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Normas sociales
 
Julius Nyerere, ex presidente de Tanzania

Las normas sociales como herramienta de poder

En el discurso pronunciado ante una reciente conferencia de ONGs suizas, el ex presidente de Tanzania, Julius Nyerere, sostuvo que las normas sociales de un país dependen de su nivel de riqueza. Dada la ausencia de un programa "deliberado y coherente" contra la pobreza, tanto a escala nacional como internacional, la propuesta de los países desarrollados de aplicar normas sociales universales es irrealizable y delata sus afanes proteccionistas.

Por Chakravarthi Raghavan

Si bien podría ser posible tener principios sociales universales, las normas sociales universales basadas en esos principios no son posibles, según el ex presidente de Tanzania y actual presidente de la organización South Centre, Mwalimu Julius Nyerere. En ocasión de una Conferencia Norte-Sur por el Desarrollo Sustentable organizada en Berna por la coalición suiza de organizaciones no gubernamentales (ONGs), Nyerere, hablando a título personal, manifestó que hay alrededor de 190 estados nacionales separados, cada uno con su propia geografía física y diversos recursos naturales, y cada uno con una mezcla única de historia, creencias religiosas, culturas y estructuras sociales.

Tendencias proteccionistas

Dada esta diversidad cultural y de recursos de las naciones, "¿sobre qué bases podría elaborarse una norma universal, y quién la decidirá?", preguntó Nyerere. La noción que se esconde tras el concepto de "universalización" de las normas es el de "universalización de los conceptos y normas de Occidente que se basan en la historia y la cultura occidental, en una tecnología rápida y cambiante y en niveles de consumo personal y comunal que no son universales y que los recursos del mundo no pueden sustentar para una escala global", expresó Nyerere. El ingreso social de una persona es muy importante para su nivel de vida (alimentación, vivienda, salud, agua potable, acceso a la educación y seguridad contra la enfermedad y el desempleo o para la vejez) y su situación social. Y como reconoció la Cumbre Social de Copenhague, "los temas sociales, económicos y políticos están todos interrelacionados y ninguno puede ser considerado en forma aislada y todos están incluidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos". Sin embargo, la exigencia de incluir los temas sociales en las discusiones internacionales se hace ahora "no en el contexto de un enfoque holístico para mejorar las condiciones humanas", sino en uno que "esconde las tendencias proteccionistas de los países desarrollados del Norte". "Se justifica (dicha exigencia) en función de que una competencia leal y libre exige un "terreno parejo" para los participantes del comercio internacional: todos los países deben tener los mismos costos laborales. Este es un argumento sutil para cerrar los mercados del Norte a los denominados bienes baratos del Sur, pero se lo presenta como una lucha por los derechos de los trabajadores del Sur", advirtió Nyerere. Este argumento resultó atractivo para los sindicalistas tanto del mundo desarrollado como en desarrollo, y la Confederación Internacional de Sindicatos Libres (ICFTU) señaló que es afín a la idea y le gustaría que las buenas condiciones de trabajo pudieran hacerse universales, o por lo menos que, una vez alcanzadas, los salarios y las condiciones laborales buenas no sean reducidos por los empleadores con el argumento de que el desempleo es la única alternativa que deja la globalización ante la reducción de los salarios. Hasta ahora, dijo Nyerere, la globalización había quedado librada a las "fuerzas del mercado" y todo tipo de regulación internacional o nacional o impuesto u otro "obstáculo" al comercio vigentes eran objeto de ataque. "Sin embargo, a pesar de eso, ahora tenemos este llamamiento para convertir las 'normas sociales universales' en asunto de la legislación internacional coercitiva". Pero más importante que las incoherencias teóricas es el hecho de que sería imposible para los países pobres cubrir el costo de cualquier norma social internacionalmente aceptable. Podrían firmar cualquier cantidad de tratados internacionales y podría gustarles asegurar que sus trabajadores perciban salarios reales comparables a los de Suiza, "pero eso sería un sueño", ya que las normas sociales dependen de la riqueza de un país y no se puede hacer que una nación pobre sea menos pobre obligando a su gobierno a firmar un tratado internacional que le prohibe o simplemente ignora la realidad de la pobreza.

