Yash Tandon es director de la International South Group Network y de la Southern and Eastern African Trade Information and Negotiations Initiative (SEATINI), establecida en Harare. Este artículo se basa en un texto que presentó el autor en un taller realizado en mayo en Windhoek, Namibia. |
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UNCTAD
Inversión extranjera, globalización y desarrollo humano
Si la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) se propone avanzar en la causa del desarrollo humano sustentable, debería volver a considerar su trabajo con relación a la inversión extranjera directa (IED). El autor sostiene que para esto tendría que abandonar el papel de defensora de la IED y las multinacionales, además de corregir errores conceptuales considerables que figuran en sus Informes sobre las Inversiones en el Mundo.
Por Yash Tandon
El ser humano se está convirtiendo nuevamente en tema de interés para quienes se ocupan de asuntos tan mundanos y poco interesantes como el comercio y la inversión. Incluso la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) agregó ahora el adjetivo "humano" al sustantivo "desarrollo" que forma parte de su nombre y es central en su agenda. Hay quienes dan por sentado que el crecimiento económico va de la mano del desarrollo "humano". Pero los datos empíricos de quienes buscan saber más, incluso los informes anuales sobre Desarrollo Humano del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD), revelan claramente que no existe un vínculo de correspondencia automática entre el crecimiento económico y el bienestar humano. El primero es un ingrediente necesario pero no suficiente.
Pero esta conclusión aún es resistida por varios economistas neoclásicos. Todavía hay unos cuantos creyentes acérrimos en el mercado como árbitro último de todo, incluso del bienestar. Sin embargo, una parte cada vez mayor de los círculos económicos empiezan a reconocer, a regañadientes, que el mercado no garantiza el bienestar y que hay que hacer algo más allá de ese ámbito para garantizar un desarrollo humano sustentable. La discusión tiene lugar entre quienes argumentan que el mercado puede hacerse cargo incluso de la calidad de vida de las personas (a través de políticas de incentivo y de precios) y los que sostienen en cambio que los "fracasos del mercado" exceden, por definición, al área de acción propia de esta actividad y que por lo tanto el encargado de solucionar esos problemas debe ser el Estado.
Hasta ahora se pensaba que la función de las políticas sociales era ser aplicadas por los gobiernos para responder a las necesidades de su pueblo, a asuntos como la salud, la educación, la infraestructura social y la protección de los más vulnerables y de las áreas marginales. A cada uno lo que le corresponde: al Estado lo que es del Estado y al mercado lo suyo. Esta era la división de tareas establecida entre los gobiernos y las grandes compañías multinacionales. Pero las autoridades del mundo en desarrollo empiezan a tener mala fama. Sobre ellas recaen denuncias de corrupción, orientación antidemocrática, interés orientado exclusivamente al lucro e insensibilidad hacia el sufrimiento de los pobres. Y cuando no son corruptos o alguna otra cosa peor, no tienen verdadero poder para tomar decisiones, a causa de la globalización. Por lo tanto, la teoría del desarrollo apunta ahora su mira hacia el capital de las grandes compañías, para obligarlas a tener más en cuenta el bienestar humano.
Propuestas como la del secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, de crear un "compacto global" con las transnacionales son una muestra de que el nuevo objetivo es trasladar la responsabilidad por el bienestar social del Estado al mundo empresarial. El Estado queda arrinconado mientras el mercado se va adueñando del resto del terreno.
La pregunta ahora es si el capital comercial, cuya razón de ser es generar ganancias a sus dueños, puede utilizarse también para el bienestar de la sociedad. ¿Se puede confiar en el capital para un desarrollo humano sustentable? ¿El capital tiene alma?
Estas preguntas, aunque planteadas en tono menos romántico, fueron tema de discusión en un taller sobre Globalización y Desarrollo Humano organizado en Namibia por la UNCTAD y el Centro Internacional para el Comercio y el Desarrollo Sustentable (ICTSD), una organización no gubernamental (ONG) con sede en Ginebra.
