Crisis Financiera | |
UNCTAD reclama acciones inmediatas contra la deflación El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo 1998 de la UNCTAD enfrenta decididamente el espectro de una economía mundial en recesión y señala la naturaleza sistémica de las crisis financieras, de la cual la asiática es tan solo una más. El Informe propone para manejar la crisis la aplicación, por parte de las potencias económicas, de políticas basadas en el crecimiento, y para los países en desarrollo, un principio de moratoria automática del pago de la deuda, así como controles a los movimientos de capitales. por Chakravarthi Raghavan
En el informe, cuyo tema principal es "La inestabilidad financiera internacional y la economía mundial" y aborda los temas de la crisis financiera, cómo administrarla mejor una vez instalada y cómo impedirla, la UNCTAD responsabiliza de la crisis asiática y la situación actual de economías otrora prósperas gravemente dañadas por la volatilidad de las corrientes de financiación que han comprometido además sus perspectivas futuras, a la forma irresponsable en que estas economías fueron presionadas para incursionar en la liberalización financiera, y al asesoramiento que en materia de política económica les fue impuesto cuando estalló la crisis. El informe apoya decididamente las restricciones cambiarias y los controles a los movimientos de capitales para los países en desarrollo. En un capítulo aparte, el informe se centra también en el desarrollo africano y propone que la comunidad internacional haga cierto replanteo. El análisis señala el fracaso de los programas de ajuste estructural, que atribuye no sólo al fracaso en su aplicación sino también -lo que es aún más importante- a políticas y programas mal diseñados. El informe propone adoptar medidas drásticas para paliar la carga de la deuda externa (bilateral, privada y multilateral), nuevas políticas de desarrollo que reforzarían el papel del Estado incluso en sectores como las juntas de comercialización de productos básicos reformadas, y dándole a los países africanos vía libre en términos de las normas de la Organización Mundial de Comercio (OMC). En cuanto a los aspectos financieros, el informe no identifica las "iniciativas" que objeta. Pero los documentos del Grupo de los 24 y las opiniones expresadas en un seminario de la UNCTAD realizado en mayo por el académico canadiense Gerald Helleiner, quien encabeza el proyecto de asistencia técnica del Grupo de los 24, argumentan que esas iniciativas para restringir las opciones de los países en desarrollo abarcan toda una gama de acciones, cada una de las cuales tiene la misma motivación y busca el mismo resultado: normas multilaterales de inversión a través del proyecto de Acuerdo Multilateral de Inversión de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), los intentos de incluir dichas normas en la OMC -ya sea como acuerdo de inversión multilateral promovido por la Unión Europea como de su variante de la UNCTAD referida a un posible marco multilateral de inversión-, la convertibilidad de capitales en el Fondo Monetario Internacional (FMI) o ciertos aspectos del acuerdo de la OMC sobre la liberalización de los servicios financieros. Moratoria automática El informe plantea la imposición de ciertas normas a nivel mundial del tipo de las del capítulo 11 del Código de Quiebras estadounidense, y en especial el principio de moratoria automática para permitir a los países afrontar un ataque a su moneda, así como la aplicación unilateral de la moratoria en determinadas situaciones que comprometan las reservas y otros factores por el estilo, similar a las disposiciones sobre medidas de salvaguardia permitidas por el GATT. Podrían entonces encomendar las facultades de aprobar las moratorias a un comité internacional e independiente ante el cual expondrían sus argumentos. Pero el FMI, tal como está ahora constituido, se añade en el informe, no puede desempeñar ese papel debido a un conflicto de intereses en la medida que él mismo es acreedor, y también debido a su estructura de gobierno que concede mayor peso a las opiniones de los acreedores que a las de los deudores. La crisis financiera de Asia ya costó a la economía mundial el uno por ciento de la producción mundial, lo que equivale a unos 260.000 millones de dólares, equivalentes al ingreso anual del África