Acuerdo Multilateral de Inversión | |
De cómo Internet mató al AMI Los políticos de las altas esferas manejaron una gran cantidad de estadísticas y análisis para explicar cómo un conjunto de normas internacionales contenidas en el Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI) harían del mundo un lugar mejor. No obstante, no pudieron con un grupo de organizaciones de base de todo el mundo que, con poco más que computadoras y acceso a Internet, ayudaron a desbaratar un acuerdo. Por Madelaine Drohan Las negociaciones internacionales tuvieron un drástico giro después de la derrota a fines de abril del Acuerdo Multilateral de Inversión (AMI) por los grupos de oposición que, alarmados por el proceso de globalización económica, hicieron uso, a su vez, de un poco de globalización para responder. Utilizando la capacidad de Internet para transmitir información instantáneamente y a todo el mundo, grupos como el Consejo de Canadienses y la Red del Tercer Mundo, con sede en Malasia, pudieron mantenerse informados de los últimos acontecimientos y proporcionar información que podía resultar comprometida para determinados gobiernos. Uniendo esfuerzos e información lograron atravesar la barrera de secreto que tradicionalmente rodea las negociaciones internacionales, obligando a los gobiernos a responder sus inquietudes. "Estamos permanentemente en contacto con nuestros aliados en otros países", expresó Maude Barlow, presidenta del Consejo de Canadienses. "Si un negociador le dice algo a alguien acerca de un vaso de vino, lo tenemos en Internet al cabo de una hora, y en todo el mundo". El éxito del trabajo de redes por Internet quedó demostrado a fines de abril, cuando ministros de 29 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) admitieron que la ola mundial de protestas había hecho naufragar el acuerdo. "Es la primera campaña exitosa por Internet llevada a cabo por organizaciones no gubernamentales. Resultó muy efectiva", dijo un diplomático que participó de las negociaciones. La OCDE, que representa en gran medida a las principales economías industrializadas, detuvo las negociaciones dirigidas a elaborar normas internacionales para la inversión extranjera, similares a las existentes para el comercio de bienes. No obstante, no queda claro si lo volverá a intentar. La ironía de este resultado es que la OCDE, que ha sido una fervorosa defensora de la globalización y ha investigado bastante sobre sus efectos, no previó que los grupos utilizarían la globalización del espacio cibernético para la prosecución de sus propios fines. El secretario general de la OCDE, Donald Johnston, admitió que la OCDE falló: "Es obvio que necesitábamos una estrategia en materia de información, comunicación y explicación", declaró en una conferencia de prensa. Los esfuerzos de la OCDE por aprovechar la red Internet no estuvieron a la altura de los de los grupos discrepantes, tanto por su colorido como por su contenido e identidad con los consumidores. Por ejemplo, el informe de la OCDE acerca de los beneficios de abrir los mercados al comercio y la inversión constituye una compilación de estadísticas y análisis redactados en un lenguaje para ser entendido más por los economistas que por una persona común. En lugar de buscar ejemplos de gente real que se haya beneficiado de la globalización, como forma de ayudar a los ministros de comercio a defender su caso, el informe repite varias de las mismas estadísticas sobre crecimiento económico, inversiones y peligros del proteccionismo. Por el contrario, cientos de grupos activistas que intentaron galvanizar la oposición al AMI utilizaron términos y ejemplos que resultaban familiares a la opinión pública. Sus sitios Web en Internet son coloridos y fáciles de utilizar y la información que ofrecen sobre el AMI resulta fácil de entender para cualquiera. El ministro de Comercio de Canadá, Sergio Marchi, responsabilizó a la OCDE por sus escasos esfuerzos en materia de comunicaciones, si bien concuerda en que parte de la culpa recae también en los gobiernos miembros. Dijo que había aprendido la lección de que la sociedad civil debería participar pronto en un proceso de negociación en lugar de que los gobiernos intenten negociar en torno a ella. Barlow, del Consejo de Canadienses, una organización que cuenta con más de 100.000 miembros, calificó de "patético" el informe que brindó la OCDE sobre los beneficios de la globalización. En una entrevista en París donde tomaba parte de una protesta contra el AMI, dijo que la inmediatez de Internet había cambiado la dinámica de las campañas. Barlow es una activista veterana de las campañas contra el tratado de libre comercio entre Canadá y Estados Unidos y el más reciente Tratado de Libre América del Norte (TLCAN). En esa época, Internet no tenía un uso tan difundido. Ahora los grupos activistas se aseguran que la valiosa información llegue prestamente a las manos correctas. "Si sabemos de algo que es un tema candente para algún gobierno, inmediatamente se lo hacemos llegar a nuestro aliado de ese país", contó. "No creo que los gobiernos puedan volver a hacer este tipo de negociaciones comerciales secretas". Por ejemplo, cuando el Consejo de Canadienses accedió a una versión borrador del AMI el año pasado, de inmediato la puso en su sitio Web (www.canadians.org http://www.oecd.org) y se aseguró a través del correo electrónico de que sus aliados de todo el mundo supieran que estaba ahí. Internet también es un medio de comunicación barato para los grupos del Tercer Mundo, que pueden levantar la información y estar al tanto de los últimos acontecimientos. "Lo único que necesitan es una computadora", comentó Barlow. Los principales sitios en Internet de estos grupos activistas ofrecen hipervínculos a otros que participan en la campaña, así como número de teléfono y direcciones de correo electrónico, y a menudo bibliografía de interés. Esto se agrega a una poderosa herramienta que los grupos activistas están utilizando con mejores efectos que el logrado en ese momento por los gobiernos y la OCDE. Barlow predice que tal vez esta ventaja no dure mucho, ahora que los miembros de la OCDE vieron su potencial. "Deben estar resucitando sus máquinas PR", comentó. Pero también los grupos activistas. El próximo paso, expresó, es empezar a hacer sugerencias sobre qué cosa debería estar en los acuerdos comerciales, y no solo oponerse a lo que los negociadores proponen. Los grupos ya están intercambiando ideas sobre soluciones, y otro aspecto de la globalización - la creciente difusión del inglés- está facilitando el camino. Tony Clarke, director del instituto canadiense Polaris, señala que grupos anti AMI como el suyo, no están en contra de todos los aspectos de la globalización y el propio uso que hacen de Internet es una prueba de ello. "Estamos en contra de este modelo de globalización económica", expresó, refiriéndose al AMI. "Pero la aldea global, la idea de juntarse y trabajar aunados, es un gran sueño". (Publicado en The Globe and Mail. 29 de
abril de 1998). |