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Integración
 
Reunión ministerial en Costa Rica

El ALCA en el país de las maravillas

La reunión ministerial americana celebrada en marzo en Costa Rica, acordó una agenda y estructura para el lanzamiento de la liberalización comercial hemisférica. En un clima donde alternaban la sorpresa y la formalidad, los grandes olvidados fueron los pueblos y el medio ambiente.

Por Eduardo Gudynas


El desarrollo de la última reunión de las negociaciones para un Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), celebrada en Costa Rica, parecería haber sido delineado por la pluma de Lewis Carroll. En la fábula de Carroll, Alicia entra en un mundo maravilloso, donde nada es lo que parece y donde casi todas las cosas se comportan de modo contrario a lo acostumbrado.

En lugar de Alicia, la que entró al país de las maravillas fue el ALCA, con personajes que brindaban diagnósticos de fantásticos crecimientos económicos. En la conferencia se celebró la amistad con el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Enrique Iglesias, pero se le tiraba de las orejas porque todas sus ideas ya eran anticuadas, hubo un discurso militante en defensa del medio ambiente y los derechos humanos, pero a cargo de Estados Unidos, el canciller de Brasil declaró la importancia de la presencia sindical pero votó en contra de un grupo de negociación laboral, el Mercosur, que viene negociando un protocolo ambiental, se opuso a hacerlo en el continente. Por último, se anunció que la Conferencia Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) dejó de ser "cepalina".

Escenas como éstas se vivieron del 15 al 19 de marzo en San José. Por un lado, una reunión gubernamental elaboró los acuerdos finales que refrendaron los ministros de Comercio o Relaciones Exteriores. En forma paralela se desarrolló el Foro Empresarial, con más de mil participantes trabajando en grupos que se correspondían con los temas de la negociación oficial. También se reunieron sindicalistas y ambientalistas, que realizaron sus propias declaraciones.

La carrera colectiva

Uno de los pasajes más festejados de Alicia en el País de las Maravillas es la Carrera Colectiva, donde un Dodo y otros personajes corren en círculos, sabiendo que todos ganarían y todos recibirían premios. Esa es la promesa del ALCA, y por ello la reunión estuvo repleta de grandes promesas y tímidos avances. Los contrastes fueron sorpredentes.

Un buen ejemplo fue la conferencia del nuevo director de la CEPAL, José Antonio Ocampo, quien está ahondando todavía más los cambios iniciados en esa agencia de las Naciones Unidas, llegando a postular que el sector privado es el actor central del desarrollo, y el Estado apenas un socio estratégico. El que mejor definió esa presentación fue Carlos Ronderos, ministro de comercio de Colombia. "La CEPAL ya no es cepalina, lo que es un enorme progreso!", afirmó, siendo inmediatamente aplaudido por gran parte de los asistentes. Ronderos avanzó más en esa concepción y definió el nuevo papel del Estado como "dibujante del rumbo", mientras los empresarios son los que deben "remar". Perspectivas de este tipo terminan elevando a un sector de la sociedad -en este caso los empresarios- a una categoría tan alta que se la equipara a todo el Estado y todos los demás sectores sociales.

Como si se presenciara la fiesta de la Reina de Corazones, se pudo presenciar un discurso típico de un militante social o ambiental a cargo de Thomas McLarty, enviado especial del presidente Bill Clinton para asuntos hemisféricos. Reclamó el respeto de los derechos humanos y de la protección ambiental, deslizó un delicado recordatorio de las limitaciones regionales en libertad y democracia, y desafío a reconocer que recién ahora se está empezando a considerar el problema de la pobreza y la desigualdad.

Finalmente, la intervención del canciller de Brasil, Luiz Felipe Lampreia, llevaría a recordar a Alicia llegando a tomar el té con la Liebre, el Sombrerero y el Lirón. Defendió la participación del sector privado en la negociación del ALCA bajo una idea muy amplia, sin estar restringido a los empresarios. En su opinión, deben involucrarse tanto aquellos que tienen intereses en la liberalización comercial, como los que puedan ser afectados por ella, y enseguida nombró como ejemplo a los sindicatos, los consumidores, etc. En ese tono dio un paso más y afirmó: "las consultas internas son una precondición para entrar al ALCA, darle legitimidad y realismo". La participación era posible, de la misma manera en que en la novela de Carroll los tres comensales sólo ocupaban una parte muy pequeña de una gran mesa. Pero cuando Alicia se acercó a ellos, la Liebre y el Sombrero le insistían en que ya no había lugar. De la misma manera, Lampreia enseguida dio un giro y acotó sus palabras, advirtiendo que esta participación sólo puede ser consultiva.