subsahariana, y las "perspectivas para los próximos años son extremadamente inciertas, pero los riesgos son cada vez mayores", dice el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, en un panorama general del informe que hizo público en una conferencia de prensa en Ginebra el 15 de setiembre. "Cometer otros errores en las políticas podría empujar a la economía mundial a una recesión profunda", agrega. Reiteradamente a lo largo de los años, la UNCTAD estuvo advirtiendo sobre los peligros que acechaban a la economía mundial, recordó Ricúpero. "En los 80 advertimos sobre la imposibilidad de resolver la crisis de la deuda latinoamericana sin una amortización de la mora del capital e intereses. Esto finalmente fue parte del Plan Brady. A comienzos de los 90 advertimos que la década estaría caracterizada por una turbulencia financiera, y correctamente pronosticada la crisis mexicana así como también la falta de sustentabilidad de los déficit de cuenta corriente de Tailandia y Malasia. Después de haberlo subestimado, la llamada corriente principal de las instituciones financieras, economistas y políticos finalmente coincidió con nuestro análisis, forzados por la tiranía de la realidad de los hechos". Ricúpero encomió el discurso del presidente Bill Clinton pronunciado en Nueva York el 14 de setiembre así como la declaración de los ministros de finanzas del Grupo de los 7, y señaló que varios de los puntos allí tratados reivindicaban lo que la UNCTAD había estado diciendo durante varios años, y que fuera criticado por las mismas potencias e instituciones industriales. La arquitectura financiera internacional Pero, añadió Ricúpero de inmediato, "necesitamos políticas de crecimiento vigorosas y con una base amplia". Y esas medidas sólo pueden provenir de Estados Unidos, la Unión Europea y Japón; y son necesarias medidas que permitan a las empresas de Asia salir del endeudamiento cercenante en el que están sumidas, entre otra cosas bajando las tasas de interés, aplicando políticas fiscales de expansión y una forma gradual de paliar la carga de las deudas. Junto con esto es necesario encarar los aspectos universales de la crisis adoptando una arquitectura financiera internacional para el siglo XXI. Requerirá un proceso largo, paciente y ordenado, con una agenda equilibrada que tome en cuenta los intereses de los países acreedores y deudores. Y parte de esa arquitectura debe incluir un sistema de control de cambios y finanzas "que hemos propuesto desde hace tiempo y que ahora ha sido tomado por la corriente principal. Harán falta medidas para resolver el endeudamiento a corto plazo y medidas internacionales como las del capítulo 11 del Código de Quiebras estadounidense". Apuntando también a la falta de coherencia y coordinación entre el sistema monetario y financiero por un lado y el sistema de comercio, con sus normas detalladas y un mecanismo de solución de diferencias por el otro, Ricúpero dijo que la falta de equilibrio y coherencia, y los fracasos del sistema monetario y financiero, tornan imposible el funcionamiento adecuado del sistema comercial. La solución a esto radica en un papel más activo para las dos mayores economías con superávit, Estados Unidos y Japón, que no han contribuido al crecimiento de la demanda mundial de importaciones sino que han acumulado superávit comerciales año tras año. Ricúpero coincidió con uno de los periodistas en que en algunos casos los bancos centrales de las grandes economías industrializadas, especialmente europeas, con su énfasis en la política monetaria y la excesiva concentración en la inflación son responsables de la situación actual. Pero esta acusación no sería cierta para el caso de la Reserva Federal de Estados Unidos, que ha estado actuando con directrices diferentes, apuntando a bajar la inflación, lograr la estabilidad de los precios, el crecimiento económico y el pleno empleo. La Reserva Federal de Estados Unidos brindó un buen ejemplo a otros bancos centrales. A la pregunta de cuáles serían los peores escenarios, dada la crisis del sistema bancario japonés que según se dice tiene préstamos no redituables del orden de entre 600.000 millones y un billón de dólares -superando sus activos-, y la preocupación de Europa con el euro, el economista de la UNCTAD Richard Kozul-Wright dijo que no se había previsto un escenario tan catastrófico, pero