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Comercio
 
Debates sobre globalización

Muchos "por qué" y pocos "por qué no"


La preocupación por los desequilibrios provocados por el proceso de globalización protagonizó los debates de la X Sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Varios delegados subrayaron la necesidad de que el sistema internacional de comercio y finanzas respete los intereses del mundo en desarrollo y se ponga al servicio del desarrollo.

Por Chakravarthi Raghavan


La abundancia de los "por qué" y de algunos "por qué no" -¿por qué no cambiar el sistema y las reglas?– fue una de las características de las discusiones generales e interactivas de la X Sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), celebrada en febrero en Bangkok, donde hubo alrededor de 180 discursos e intervenciones.

Fue sorprendente escuchar la opinión de quien fuera un ardiente defensor del liberalismo y el libre comercio, el primer ministro de Singapur, Goh Chok Tong, quien el día de apertura de la conferencia declaró que era urgente crear un nuevo marco que promoviera un consenso mundial acerca de la apertura de los mercados y moderara los excesos más graves. El consenso internacional respecto del sistema de libre comercio se verá debilitado por las presiones y alteraciones de las inclemencias del mercado si no se establece ese nuevo orden mundial, insistió.

El presidente de Indonesia, Abdurrahman Wahid, declaró que el primer ministro, Mahathir Mohamad, había manifestado varios temores e inquietudes. Wahid pidió un cambio en las reglamentaciones monetarias internacionales, que suponen tácitamente la debilidad de algunos países, y aseguró que, si bien Indonesia debe ahora aceptar los acuerdos impuestos por los países industrializados, cuando sea fuerte no seguirá sometida a ellos. La UNCTAD debería tener presente que hay otras naciones que comparten las inquietudes expresadas por Mahatir, recalcó Wahid.

El ex secretario de la UNCTAD, Gamani Corea, pronunció un discurso en calidad de invitado especial. En su opinión, habría que acordar un modo de lograr una "gobernabilidad económica mundial" para que los países en desarrollo se vean representados igual que los industrializados. Además, habría que establecer diferencias entre las obligaciones que se imponen a unos y a otros. Corea también pidió que se identifiquen las características de un sistema mundial de comercio que reflejen los objetivos e intereses de los países en desarrollo y que sirvan en las negociaciones entre todas las naciones.

El ministro de Economía y Comercio de Egipto, Yousef Boutros Ghali, subrayó el papel que cumple la UNCTAD dentro del sistema de las Naciones Unidas, sirviendo de marco principal en temas económicos, y recalcó su importante contribución a una mayor coordinación de las políticas comercial, financiera y monetaria. El mercado es un motor de crecimiento, pero los parámetros del sistema internacional deben estar claramente definidos y ser justos para todos, puntualizó. Las negociaciones pendientes de la Organización Mundial de Comercio (OMC) deben ser realistas y proponer medidas que apunten a lograr una reforma institucional y transparencia de forma inmediata.

El ministro de Industria y Comercio de India, Murasoli Maran, advirtió que el siglo XX termina con dos grandes fracasos, ya que no se resolvieron ni el problema del desempleo ni el de las crecientes desigualdades. El tema no es quién debe dominar -el Estado o el mercado- sino que es necesario encontrar el equilibrio, que a su vez dependerá de cada país, de la capacidad del gobierno en cada caso y del desarrollo institucional de los mercados. Sin embargo, para Maran, el antiguo GATT y la nueva OMC se parecen a una calle de tránsito en un solo sentido, ya que se puede ir de Norte a Sur, pero la dirección contraria suele estar bloqueada. El mundo industrializado sigue presionando para que sus productos, servicios, capitales y derechos de propiedad intelectual tengan cada vez más acceso a los mercados mundiales, mientras que esos mismos derechos les son negados a los países del Sur en desarrollo en sectores en los que tienen ventajas comparativas.

El procedimiento de la OMC debe ser reformado, indicó Maran. Es necesario resolver el temor, la ansiedad y la inseguridad de los países en desarrollo, así como frenar los intentos de los mercados del mundo industrializado por rehuir la competencia del Sur. El campo de acción de la OMC debería reducirse al sector del comercio, y las cuestiones no relativas a ese ámbito deberían tratarse en las instituciones internacionales adecuadas. La colaboración entre las organizaciones internacionales puede ser muy buena, pero no se debe sustentar un sistema como el actual que, en nombre de la coherencia, ejerce fuertes presiones sobre los países pobres a través de los condicionamientos cruzados.

"Luchas darwinianas"

El embajador de Pakistán en Ginebra, Munir Akram, enviado especial del presidente, sostuvo que el proceso de globalización está jalonado por ‘’luchas darwinianas’’ entre las principales firmas internacionales por la supervivencia del más fuerte, y que el caprichoso flujo de los capitales financieros suele determinar el destino de los pueblos. La comunidad internacional debería encontrar una solución para mitigar las consecuencias negativas de la globalización y establecer una agenda apropiada para resolver las desigualdades del sistema mundial de comercio.

El viceprimer ministro de China, Zhour Keren, advirtió que la crisis financiera provocó un grave impacto sobre el sistema financiero de los mercados emergentes, mientras que los países industrializados cosecharon los beneficios. Se necesita un sistema financiero multilateral e internacional saneado, aseguró. La lección de Seattle es que los intereses del Sur en desarrollo merecen plena consideración en cualquier nueva ronda de negociaciones, y el punto de partida de cualquier ronda multilateral futura debería ser el desarrollo.

