gestión de la economía mundial".

El nexo entre inversión y beneficios

El Informe argumenta que si las especulaciones sobre la convergencia de los ingresos y los niveles de vida deben dar paso a una agenda política realista, es necesario tener un dominio firme del motor del crecimiento económico en una economía de mercado. "Ese papel le corresponde a los beneficios. Lo que distingue a los exitosos países recientemente industrializados de los otros países en vías de desarrollo es el elevado ánimo emprendedor de su clase empresarial, que se refleja en tasas excepcionalmente elevadas de ahorro e inversión a partir de los beneficios. Esta experiencia demuestra que las políticas destinadas a administrar los beneficios con miras a acelerar el crecimiento pueden también servir para administrar la distribución".

Un nexo firme entre beneficios e inversión para manejar los beneficios, se dice en el informe, no surge espontáneamente de una mayor competencia mundial. Y si bien es necesario cubrir ciertas condiciones básicas tales como estabilidad política y seguridad en materia de derechos de propiedad, no alcanza con eso. "Deben buscarse políticas económicas de incentivo a la empresa privada para que retenga los beneficios y los invierta en el mejoramiento de la productividad y el aumento de la capacidad y el empleo. Los instrumentos fiscales, tanto los impuestos como los subsidios, pueden ser herramientas importantes al respecto. Pero existe también una gama de políticas comerciales, financieras y de competencia que pueden ayudar a elevar la rentabilidad y la inversión en industrias claves, por encima de lo que podría lograrse en condiciones de mercado libre. Cerrar vías improductivas de acumulación de riqueza y desalentar el consumo suntuario son ingredientes esenciales de una estrategia de ese tipo".

En cuanto al control de la integración en la economía mundial, el informe se manifiesta en contra del big bang impuesto ahora a los países en desarrollados, o adoptado por algunos de ellos.

Integración gradual y cuidadosa

"La calidad de la inversión así como su cantidad pueden ser mejoradas estableciendo vínculos más estrechos con la economía mundial a través de corrientes comerciales y de capital, incluida la Inversión Extranjera Directa (IED)", se dice en el informe. "Pero estos vínculos externos deben complementar y no reemplazar las fuerzas internas del crecimiento, a través de la acumulación de capital y de creación de capacidad tecnológica. Esto puede lograrse únicamente mediante una liberalización cuidadosamente programada con miras a una integración gradual a la economía mundial, ajustando el proceso en cada país al nivel de su desarrollo económico y a la capacidad de las instituciones e industrias existentes. Una estrategia de este tipo contrasta abiertamente con el planteamiento de big bang en materia de liberalización adoptado por algunos países en los últimos años".

En cuanto a la distribución, en el informe se dice que una condición necesaria para incrementar las fuerzas que contribuyen a una mayor igualdad en el Sur es la rápida absorción de la mano de obra excedentaria. En el sector rural, la reforma de la tenencia de la tierra, las políticas agrícolas y la inversión pública pueden controlar la creciente desigualdad típica del proceso de crecimiento de economía con mano de obra excedentaria. Pero el problema aumenta si este excedente simplemente se traslada a las zonas urbanas.

A medida que los países transitan la vía del desarrollo, las políticas industriales para apoyar ese proceso se tornan vitales para sustentar los aumentos de los salarios reales. Es en esta etapa que resulta particularmente importante un complemento adecuado de mano de obra formada para impedir que la falta de capacitación conduzca a mayores diferencias salariales. "En todo el proceso, los impuestos destinados a desalentar la distribución de beneficios como ingresos personales, así como para restringir el consumo suntuario, sirven no sólo para acelerar la inversión y la creación de puestos de trabajo sino también para reducir la desigualdad de los ingresos personales. El pago relacionado con los beneficios, ampliamente utilizado en el este asiático, puede también ayudar a fortalecer la tela social que rodea el nexo entre inversión y beneficios".


 

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