que en el correr de los años se ha enfatizado que la economía mundial debe crecer a un ritmo mínimo anual fijo de tres por ciento si se quiere reducir el desempleo y las desigualdades de las economías. Si bien el informe y el panorama general inoculan una nota de precaución con relación a los graves riesgos de la recesión en la economía mundial, Ricúpero busca suavizarlo y habla del buen comportamiento de las magnitudes económicas fundamentales de Estados Unidos y Europa, si bien no así de Japón. Andrew Cornford, asesor económico de UNCTAD, dijo que la política estadounidense para las tasas de interés (y la rebaja de las tasas de interés de Estados Unidos) no solo sería importante para el crecimiento y las corrientes de capital de ese país sino que también darían lugar a una reflación de Japón sin que su moneda se venga a pique. Dijo que con la ayuda de gente de Japón, la UNCTAD estaba elaborando escenarios que implican una ayuda financiera a gran escala de Japón a la región, y que pronto la prensa podría disponer de los resultados. Pero la crisis de Asia no puede ser explicada como un mero hecho aislado sino como una más de una cadena de cinco o más grandes crisis financieras de esta década, señaló Ricúpero. Recordando las advertencias que desde 1990 ha venido reiterando acerca de que el ascenso de las finanzas sobre la industria, acompañado de la globalización de las finanzas, era la causa subyacente de la inestabilidad e incertidumbre de la economía mundial, el informe subraya la naturaleza "sistémica" de las reiteradas explosiones de inestabilidad financiera, aproximadamente cada dos años, que han caracterizado la economía mundial en esta década. A la deflación de la deuda en Estados Unidos le siguió en 1992-93 la crisis del Sistema Monetario Europeo, luego la crisis mexicana de 1994-95 y la crisis más reciente de Asia oriental, que comenzó a principios de 1997. En tono apesadumbrado, si no acusador, el informe dice: "En cada ocasión, los criterios predominantes han seguido basándose en la teoría de la infalibilidad de los mercados y en una explicación de las crisis que apuntaba a políticas nacionales desacertadas. Pero, cerrar los ojos ante el carácter sistémico de la inestabilidad financiera no es ni responsable ni aceptable". La amenaza de deflación La amenaza para la economía mundial, expresó Ricúpero, no es más la inflación sino la deflación, la recesión y el desempleo. "Necesitamos políticas de crecimiento vigorosas y de base amplia con reducción de las tasas de interés en Estados Unidos y otros países, y la coordinación de las tres economías más poderosas -Estados Unidos, Europa y Japón- para estimular el crecimiento y la demanda de importaciones", afirmó. Según el autor principal del informe, Yilmaz Akyuz, el impacto deflacionario de la crisis es mucho más profundo de lo aceptado por la ortodoxia, y el impacto sobre los países en desarrollo es mucho más grave que en los países industrializados. "Por primera vez en muchos años el crecimiento en el mundo en desarrollo, excluida China, será menor que el alcanzado en los países industrializados (...) y se prevé que el crecimiento de los países en desarrollo en 1998 sea la mitad que el logrado en 1997". Como el informe fue escrito hace ya algunos meses, las perspectivas de hecho han empeorado, comenta Akyuz. Los efectos de la crisis asiática se transmiten a través de dos canales, los mercados financieros y el comercio. Si bien las instituciones financieras internacionales aducen que no habría una reducción importante de las corrientes de capital, el informe es mucho más cauteloso. Akyuz señala que desde que se redactó el informe, la tendencia del capital a retirarse de los mercados emergentes y el cambio a la calidad se han hecho mucho más visibles. También están los efectos con relación al comercio internacional como canal de influencia: no sólo sobre las exportaciones directas a la región asiática sino también sobre las ganancias y precios de los productos básicos, tanto petroleros como no petroleros, que cayeron a niveles muy bajos. Si bien los efectos iniciales sobre los países industrializados han sido favorables, como resultado de las marcadas ganancias por las relaciones de intercambio y la caída de los precios de los productos básicos, esos mismos factores han reducido los ingresos por exportaciones en el Sur y, junto