El taller, realizado el 10 y 11 de mayo, tuvo lugar en el marco de un nuevo proyecto de la UNCTAD que consiste en alentar el diálogo para fortalecer la "coherencia política" entre los objetivos de desarrollo humano sustentable y la integración económica en el proceso de globalización y liberalización comercial. La finalidad del taller era echar nueva luz sobre los vínculos existentes entre esos puntos. Algunos temas de la amplia lista fueron:
* evaluar las políticas de integración comercial y de inversiones de África, desde el punto de vista del desarrollo humano sustentable;
* (ver cuáles son las) oportunidades y medidas de administración del riesgo que tienen los países de África respecto de la globalización y la mayor liberalización del mercado y las inversiones; y
* examinar las recomendaciones políticas destinadas a promover los intereses del mundo en desarrollo, incluso los objetivos del desarrollo sustentable, en el marco del sistema multilateral y de otros sistemas de gobierno internacional.
¿La UNCTAD está a la altura del nuevo desafío?
El desarrollo humano sustentable es una dimensión relativamente nueva para el repertorio de la UNCTAD, integrada sobre todo por economistas, cientistas políticos y especialistas en derecho. Los conocimientos del plantel se centran en la economía, con una fuerte tendencia neoclásica. Pocos saben realmente cómo integrar la concepción de desarrollo humano sustentable a su marco conceptual y muchos menos aún son los que logran imaginarse cómo ponerlo en marcha en su programa de trabajo. Por lo tanto, es elogiable que el organismo haya tenido la iniciativa de trabajar con algunas ONG (como ICTSD) para integrar esta nueva idea. Cerca de 20 participantes de África -del gobierno, el ámbito académico y la sociedad civil- se reunieron en la capital de Namibia con el patrocinio de la agencia de la ONU e ICTSD para discutir cómo es que la primera se propone conciliar los requisitos del desarrollo humano sustentable con los de la inversión extranjera directa (IED).
Dentro del sistema de la ONU, el mandato de la UNCTAD es supervisar el movimiento del capital mundial y las actividades de las empresas transnacionales. Como el asunto fue "heredado" por la UNCTAD de su antecesor (el Centro de la ONU sobre Compañías Multinacionales), se produjo una transformación leve pero significativa en el modo de tratar estas cuestiones. Los informes anuales sobre las inversionesen el mundo, que prepara el organismo, deben defender la liberalización de los mercados para que el capital fluya con mayor libertad, además de su tarea habitual de brindar datos sobre las corrientes de capitales.
La UNCTAD asumió el papel de alentar a los activistas del mundo en desarrollo a que favorecieran la creación de mejores condiciones que atrajeran a las transnacionales y a la IED. Las políticas que se defienden en los Informes sobre las inversiones en el mundo y en las reuniones que se hacen con los gobiernos a nivel nacional o subregional, suelen parecer contrarias a los análisis y recomendaciones que hace el propio organismo en sus informes sobre Comercio y Desarrollo, por ejemplo.
El autor de un texto presentado en el seminario de Windhoek argumentó que el papel de defensa asumido por la UNCTAD la compromete a reunir información sobre las transnacionales y las IED para luego transmitirla en forma neutral. En otras palabras, al defender con fervor la causa de la IED como elemento central para la estrategia de desarrollo de los países pobres, el organismo parece sostener una teoría que resulta indefendible, tanto desde el punto de vista lógico como histórico. No hay pruebas de que la consecuencia de la IED sea el desarrollo; en cambio pueden encontrarse argumentos sólidos para demostrar que, en muchos casos, el resultado es el subdesarrollo.
La defensa acrítica de la IED y de las multinacionales ha hecho que los informes sobre las inversiones en el mundo contengan graves errores estadísticos y conceptuales, aunque los peores sean los segundos. La estadística es, en el mejor de los casos, sierva de la teoría y, por lo tanto, conducida por ella. Cuando se relevan datos sobre el movimiento del capital de las inversiones a escala mundial, abarcando más de 150 países, y sobre las actividades de más de 100 transnacionales, es probable que se cometan errores. O que, al no conseguir la información necesaria, se recurra a "estimaciones" e incluso adivinaciones. Esto no es nuevo para los economistas, tras cuyas pretensiones "científicas" suelen ocultarse fundamentos conceptuales o ideológicos y también estadísticas equivocadas.
En el caso de los Informes sobre las Inversiones en el Mundo, lo que hace que sus estadísticas sean poco creíbles es su laxitud e indulgencia conceptual. Primero examinaremos entonces las simplificaciones conceptuales de dichos documentos. Los errores más graves son el concepto de "desarrollo", el modo en que definen la "nacionalidad" de las compañías y las definiciones que utilizan para las "entradas" y "salidas" de IED.
