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Comercio
 
UNCTAD X

Más preguntas que respuestas


La X Sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) concluyó en Bangkok el 19 de febrero con más preguntas y dudas que respuestas. La colectividad de gobiernos del mundo trató el problema de cómo hacer de la globalización un instrumento efectivo para el desarrollo de todos los países y pueblos.

Por Chakravarthi Raghavan


La globalización ya había sido el tema central de la novena sesión de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), realizada en Midrand, Sudáfrica. Pero pasaron cuatro años desde entonces y las aspiraciones de mejorar la calidad de vida de la gran mayoría de los pueblos del mundo en desarrollo, o de disminuir la brecha que separa a ricos y pobres dentro y entre los países, siguen siendo muy lejanas.

Los países miembro de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de la UNCTAD adoptaron una Declaración y un Plan de Acción de Bangkok al término de su "primera conferencia económica" del nuevo milenio, y discutieron acerca de varias cosas que la globalización "puede" y "debe" hacer, sobre las oportunidades y riesgos, y también sobre la posibilidad de maximizar las oportunidades y minimizar los riesgos.

Pero los documentos relativos a las acciones que los gobiernos acordaron o se comprometieron a llevar a cabo son muy modestos y a menudo confusos, como es el caso para las posibles propuestas de acceso al mercado para los países menos desarrollados, o de la declaración de que la comunidad internacional "puede querer considerar las vías y medios para identificar la porción de la deuda que se dictaminó impagable a fin de (considerar) posibles respuestas de los acreedores".

Las propuestas de la Secretaría de la UNCTAD para la conferencia habían fijado condiciones mucho más estrictas. El secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, declaró en una conferencia de prensa realizada al cierre de la conferencia: "Queremos llegar mucho más lejos del punto al que se llegó. Nuestra propuesta básica se refiere a la sustentabilidad de la deuda (y al pago de la misma), que puede evaluarse técnicamente, pero eso debe hacerlo un equipo independiente de las instituciones financieras internacionales, ya que ellas mismas son acreedoras. Y los resultados deben ser aceptados como normativos, tanto por los acreedores como por los deudores".

Quizá los más poderosos tengan en cuenta las declaraciones que hizo Ricúpero al cierre de la conferencia y dejen de lado el extremismo a la hora de imponer políticas económicas, a fin de construir un mejor orden económico mundial. Se trata de un gran "quizá" que, si se traduce en acciones, podría constituir el gran milagro del siglo XXI.

Esta conferencia, donde hubo abundancia de debates interactivos, seminarios, mesas redondas y atracciones secundarias, no facilitó sin embargo la comprensión de una delegación de gobiernos del Sur en desarrollo, que en privado no manifestó ni desilusión ni insatisfacción con el sistema internacional de comercio y desarrollo ni con la incapacidad de los países para avanzar y mejorar la vida de sus pueblos.

Muchos admitieron con franqueza que a los países del Sur los habían "jineteado" en los acuerdos de Marrakech, que concluyeron en la Ronda Uruguay de negociaciones sobre comercio multilateral.

Los delegados y representantes en la conferencia que tenían dificultades para asumir un punto de vista muy crítico respecto de los sistemas comerciales y financieros se alegraron y aplaudieron dentro de las salas y más aún afuera, en los pasillos y en algunas actividades organizadas por las organizaciones no gubernamentales (ONG), cuando éstas pusieron en tela de juicio a dogmas y directivos de las organizaciones que las promueven, es decir, al Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y la Organización Mundial de Comercio (OMC).

Pero aún así resulta difícil encontrar documentos de la conferencia que los gobiernos hayan negociado o adoptado y que reflejen esta profunda dicotomía global, o que traten sobre cómo se ocuparán del problema de la creciente división comercial mundial.

"La globalización no es un cambio irrefrenable que atraviesa de manera inevitable el mundo. Es, aunque sea parcialmente, un trabajo de construcción deliberada", declaró Ricúpero al cierre de la conferencia, indicando que, en su opinión, la globalización se puede frenar o revertir si los gobiernos cambian de modelos preestablecidos. Además presentó una síntesis de lo mínimo que se necesita para garantizar una "reciprocidad real" entre las naciones y advirtió que las perspectivas de progreso luego del fracaso de la III Conferencia Ministerial de la OMC en Seattle son, "en el mejor de los casos, confusas".