con la apreciación del valor del dólar, reducirá las exportaciones. "No se puede esperar que el consumidor estadounidense financie eternamente el consumo a partir de los activos; también el superávit fiscal de Estados Unidos actuará como un estorbo en la economía, sin estímulo alguno del lado del comercio. Esto supondrá una desaceleración considerable de la economía estadounidense en la segunda mitad del año, y junto con factores financieros tal vez veamos una 'dura caída' de la economía de ese país", advierte Akyuz. "Y con la desaparición de dos polos de crecimiento -el de Estados Unidos y el de Asia en desarrollo-, con Japón en recesión y con Europa incapaz de lograr un crecimiento estimulado de la demanda, la economía mundial entrará en recesión y las perspectivas pueden empeorar si hay nuevos estallidos de inestabilidad financiera en los mercados emergentes". El peor escenario En el informe se decía: "Quizás el peor resultado posible de la crisis sean otros estallidos de inestabilidad financiera en los mercados emergentes, una fuerte corrección de los precios de las acciones en los principales países industriales, junto con una desaceleración profunda de la economía estadounidense, una recesión prolongada en las NEI (Nuevas Economías Industrializadas) de Asia oriental y en el Japón, y un aumento de los desequilibrios de las balanzas comerciales de los principales países industriales. Cualquiera de esos resultados ejercería presiones aun mayores sobre los sectores bancarios del mundo desarrollado. El resultado podría ser no sólo una economía mundial en profunda recesión, sino el resurgimiento de conflictos comerciales que podrían demostrarse desastrosos. Si se desea evitar esto, los países con superávit, es decir el Japón y los miembros de la Unión Europea, deben aumentar su contribución a la demanda mundial, y se debe dar marcha atrás en las políticas deflacionarias de Asia oriental". Akyuz señala que algunos de los elementos de este escenario peor ya están apareciendo -mayor inestabilidad en los mercados emergentes, en Rusia, corrección de los precios de las acciones, desaceleración de la economía estadounidense, profundización de la recesión en Asia oriental y Japón, y aumento de los desequilibrios de las balanzas comerciales entre los principales países industriales. Y los riesgos de todo eso son ahora más probables de lo previsto en el informe. Es necesaria una fuerte recuperación de la demanda interna en Japón que ofrezca un mercado en expansión para otras economías asiáticas, se dice en el informe, que, no obstante, se aparte de las prescripciones ortodoxas actuales (de Estados Unidos, los otros países del Grupo de los 7 y el FMI) al sugerir que Japón podría lograr más proporcionando considerables recursos financieros externos a los países asiáticos en la forma de préstamos a largo plazo. Seguramente tendrían mayores repercusiones en el crecimiento del propio Japón, así como de las NEI, que la adopción de un programa de medidas fiscales internas de una magnitud análoga, ya que el dinero se reciclaría sobre todo en dirección a Japón en forma de mayores importaciones. Analizando los efectos comerciales de la crisis, en el informe se subraya la necesidad de contar con mercados abiertos que permitan a los países asiáticos tener exportaciones netas para reanudar el crecimiento previo a la crisis, si bien señala que esto podría provocar graves tensiones al sistema internacional de comercio. Ya se ejercen crecientes presiones para la adopción de medidas de protección, incluso a través del recurso a medidas antidumping discriminatorias, medidas de salvaguardia y/o "modulaciones de contingentes". El programa de condicionamientos impuesto a esos países, con "demandas" de concesiones comerciales unilaterales como precio por la ayuda, se advierte en el informe, debilitará el concepto básico del sistema de la OMC, es decir el "equilibrio y la ventaja mutua" en las concesiones comerciales. "Debería supervisarse más la utilización de
recursos comerciales discriminatorios tales como los
derechos antidumping. Además, debería estudiarse la
posibilidad de permitir a los países afectados
beneficiarse de una posible extensión de las
disposiciones para obtener un trato diferencial y más
favorable en los acuerdos de la OMC, tal como en el
Acuerdo sobre Subvenciones y Medidas
Compensatorias". |