El tema de la pobreza

En un país, o en cualquier otra unidad económica, manifestó Nyerere, las cuestiones de la pobreza relativa o de las condiciones de desigualdad social podrían resolverse mediante impuestos redistributivos, o mantenerlas en un nivel mínimo con otras medidas estatales. Las uniones económicas que buscan establecer normas comunes entre los miembros no sólo exigen que los miembros cumplan esas normas sino que también estipulan obligaciones para que los miembros más pobres puedan realmente hacerlo, explicó Nyerere, citando el ejemplo de Estados Unidos y los pagos de transferencia a los miembros menos ricos, que no son considerados caridad sino una obligación legal. Ahora, con la inexorable presión de la globalización sin frenos, el mundo se ha convertido en un enorme mercado libre, tal como lo quieren los países desarrollados. Pero para evitar los problemas que les causan sus propios trabajadores y a la vez facilitar el proceso de globalización, los países desarrollados se disponen a exigir niveles universales de normas sociales en función de sus propias capacidades, y por un tratado jurídicamente vinculante quieren aplicar sanciones económicas contra los países que no las cumplan. "No obstante, rechazan la idea de que los países ricos deberían estar jurídicamente obligados a ayudar a los pobres a cumplir esas normas; se descarta como absurda cualquier propuesta de imponer algún tipo de impuesto internacional, y los países pobres se ven sometidos a una intensa presión para reducir la fiscalización redistributiva interna. A través de condicionamientos internacionales, se les hace cada vez más difícil poner impuestos a sus propios ricos para mejorar los niveles sociales de sus propios pobres". Como hay una aceptación generalizada de la imposibilidad de los países pobres de observar las normas sociales establecidas por los ricos, se ha modificado la exigencia de hacer de las normas laborales un factor de política comercial y se pretende ahora que todos los países apliquen "normas laborales básicas". Si bien ya están contenidas en los convenios de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) o en los acuerdos internacionales aceptados por casi todos los países, hay lagunas, y generalmente el incumplimiento de un país se debe a su pobreza junto con grandes desigualdades en los ingresos, tanto a nivel nacional como internacional. Si bien dentro de los países democráticos, desarrollados o en desarrollo, las necesidades de los pobres o los menos ricos no siempre pueden ser ignoradas con impunidad por el gobierno o la clase dominante, en el mundo en general no hay ni democracia internacional ni un centro claro de poder al cual los pobres puedan dirigir sus protestas.

Falta de responsabilidad internacional

Cuando los precios mundiales del cobre se desmoronaron 50 por ciento en una semana, el ingreso nacional de Zambia cayó como un piedra, y los trabajadores protestaron, quizás violentamente, pero su rabia estaba dirigida al gobierno de Zambia, que no tiene poder en absoluto en esta materia. Cuando el valor de la rupiah indonesia bajó por razones que no tienen nada que ver con las magnitudes económicas fundamentales de la economía del país, la furia del pueblo se dirigió al gobierno de Indonesia, mientras que "el mercado financiero internacional sin rostro que desencadenó el proceso, ¡no carga con ninguna culpa!". "Muy a menudo, las protestas populares que conducen a la dimisión o derrocamiento de un gobierno del Sur son inducidas por el FMI", dijo el ex presidente de Tanzania. "La gente condena a sus gobiernos por su incapacidad de resistir las exigencias del FMI de observar cierta norma universal impuesta por el Norte rico, o por reducir aún más los niveles de vida de los pobres". "Los representantes del FMI que vienen con esas exigencias en materia de política -acompañadas de la amenaza de imponer sanciones al país- se cuidan de volver a sus casas antes de que se apliquen las políticas que exigen. Es el gobierno el que se convierte en blanco de la ira de la gente". Los países ricos y poderosos, continuó Nyerere, predican la democracia para los países pobres y, cuando les conviene, aplican sanciones contra los que definen como antidemocráticos o que lesionan los derechos humanos. "Pero esos predicadores de la democracia a nivel nacional combaten activamente cualquier tipo de democracia a nivel internacional". Por esta razón, las organizaciones o instituciones internacionales en que prevalece un voto por país carecen de poder, y las organizaciones que tienen poder son aquéllas en que se aplica el principio de un voto por dólar. Por eso la falta de poder de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la UNCTAD, la UNESCO y demás, y el peso abrumador del Consejo de Seguridad de la ONU, el FMI, el Banco Mundial y la OMC, "donde no hay pretensiones de democracia". "La realidad es que las normas sociales universales no son posibles, y, por cierto, no serían compatibles con la justicia, a menos que estén vinculadas y condicionadas a la aplicación paralela de un programa deliberado, coherente e internacionalmente consistente contra la pobreza, tanto a nivel nacional como internacional". "Y, observando los últimos eventos", agregó Nyerere, "es claro que las normas sociales universales no serán posibles mientras los movimientos financieros internacionales permanezcan siendo caóticos y sin regular. En efecto, las normas sociales universales no son compatibles con una competencia libre en el mercado global. Si no hay una restricción efectiva a los ricos y los poderosos, entonces sus intereses prevalecerán, sin tener en cuenta las necesidades, y mucho menos los intereses, de los pobres. "Es por esto la casi unánime hostilidad del Sur a la propuesta de que las 'Normas sociales relacionadas con el comercio" sean incluidas en la órbita de la OMC en lugar de la OIT ya que, comparada con la OMC, la OIT es una estructura democrática y no busca usurpar la soberanía nacional de ningún estado". "Los países en desarrollo no ven la necesidad de una mayor intervención internacional que trascienda los poderes actuales y vigentes de la OIT. La pasada experiencia en otras esferas ha demostrado que si se le dan poderes a la OMC para aplican sanciones en esta materia, serán usados exclusivamente contra los países en desarrollo -e incluso entonces, no con coherencia. Se convertirán en otro garrote para usar en contra de un país en desarrollo, democrático o no, que intente definir sus propias políticas internas en cualquier esfera y aplicarlas". "No es necesario tener mucha imaginación para ver cómo esos poderes en manos de la OMC podrían ser utilizados por Estados Unidos en contra de Cuba; pero sí hay que tener mucha imaginación para creer que ese poder podría ser utilizado en contra de Estados Unidos". Apelando a la solidaridad de la gente del Norte para con los pobres del Sur, Nyerere dijo que la conferencia de las ONG suizas era una forma de apoyo y aliento. "La globalización", expresó, "es un hecho de la vida moderna. Juntos, podemos transformarla en una fuerza para el bien, el bien de todos los pueblos del mundo. Es posible hacerlo. Hagan su parte".


 

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