Veamos el modo en que la UNCTAD determina la nacionalidad de las compañías. ¿Cuál es el fundamento? Tratar de establecer la nacionalidad de una transnacional es un ejercicio peligroso, sobre todo cuando están registradas en países en desarrollo o en paraísos fiscales. Otra aventura es tratar de sacar conclusiones sobre quién es propietario y quién controla una firma a partir de su identificación nacional.
Quizá se pueda decir que Microsoft es "estadounidense" o que Toyota es "japonesa", pero ¿se puede justificar la afirmación de que "Anglo-American" es sudafricana porque está registrada en ese país y sus principales dueños son sudafricanos? El gobierno de Estados Unidos puede obligar a Microsoft a comparecer ante sus tribunales porque existe una ley antitrust y la justicia podría incluso fallar la división de la empresa en dos. Pero en el caso de Anglo-American, si el gobierno sudafricano iniciara una acción similar a la de Washington, se producirían protestas inmediatas desde Nueva York y Londres (y desde otros centros), donde se encuentran los verdaderos dueños de la firma. Sudáfrica no es propietaria de dicha empresa en ningún sentido real.
Las transnacionales pueden tener características "estructurales" similares, pero cada una tiene su propia historia y es necesario profundizar para saber quién es el verdadero dueño y quién las controla. En el caso de las llamadas transnacionales "pertenecientes" al mundo en desarrollo, hay que ser especialmente cuidadosos porque varias fueron creadas durante la época de la colonia y siguen siendo coloniales en el modo en que son conducidas y en el tipo de inversión que hacen. Una vez se descubrió que había capitales y equipos alemanes detrás de una compañía de Malasia que le suministraba equipos de energía a Zimbabwe. Los malasios eran meros intermediarios. Así que resulta difícil tomar en serio la afirmación de que "las transnacionales del mundo en desarrollo" invierten cada vez más en sus países.
¿Qué se puede hacer con los siguientes datos, que figuran en un estudio realizado por la UNCTAD en Uganda? País de origen de la IED: Gran Bretaña, Kenia, India, Canadá, Estados Unidos, Suecia, Dinamarca, Tanzania, Sudáfrica y Corea encabezan la lista (Fuente: UNCTAD, Investment Policy Review, Uganda, Ginebra, 2000, Tabla 3, p. 5).
Además del curioso fenómeno de que Kenia, que supuestamente necesita IED, exporta lo que le sobra a Uganda, también está el problema de la nacionalidad de las empresas que se considera que se originaron en Kenia. ¿Son keniatas? ¿No podrían ser ugandeses que viven en Kenia y que se llevan parte del capital de vuelta a su país? ¿Acaso no podrían ser, incluso, firmas británicas o alemanas disfrazadas de keniatas?
El punto de esta discusión es que las generalizaciones hechas en los Informes sobre las Inversiones en el Mundo acerca de la fuente y las cantidades de IED que fluyen hacia los países de Africa se basan en datos espúreos, producto de definiciones muy indulgentes. Ni los datos ni las generalizaciones deberían tener el crédito que la UNCTAD pretende darles sólo porque parecen cifras "concretas".
Quizá lo más extraño sea la definición de "outflow" o salida de capital que figura en el repertorio del Informe sobre las Inversiones en el Mundo, y sus consecuencias son las más peligrosas, por oscurantistas. Según el informe, se produce una salida de capital cuando una firma nacional exporta capital fuera de su país de origen. Si una compañía de Kenia lleva capital a Uganda, se trata de salida de capital de Kenia y se define como "IED".
Pero entonces, ¿qué se dice cuando una empresa extranjera exporta capital fuera del país? ¿Qué sucede cuando una firma británica establecida en Kenia saca capital del país? Según la UNCTAD, eso es sólo un giro de ganancias o dividendos o cualquier otra palabra que se use para rotular esa exportación de capital. Esas salidas de dinero no son verdaderas "salidas" para el diccionario del Informe.
Pero ¿qué tiene esto de oscurantista o peligroso? Para cualquier análisis de pros y contras de la IED, además de para las conclusiones que se saquen acerca de políticas a implementar, es necesario discriminar los diversos tipos de salida de capital.