Ceremonia religiosa

Este tipo de situaciones alcanzó su apogeo en el acto de clausura del IV Foro Empresarial, celebrado en el Hotel Herradura. En un enorme salón, los cancilleres y otros ministros de los 34 países del continente se sentaron en las primeras filas y escucharon pacientemente los resultados de los grupos de discusión empresarial.

No fue un único discurso donde se daban a conocer los principales lineamientos reclamados por los empresarios. Por el contrario, uno tras otros pasaron al escenario los coordinadores de los 12 grupos de discusión, frente a todos los representantes gubernamentales. Pero nadie se quejaba, ya que el clima era de celebración. Se festejaba el rejuvenecimiento de la fe en el mercado y en la liberalización.

Los resultados del primer grupo, dedicado al acceso a mercados, reglas de origen y procedimientos aduaneros, marcó la temática de toda esa tarde: los temas ambientales y laborales son importantes, pero deben ser tratados en otros foros específicos con ese fin, y no en el ALCA.

Se lanza el ALCA

En la esfera oficial, tras discusiones complejas, se acordó el marco para lanzar el ALCA en abril, en la cumbre de Santiago. La marcha de la negociación quedó en manos de un Comité de Negociaciones Comerciales, a nivel viceministerial. Su presidencia la ejercerán sucesivamente Canadá, Argentina, Ecuador, y entre el 2002 y 2004, la compartirán Brasil y los Estados Unidos.

Los gobiernos conciben la negociación como un único proceso, las decisiones se tomarán por consenso, se mantuvo el trato preferencial a las economías pequeñas y se reiteró el seguimiento de las regulaciones de la Organización Mundial de Comercio.

Se conformaron nueve grupos de trabajo: acceso a mercados, inversión, servicios, compras gubernamentales, solución de diferencias, agricultura, derechos de propiedad intelectual, subsidios, antidumping, y políticas de competencia. La sede de los trabajos serán sucesivamente Miami, Panamá y México. Finalmente, para la participación de la sociedad civil se estableció un comité gubernamental, abierto a todos los países, que recibirá las propuestas de esos sectores, las analizará y se los presentará a los gobiernos.

No ALCA fala-se portunhol

El significado de estos acuerdos merece algunos comentarios. El primero consiste en valorar el lanzamiento de la negociación formal del ALCA, lo que no parecía tan seguro hace unas semanas atrás. La vitalidad de la negociación futura es incierta, ya que todavía está pendiente el otorgamiento de la vía rápida al gobierno de Clinton, indispensable para que el ALCA prospere.

El segundo consiste en que los países del Sur, y muy especialmente Brasil, lograron varias concesiones, comenzando por la aceptación de una negociación bajo el single undertaking (compromiso individual), postura fuertemente reclamada por ese país, y que requiere acuerdos de gran envergadura antes que concordancias en detalles. En el mismo sentido también se aceptó negociar los temas agropecuarios, una aspiración de los países del Mercosur, a cambio de hacer otro tanto en derechos de propiedad, tal como reclamó Estados Unidos. Los grupos para asuntos laborales y ambientales, que contaban con el apoyo de los EE UU, no recibieron respaldo de los demás países, y de hecho fueron duramente criticados por México, Chile y otras delegaciones.

Mientras el viejo papel de liderazgo regional de México se apaga, Brasil toma la batuta a espaldas del Mercosur. Sus diplomáticos se movieron con eficiencia en muchos terrenos, sus empresarios fueron animadores claves del Foro Empresarial. No en vano compartirá la presidencia final con Estados Unidos. Queda planteada, sin embargo, la pregunta de si todas estas concesiones de Estados Unidos no se deben a que ese gobierno tomará un perfil bajo en la marcha de este acuerdo.

Las posturas ciudadanas

Los grupos ambientales y sindicales no congregaron a mil representantes ni fueron oídos por los cancilleres. A pesar de las penurias financieras y las dificultades lograron reunirse para dar a conocer declaraciones donde reclamaron un foro formal para atender los temas de ambiente y desarrollo sustentable, y otro sobre asuntos laborales.

Es importante señalar que los ambientalistas acordaron apoyar un proceso de integración hemisférica, siempre y cuando no estuviera restringido al área comercial, y sea justo y equitativo, mejorando la calidad de vida, reduciendo la pobreza, reconociendo el valor intrínseco de la naturaleza y promoviendo el desarrollo sustentable para todas las personas y naciones sin excepciones.

