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Falta de legitimidad y credibilidad en Seattle
Lo que ocurrió en Seattle es un escándalo. Los países en desarrollo que constituyen más de los dos tercios de la totalidad de los miembros de la OMC, están siendo coaccionados y presionados por las grandes potencias, especialmente el país anfitrión, Estados Unidos, para que acepten una Declaración de la que les dieron muy poca oportunidad de elaborar o siquiera considerar. La mayoría de las negociaciones importantes tuvieron lugar en las reuniones de "sala verde", donde sólo se invita a unos pocos países. La mayoría de los países en desarrollo miembros de la OMC no pudieron participar. Y aun en los casos en que se los invitó de forma individual a participar en alguna reunión sobre un tema en particular, no necesariamente participaron en reuniones de otros temas. Varios países en desarrollo no fueron invitados a ninguna de las reuniones. En consecuencia, la mayoría de los ministros se han sentido agraviados por no haber podido tomar parte en decisiones que afectan seriamente a sus países y pueblos. Y lo que es peor aún, tuvieron poca oportunidad de siquiera saber qué era lo que se estaba discutiendo, quiénes lo hacían o dónde. Tampoco pudieron enterarse de los resultados de esas discusiones. Además, el programa ha sido tan apretado que cuando se elabore un proyecto de Declaración, los ministros y funcionarios no tendrán casi tiempo para considerar su contenido. Esperar que "adhieran a un consenso" con el argumento de que de lo contrario la Conferencia Ministerial estaría condenada al fracaso, es imponer una especie de chantaje. Lo que ha ocurrido en Seattle es una forma vergonzosa de conducir una reunión, mucho más en el caso de una reunión tan importante como una Conferencia Ministerial. Insistir en el intento de producir una conclusión sustancial o una Declaración, equivaldría a destruir la poca legitimidad o credibilidad que tiene la OMC. La opinión pública de todos los países rechazará cualquier Declaración o resultado que surja de este proceso de manipulaciones. En esta situación, proponemos que los Ministros tomen la decisión de aplazar la Conferencia y remitir todos los textos al Consejo General en Ginebra, quien ejercerá sus responsabilidades y realizará consultas sobre cómo proceder de ahora en más, y adoptará las decisiones adecuadas conforme a las potestades y responsabilidades que le confiere el Acuerdo de Marrakech. Martin Khor |