Deben identificarse y analizarse las siguientes salidas de capital de África y otros países en desarrollo:
1. Dividendos/beneficios girados por firmas extranjeras.
2. Pago de deudas.
3. Incremento de pagos por aumento de tasas de interés en países industrializados.
4. Incremento del costo del capital a causa de premios por riesgo.
5. Pérdida de capital (y de empleos) debido a los Programas de Ajuste Estructural.
6. Pérdida de capital por privatización de bienes públicos en los países en desarrollo.
7. Cargos por patentes y derechos de propiedad en base a acuerdos de tecnología.
8. Cargos por gerenciamiento y consultoría.
9. Transacciones intraempresariales, conocidas como transferencia de precios.
10. Salidas de capital debido al deterioro de las condiciones de comercialización.
11. Pérdida de ganancias de exportación por medidas proteccionistas en países industrializados.
12. Pérdida de ganancias por bloqueo del libre movimiento de personas.
13. Pérdida de capital por biopiratería.
La pregunta acerca de la legitimidad de estos pagos no es válida en esta etapa. Se podría argumentar, por ejemplo, que los pagos en forma de ganancias o dividendos son legítimos, pero que las salidas de capital como consecuencia de la transferencia de precios dentro de las multinacionales no lo son. En este punto, la respuesta sería que, ya sean legítimas o no, todas estas formas constituyen efectivamente "salidas" de capital, no en el sentido limitado de los Informes de la UNCTAD sino en términos reales y tangibles. Se trata, lisa y llanamente, de volúmenes de capital que se van de un país, más allá de quién los reciba y por qué motivo, o de pérdidas de ganancias de capital, por una razón u otra.
Lo que sigue es sobre todo ilustrativo aunque implícitamente contiene la recomendación a la UNCTAD de incorporar las categorías mencionadas en su definición de "salida" de capital y de brindar una guía metodológica acerca de la confiabilidad de los datos que se obtienen así.
1. Egreso de capital en forma de ganancias o dividendos. Probablemente miles de millones de dólares del Sur al Norte a través de las firmas y bancos del Norte que operan en el Sur. Esas cifras se pueden conseguir, al menos las que sirven de indicadores.
2. Pago de la deuda en cuotas. Según fuentes del PNUD, la deuda de los países en desarrollo aumentó de 567.000 millones de dólares en 1980 a 1,419 billones en 1992; y a 1,940 billones en 1995. El pago de intereses entre 1980 y 1992 sumó 771.300 millones, más 890.900 millones de pago de lo adeudado. Así que, en 12 años, los países en desarrollo pagaron 1.700 billones de reembolso, es decir, el triple de la deuda que tenían en 1980. Sin embargo, en 1995, estaban triplemente endeudados. Si esto no es salida de capital, ¿qué es?
3. Incremento de pagos por aumento de las tasas de interés en países industrializados. Durante la década del 80, la tasa de interés de los países industrializados era de cuatro por ciento, pero el mundo en desarrollo pagaba 17 por ciento. Esto significaba un premio especial sobre los intereses de 120.000 millones de dólares anuales, dado que la deuda total superaba el billón de dólares. Pero eso no hizo sino agravar la situación, ya que las transferencias de dinero para pagar sumaron 50.000 millones en 1989.
4. Incremento del costo del capital debido a los "premios por riesgo". La crisis asiática de 1997-98, por ejemplo, provocó un importante aumento de premios por riesgo. En junio de 1997, Tailandia pagaba siete por ciento a sus acreedores, pero en diciembre del mismo año el porcentaje había ascendido a 11. A fines de ese año, Brasil y Rusia tuvieron que duplicar el rédito de su deuda a fin de seguir atrayendo inversionistas extranjeros.
5. Pérdida de capital (y de empleos) a causa de Programas de Ajuste Estructural. En 1995, por ejemplo, el Banco Mundial quería que Mozambique redujera a 14 por ciento los aranceles a las castañas de cajú procesadas. Mozambique aseguró que necesitaba 20 por ciento para subsistir, así que se negó a hacerlo. En 1996, el Banco Mundial impuso su voluntad en Mozambique, en el marco de las gestiones de alivio de la deuda para los países pobres altamente endeudados. Las industrias nacionales tuvieron que enfrentar la competencia de empresas de India y cerraron. La consecuencia fue que 10.000 personas perdieron su empleo. Aún no se ha calculado la pérdida de ingresos y de ahorro nacional.