En el mismo sentido, la declaración de los sindicatos defendió un proceso de integración bajo la orientación del desarrollo sustentable. Esta es una coincidencia más que importante.

Las contradicciones de la negociación

A pesar de estos pedidos, los grupos de negociación en temas ambientales y laborales finalmente no fueron aprobados por los gobiernos. En especial el grupo de medio ambiente, defendido por Estados Unidos, contó sólo con un tímido respaldo de Costa Rica y Canadá, y la clara resistencia de México, Chile y en buena medida del Mercosur. El mensaje de México siempre ha sido que los acuerdos paralelos laborales, ambientales y fronterizos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sólo les ha significado dolores de cabeza.

También son contradictorias las posiciones oficiales de Chile y el Mercosur. El primero ya cuenta con una comisión ambiental en su convenio de libre comercio con Canadá, y entre los segundos existen instancias oficiales de negociación en temas ambientales y laborales. También debería recordarse que en el subgrupo de medio ambiente se viene discutiendo desde hace más de un año un Protocolo Ambiental del Mercosur que cuenta con el apoyo de tres países. Otro tanto sucede con la participación ciudadana, donde existen varios canales en la negociación oficial del Mercosur (no olvidemos que empresarios y sindicatos pueden asistir a los subgrupos de negociación), y se cuenta con un Foro Consultivo Económico Social. Mientras en el Mercosur se aceptan estas temáticas, es inexplicable que se las rechace en el espacio hemisférico. Es como cuando Alicia se enfrentaba al Gato de Cheshire, que a veces era un gato con una sonrisa pero también podía ser una sonrisa sin gato.

Las opciones futuras

La negociación futura del ALCA aparece como muy difícil para los grupos ciudadanos. Sería fácil ensayar una crítica superficial de esto, apelando a los contrastes con la presencia empresarial, pero estaría más cerca de una queja que de un análisis. Se revela aquí un problema más profundo relacionado con la presencia de los grupos ciudadanos, tanto en cada país como en el escenario regional, y las estrategias a desarrollar para fortalecerlo, pero también para no dejar al Estado a merced de un único sector social.

La situación se hace todavía más compleja por la importancia del tema. Renato Martins, de la Central Unica de los Trabajadores de Brasil (CUT), señaló en una entrevista con el autor que los impactos del libre comercio sobre el empleo han sido dramáticos: "No es apenas la eliminación de los puestos de trabajo, que no ha dejado de aumentar. En Brasil más del 38 por ciento de los puestos de trabajo industrial fueron eliminados desde que se inició en 1989 la apertura comercial. Los impactos también se notan sobre la calidad del empleo y de la seguridad de los trabajadores, resultando una intensificación de los ritmos de trabajo, ampliación de las jornadas, eliminación de derechos y tantos otros mecanismos que son utilizados para reducir los costos y aumentar la competitividad de las empresas. El ALCA, al tratarse de un acuerdo meramente comercial, sin preocupaciones con la promoción del bienestar y de los derechos sociales, podrá agravar todos esos efectos negativos".

El sindicalista paraguayo Víctor Baéz, de la Organización Interamericana de Trabajadores, advirtió que "los gobiernos consideran que la liberalización comercial va a resolver todos los problemas; la consideran como un fin". De esa manera, no se atienden los impactos sobre el ambiente, los derechos de organización y contratación colectiva, o el trabajo infantil. "El libre comercio es un modelo excluyente, y por el contrario, necesitamos para las Américas un proceso real de integración", concluyó Baéz.

La negativa a conformar grupos de negociación en temas ambientales y laborales fue recibida con desaliento. Para dirigentes sindicales como Baéz y Martins, esos resultados muestran el sesgo antidemocrático que está tomando el ALCA, y conciben como imprescindible una alianza social, a escala continental, de todos los sectores que están siendo excluidos en este proceso: desempleados, mujeres, organizaciones indígenas y campesinas, consumidores, etc. Otro tanto opinan las organizaciones ambientalistas, y entre todos están convocando a la Cumbre de los Pueblos de América. Este encuentro, que se celebrará en Santiago de Chile del 15 al 18 de abril, en forma paralela a la Cumbre oficial en la que se lanzará el ALCA, es la próxima oportunidad para incidir en la agenda gubernamental a la vez que potenciar la presencia ciudadana.

Ambientalistas

Integración y desarrollo sustentable

La declaración de más de 20 organizaciones ambientalistas de América, dejó en claro su preocupación porque la integración económica se ha realizado sin incorporar de manera efectiva los componentes ambientales, laborales, sociales, culturales y políticos, los cuales son indispensables para alcanzar el desarrollo sustentable. El documento solicita que los gobiernos establezcan un plan de acción y mecanismos formales para incorporar dentro del proceso de integración económica los principios del desarrollo sustentable, incluyendo un grupo de negociación en esa materia.