Celso Amorim, de Brasil, señaló que los países en desarrollo se ven obligados a ajustarse a un sistema que no diseñaron y sobre el cual sienten, con razón, que tienen derecho a influir. Es justo que esos países esperen que sus esfuerzos, cuyo costo político y social ha sido muy alto en muchos casos, se vean recompensados con acciones concretas por parte del Norte industrializado. Pero el sueño de un nuevo orden económico se derrumbó para el Sur, ya que se basaba en esperanzas poco realistas de consideraciones éticas o políticas y no en las leyes del mercado como rectoras de las relaciones internacionales. Pero lo menos que esperaban los países pobres era que sus vecinos ricos cumplieran con la promesa de abrir los mercados a los productos que aquéllos producen de manera competitiva.

El ministro de Relaciones Exteriores de Tailandia, Surin Pitsuwan, indicó que el proceso de globalización no es algo que se pueda elegir sino que ya es un hecho, al igual que sus desigualdades. Se necesita un enfoque global para diseñar y manejar este proceso y maximizar las oportunidades, minimizar los riesgos y frenar la marginación. Habrá que examinar el escepticismo creciente respecto de la liberalización comercial y mejorar las reglas del sistema de comercio vigente para equilibrar las obligaciones y los derechos de los estados. El camino de la liberalización y la integración debe ajustarse al nivel de desarrollo. También habrá que mejorar el sistema financiero internacional actual para evitar una nueva crisis y proporcionar un mejor manejo de la misma.

El viceprimer ministro y ministro de Relaciones Exteriores de Islas Mauricio, Rakaswur Prryag, criticó la opinión de que el comercio electrónico será la solución al aislamiento de los Pequeños Estados Islas en desarrollo. Podrá mitigar algunos problemas, pero no los relativos al desarrollo, puntualizó. El tratamiento especial y diferencial para los países del Sur podría no ser adecuado para tratar las exigencias de la globalización.

Ana María Solarez Gaiti, viceministra de Bolivia, sostuvo que el objetivo de la conferencia debía ser el de poner la globalización al servicio del desarrollo. La globalización puede y debe ser guiada por la voluntad humana, afirmó.

El viceprimer ministro de Jamaica, Seymour Mullings, sostuvo que elaborar un programa más global y centralizado para aliviar la deuda insustentable de los países en desarrollo no alcanza y que es urgente encontrar enfoques más amplios y creativos para solucionar ese problema.

No se solucionaron los problemas de los países en desarrollo

Varios representantes no gubernamentales se centraron en lo que según ellos es el fracaso de los gobiernos que participaron de la UNCTAD X, ya que no pudieron resolver los verdaderos problemas de los países en desarrollo.

Martin Khor, director de la Red del Tercer Mundo, señaló que fueron los países ricos y las organizaciones que se proponen acceder al mercado de los países en desarrollo los que aseguraron que la liberalización financiera y la desregulación representan un peligro menor para esas naciones. Pero se trata de un diagnóstico errado y la consecuencia es que el problema financiero se convirtió en una recesión estructural. El Sur necesita nuevas políticas para no seguir atrapado en la liberalización financiera. Es necesario reformar el Fondo Monetario Internacional y la OMC, que se transformaron en una versión deformada del sistema de comercio multilateral. El desarrollo de los países pobres debería ser una prioridad para la OMC.

Jayanti Durai, de Consumers International, indicó que el sistema multilateral actual permitió que las 10 empresas trasnacionales más grandes cuadruplicaran su participación en las ventas, mientras que los consumidores de Africa perdieron capacidad de consumo.

Shalmali Guttal, de Focus on the Global South, sostuvo que la UNCTAD debe tener un papel central en el desarrollo y establecimiento de los acuerdos mundiales sobre comercio, finanzas, inversión y desarrollo. Según Guttal, la UNCTAD debe abandonar la idea de que el comercio internacional es un factor clave para el desarrollo y prestar más atención a las medidas necesarias para fortalecer las economías nacionales y los mercados internos, y también a la distribución de los bienes y los ingresos. Además, debería considerar seriamente las relaciones entre las empresas matrices y sus filiales en la producción y el comercio.

Michael Bailey, de Oxfam, declaró que la hipocresía de las reglas del comercio mundial era evidente sobre todo en la agricultura, ya que los países industrializados pagan 350.000 millones de dólares anuales de subsidio a sus productores (lo cual representa siete veces la cantidad que destinan a asistencia oficial para el desarrollo). Es difícil que agricultores que ganan 200 dólares por año compitan con los productores europeos, que tienen un subsidio anual de 20.000 dólares. Y la sobreproducción generada por los subsidios se vierte en los mercados mundiales, lo cual destruye los sustentos rurales.

Yash Tandon, de International South Group Network, se quejó de que la UNCTAD pida ideas a los académicos y especialistas del Norte. Esto se puede ver en el plantel de economistas, del cual sólo un académico es del Sur, señaló. El Grupo de los 77 países en desarrollo y la Secretaría de la UNCTAD sacrificaron la verdad -sobre los fracasos de la globalización- en aras de los dictados del poder y los privilegios, concluyó.


 

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