6. Pérdida de capital por privatización de bienes públicos de países en desarrollo. A raíz de la crisis de México en 1982, el entonces Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Nicholas Brady, ideó un plan (conocido como Plan Brady) para mejorar la "condición de merecedores de crédito" de los países deudores. Mientras aún estaba en ese cargo, su socio, Hollis Mcloughling, instaló una empresa privada, Darby Overseas, en el paraíso fiscal de las Islas Caimán, para no pagarle impuestos al Departamento de Hacienda estadounidense. Al retirarse, Brady creó su propia compañía, Internacional Financial Holding. Poco después de nacida, la firma compró a precio irrisorio el cuarto banco de Perú (por su tamaño), Interbank, que había sido privatizado bajo el Plan Brady. No hubo conspiración, se trató apenas de un "negocio inteligente". Y éste es sólo un caso, que se multiplica por cien en casi todos los países en desarrollo, sobre todo en Africa, donde hubo privatizaciones "forzosas". El gobierno de Zambia, por ejemplo, dice ahora que su programa de privatización provocó graves pérdidas de capital.
7. Cargos por patentes y derechos de reproducción en base a acuerdos de tecnología. Suelen determinarse en forma arbitraria en base a acuerdos intraempresariales entre las filiales de las multinacionales que operan en los países en desarrollo. Algunos (en particular los derechos de reproducción) no implican transferencia de tecnología alguna. Es posible hacer un cálculo de la pérdida de los países en desarrollo, que podría ascender a miles de millones de dólares.
8. Cargos por gerenciamiento y consultoría. Buena parte del valor de la "ayuda" oficial a los países en desarrollo es menor a lo que se ve debido a los altos costos que se pagan en gerencia y consultores técnicos en los países "donantes". Esta cifra podría ser recaudada por la UNCTAD a través del monitoreo de los plazos y el desembolso de la "ayuda" que brinda el Norte al Sur.
9. Transacciones intraempresariales, más conocidas como transferencia de precios. Este es un método muy difundido que utilizan las empresas extranjeras para sacar capital del país sobrevaluando sus importaciones (exportando así más capital del necesario) y subvaluando sus exportaciones (impidiendo que el país obtenga réditos de exportación). Las firmas contables internacionales (que ahora se reducen a las "seis grandes" debido a las fusiones y adquisiciones) han capacitado personal cuya tarea es ayudar a sus clientes del mundo a aplicar la técnica de la transferencia de precios y a evitar el pago de impuestos. Es posible que África pierda miles de millones de dólares al año de esta manera. La UNCTAD podría buscar un método para medir este modo de salida de capital del mundo en desarrollo. Según Augustin Papic, las ventas internas de las transnacionales farmacéuticas a sus subsidiarias en América Latina se realizan a precios que superan entre 33 y 314 por ciento a los del mercado mundial. Otros ejemplos son: la industria del caucho, 40 por ciento; química, 26 por ciento y electrónica, 1.100 por ciento.
10. Salida de capital debido al deterioro comercial. En 1992, la canasta familiar del Sur había perdido 52 por ciento del valor que tenía en 1980; es decir, los países pobres tenían que exportar el doble de lo que a principios de los 80 para conseguir los mismos beneficios. Entre 1986 y 1989, el Africa subsahariana perdió 55.900 millones de dólares de ganancia debido a la caída de los precios de los productos básicos, ya que éstos representaban el 90 por ciento de sus exportaciones. Según Augustin Papic, la transferencia de riquezas que se produce de forma invisible del Sur al Norte debido al deterioro de los precios en el mercado de los productos básicos, podría sumar alrededor de 200.000 millones de dólares por año. Eso es más de lo que se paga anualmente por concepto de deuda.
11. Pérdida de los beneficios de exportación debido al proteccionismo de los países industrializados. Según el PNUD, los países en desarrollo perdieron 35.000 millones de dólares por año, conforme al siguiente detalle: 24.000 millones por el Acuerdo Multifibras, 5.000 millones en productos primarios, 6.000 millones en otros productos.
12. Pérdida de ganancias debido al bloqueo al libre movimiento de las personas. Según el PNUD, la pérdida acumulada de giros en moneda fuerte para los países del Sur fue de 250.000 millones en la década del 80.