También se recuerda que la competencia justa no puede estar basada en la competitividad espuria, que no toma en cuenta los costos ambientales y sociales. Entre los aspectos mencionados en ese terreno se incluyen el pedido de la reducción y eliminación de los patrones insustentables de producción y consumo, dentro y entre los países, reconociendo las presiones sobre el ambiente debido al consumo desproporcionado de recursos por parte de muchos países industrializados. La eliminación de los subsidios que favorecen el uso insustentable de los recursos naturales, promoviendo medidas que aseguren simultáneamente la internalización de externalidades ambientales. De igual manera se deben promover incentivos para la producción y el consumo sustentable, incluyendo el desarrollo de sistemas nacionales de contabilidad ambiental.

También se deben incorporar los principios de precaución, prevención y responsabilidad legal y financiera del contaminador por los daños al ambiente. Asimismo, la armonización de estándares mínimos se debe realizar de acuerdo a cada ecosistema, pero asegurando la protección de la salud de la población y la integridad ambiental. Esos estándares deben contar con mecanismos participativos para la actualización periódica y su mejoramiento.

La declaración de los ambientalistas también indica que la participación publica debe ser ubicada al mismo nivel de los demás objetivos de las negociaciones. En ese terreno se requiere el fortalecimiento de los procedimientos judiciales y administrativos, el facilitar el acceso oportuno a información relativa a políticas así como acuerdos comerciales y procesos de integración, y establecer comités nacionales de asesoría que incluyan representantes gubernamentales y no gubernamentales, promueven el diálogo multisectorial y sean responsables de desarrollar recomendaciones concretas.





Sindicatos

Democratizar el ALCA

Las organizaciones sindicales señalaron que los acuerdos comerciales debían incluir mecanismos de promoción social, laboral y ambiental. Tras una década de liberalización se observa que, pese a las altas tasas de crecimiento y de inversión, la pobreza y la desigualdad se profundizan, marginando a millones de personas, más que en la década perdida del 80.

Los pueblos de América necesitan un acuerdo que fomente un verdadero desarrollo y asuma y trate de disminuir las asimetrías, que permita la integración de las economías nacionales. Los sindicalistas indicaron que los tratados sobre comercio no son un fin sino un medio para combatir la pobreza y la exclusión social, y por ello no defendían un acuerdo de liberalización comercial sino de desarrollo sustentable.

Las organizaciones sindicales lamentaron que los temas fundamentales para los trabajadores permanezcan fuera de la agenda y advirtieron que los acuerdos subregionales demuestran que la eliminación de las barreras comerciales, cuando no va acompañada de mecanismos de promoción social, tienden a profundizar las desigualdades económicas, sociales y ambientales.

El proceso de creación del ALCA no ha considerado siquiera la implementación y el respeto de derechos establecidos por convenios que ya fueron firmados por los países de América. Por esa razón los sindicatos reclaman que la Declaración de los Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Protocolo de San Salvador, ratificados por los gobiernos de los países miembros, sean inmediatamente incorporados como una base mínima de derechos sociales de los pueblos. Los compromisos asumidos en la Cumbre Social de Copenhague por la mayoría de los gobiernos del ALCA, así como los convenios básicos de la Organización Internacional del Trabajo en cuanto a libertad de organización y derecho a la contratación colectiva, la erradicación del trabajo infantil y del trabajo forzoso, el fin de la discriminación laboral por razones de raza, religión o género constituyen igualmente imperativos para la integración continental. En ese sentido debería adoptarse una Carta de los Derechos Sociales y Laborales de los/as Ciudadanos/as de América.

La declaración señala la preocupación por la forma antidemocrática en que se viene realizando el proceso del ALCA y presenta como ejemplo que no se reconociera un Foro Sindical, mientras que desde el comienzo se ha reconocido el Foro Empresarial. Reclama la creación de un Grupo de Trabajo específico sobre temas laborales y otro sobre cuestiones ambientales y apoya la aplicación de mecanismos de protección ambiental que impidan la acción de grandes grupos económicos en desmedro de la calidad de vida.

Asimismo, la reforma agraria permanece como una exigencia de la justicia social y de la calidad de vida de la población campesina, y reclama el acceso a la información, el establecimiento de mecanismos de negociación colectiva y de control democrático de las empresas transnacionales.


 

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