Los acuerdos y la voluntad de los gobiernos para actuar respecto de asuntos críticos se mantuvieron en el nivel de las promesas y declaraciones vagas, en esta última conferencia. Pero la UNCTAD consiguió un papel de mayor importancia en la reforma de las instituciones financieras internacionales y en las gestiones destinadas a garantizar la estabilidad financiera para la economía mundial, aunque las mandatos que obtuvo en el área de la economía como instrumento para el desarrollo fueron muy frágiles y ambiguos.

El interés de los principales actores comerciales del Norte industrializado en mantener sus ventajas en el actual sistema, en particular la decisión de Estados Unidos de no darle ningún crédito ni papel de importancia a la UNCTAD, y los conflictos de interés de los países en desarrollo –ya sea individuales o grupales– influyeron sin duda en estos resultados.

No hubo progresos comerciales

La conferencia fue un fracaso si los gobiernos de los países en desarrollo, y sobre todo la sociedad civil o los sectores comerciales nacionales, fueron a Bangkok con la esperanza de que, debido a la debacle de Seattle, las principales potencias tendrían el gesto de ocuparse de los problemas que tiene el Sur en el actual sistema de comercio.

El presidente de la conferencia, Supachai Panitchpakdi, viceprimer ministro y ministro de Comercio de Tailandia, que sucederá a Mike Moore como director general de la OMC en septiembre del 2002, admitió en su declaración de cierre que no se obtuvieron muchos progresos en el frente comercial.

Dado el "hecho" de que, técnicamente, las negociaciones empezaron en la OMC (según lo que había sido mandatado) en las áreas de agricultura, servicios y revisión de otros acuerdos (como los TRIMS, que son los relacionados con las medidas de inversión, y los TRIPS, relativos a los derechos de propiedad intelectual –áreas en las cuales el Norte no tiene intención de perder los beneficios del proteccionismo, mientras busca más réditos de los países en desarrollo-, quizá era demasiado pedir que prestaran atención, aunque fuera general, a estos temas.

Pero hubo grandes resistencias en asuntos como la solución a los problemas de los países en desarrollo -que implica corregir las desigualdades de la Ronda Uruguay y sus acuerdos respecto del mundo en desarrollo- o la ayuda a los países menos adelantados mediante un sistema de acceso no recíproco al mercado, permitiendo que las exportaciones de esos países queden libres de aranceles y cuotas. Hubo incluso intentos de utilizar las concesiones que se hicieran en esas áreas para obtener beneficios de otros países en desarrollo, como fue el caso de la presión que ejercieron cinco países de la Unión Europea en el debate interactivo de la UNCTAD X para que se negociaran inversiones en la OMC.

El caso fue que la ministra de Desarrollo de Gran Bretaña, Clare Short, y sus colegas de Alemania, Bélgica, Holanda y Suecia, presentaron las nuevas propuestas a la OMC como si fueran de particular interés para los países en desarrollo. Sin embargo, los negociadores comerciales de la Comisión Europea mostraron claramente que el objetivo principal es obtener beneficios para sus compañías a través del comercio y las inversiones, y que sólo si eso sucede harán concesiones en agricultura.

Esto no es ninguna novedad para los negociadores comerciales de los países en desarrollo de la OMC. Pero el cinismo de las grandes potencias y entidades al tratar de obtener concesiones de algunos países desarrollados aprovechando la preocupación de la comunidad internacional respecto de la situación de los países menos adelantados y la astucia que emplearon para dividir a los países del Sur fueron tan evidentes en un foro abierto como el de la UNCTAD, que las sociedades civiles del Sur y del Norte, incluso aquéllas que entienden la importancia de los sistemas "basados en reglas", se fueron de Bangkok más decididas que nunca a mantener su hostilidad hacia la OMC y su rechazo a las nuevas negociaciones.


 

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