13. Pérdida de capital por biopiratería. Las compañías estadounidenses y europeas aprovecharon la diversidad biológica de los países en desarrollo para ganar millones de dólares sin entregar ni un centavo a cambio a los dueños originarios de las semillas. Según Vandana Shiva, las variedades silvestres de semillas aportaron alrededor de 66.000 millones de dólares anuales a la economía de Estados Unidos.
Por lo tanto, la UNCTAD (y su división de inversiones) debe revisar seriamente su definición de "salida de capital" y proponer métodos para computar la salida neta de capital que se produce del Sur hacia el Norte, o la pérdida de ganancias que sufre el Sur, por el motivo que sea. La actual definición de la UNCTAD no es válida y oculta el verdadero movimiento de capital.
Se podría alegar que es difícil computar cifras como, por ejemplo, las de transferencia de precios. Eso puede ser cierto en algunos de los casos ya mencionados. Pero de todos modos es importante, y necesario, que la UNCTAD intente brindar al menos cifras indicativas. Una segunda respuesta a esta objeción es que los números actuales de flujo de capital, tal como fueron computados por los expertos del Informe, no son más que estimaciones, según sus propias declaraciones.
Defectos en las estadísticas de los informes de las inversiones en el mundo
En el seminario de Windhoek se señaló que el modo utilizado por la UNCTAD para reunir datos sobre flujo de IED no sólo es conceptualmente erróneo (cómo se demostró) sino que además se basa en información y métodos de obtención muy cuestionables.
Según el Anexo B (Anexo Estadístico) de los Informes, el método utilizado para obtener información consiste en que "Los datos más confiables y completos sobre flujo de IED disponibles son brindados por el Fondo Monetario Internacional (FMI); se obtienen directamente de los registros electrónicos del FMI que contienen estadísticas sobre balances de pago y finanzas internacionales". Otras fuentes mencionadas son: "la UNCTAD, la base de datos del FDI y las multinacionales, que contienen datos de carácter nacional y oficial, publicados o no, sobre la IED, obtenidos gracias a los bancos centrales, las oficinas de estadísticas o las autoridades nacionales".
Esto presenta varios problemas conceptuales. Primero, no se define "IED". Parece una categoría híbrida que combina IED "genuinas" (o inversiones de tipo totalmente nuevo) y movimientos de cartera e incluso de capital especulativo. A pesar de las protestas de hasta distinguidos economistas formados en Harvard, la distinción entre las inversiones de tipo totalmente nuevo y las especulativas resulta muy difícil de establecer, sobre todo cuando el capital pasa por los bancos.
Por ejemplo, durante la década del 90, Tailandia recibió capital de corto plazo y especulativo a través de los bancos. Los bancos represtaron a empresas privadas como forma de inversión, basados -como finalmente se reveló- en colaterales débiles (en propiedades o tierras). Al estallar la crisis financiera en el país a causa de la presión de los especuladores de tasas de cambio, el capital extranjero de corto plazo de los bancos abandonó el país muy rápidamente. Por lo tanto, es difícil decir previamente si este tipo de capital es para invertir o para especular solamente; y sólo se sabe después. Y la verdad es que el grueso del volumen de movimiento actual es de carácter especulativo (y esto significa de 90 a 95 por ciento).
Por lo tanto, la importancia que le brinda la UNCTAD a la IED en sus Informes es muy exagerada. El hecho de no aclarar qué porción de la IED es "genuina" crea nuevas oscuridades dado que, a pesar de la naturaleza ecléctica de su presentación (en la que a veces critican al capital especulativo), los Informes de la UNCTAD dejan la impresión general de que todas las cifras que brinda refieren a IED "genuina", que tiene un papel "significativo" en el desarrollo de los países pobres. Esto es impropio y genera confusiones, para decirlo de forma elegante.
En segundo lugar, la UNCTAD no tiene fuentes propias sobre IED y depende sobre todo de los datos que le brinda el FMI, que completa con las cifras oficiales de cada país y las bases de datos de las transnacionales. Esto causa varios problemas.
Hay que preguntar si es posible sacar números de los datos que brinda el FMI. ¿Cómo se las arreglan los expertos de la UNCTAD para esto? El Anexo B del Informe de Inversiones en el Mundo no brinda explicaciones en este sentido. También habría que preguntarse si la definición de flujo de capitales que utilizan las transnacionales es compatible con un análisis más objetivo de ese hecho desde el punto de vista del país receptor. Parecería que los Informes aceptaron la definición de IED de las transnacionales, ya que ubica la inversión extranjera en tres categorías: inversión ordinaria, ganancias reinvertidas y préstamos dentro de la compañía. Se trata de categorías legítimas, que le son útiles a estas firmas para sus propósitos. Pero ¿son también legítimas desde el punto de vista del país "receptor"? ¿No habría que considerar que la "reinversión de ganancias" es un "ahorro nacional" en lugar de nueva IED? Y además, ¿por qué se describen los préstamos dentro de la compañía como IED si se trata de transacciones internas de la empresa? ¿No será necesario elaborar una nueva definición de corrientes de capital?
Las cifras que muestran los Informes de Inversión en el Mundo (con todos sus defectos conceptuales) no son confiables ni calculables, en términos estadísticos. Los Informes suelen presentar una larga lista de países para los cuales al menos un componente de la entrada de capital en IED no está disponible. Por lo tanto, el Informe de 1999, en la Tabla 1 (p.353) muestra una serie de países en los cuales no estuvieron disponibles una, dos, y a veces ninguna de las tres categorías de IED, inversión ordinaria, reinversión de ganancias y préstamos internos a la compañía. Entonces, ¿cómo hacen los expertos para computar esas cifras? Probablemente, recurriendo a estadísticas "nacionales". Pero en cuanto a estos datos, consideremos la Tabla A sobre IED, resultado de un estudio de la UNCTAD en Zimbabwe (Globalización y Zimbabwe, 2000) a partir de varias fuentes.
La pregunta es, si la UNCTAD pretende "complementar" los datos que le brinda el FMI o que obtiene de las bases de datos de las multinacionales con cifras "nacionales" para hacer sus Informes Mundiales sobre Inversión, ¿cuál de las seis cifras diferentes presentadas aquí utilizaría? Para empeorar las cosas, los Informes admiten que "En los países donde no había datos de IED disponibles para el período (hasta 1997), estos fueron estimados por la UNCTAD".
Cuando se sugirió en el seminario de Windhoek que los datos que tiene la UNCTAD sobre IED se basan en errores conceptuales, son estadísticamente poco confiables y podrían ser incluso de una "caja negra", el funcionario de la agencia que era coanfitrión del seminario admitió que las observaciones eran válidas y que los números eran producto de una estimación.
Conclusiones
En los Informes de estos últimos 10 años existen varias señales de que la IED y las transnacionales no son absolutamente inocuas. En otras palabras, los autores de esos informes pueden mostrar pasajes en los que cuestionan el punto de vista según el cual la IED es un agente de desarrollo. Sin embargo, esto sucede en forma ecléctica, incidental. Pero el argumento general de la UNCTAD es que tanto la IED como las multinacionales son positivas para el desarrollo y que los países del Sur deberían tener las condiciones necesarias para atraer ese tipo de capital.
Aunque éste fuera el caso, habría que preguntar si la función de la UNCTAD es actuar como defensora de las transnacionales. El hecho es que aún queda mucho por demostrar para asegurar que la IED y las transnacionales son factores positivos para el desarrollo. Esta es todavía una pregunta abierta, porque el veredicto de la historia de estos últimos 50 años puede inclinarse tanto hacia un lado como hacia el otro.
En esta incertidumbre acerca de si el papel de las transnacionales y la IED es positivo o negativo, la UNCTAD tendría que haber sido más prudente en lugar de asumir una posición tan definitiva como la que muestra en sus Informes. Así, habría debido brindar evaluaciones equilibradas de la situación, indicando las debilidades de sus estadísticas y del resto de los datos cuantitativos a los que podía acceder, limitándose estrictamente a los hechos y dejando que los lectores sacaran conclusiones. Al inclinarse a favor de la IED y las transnacionales, el organismo se convirtió en su defensora y además, si el veredicto de la historia es contrario a dichas empresas, la UNCTAD deberá cargar con la responsabilidad retroactiva de no haber promovido el desarrollo sino el subdesarrollo y el empobrecimiento de los países del Sur. Esto sería muy chocante para el organismo, porque contradice su verdadera razón de ser.
Es importante que la UNCTAD abandone su papel de defensora de la IED y de las transnacionales. Debería incluso revisar la base conceptual de sus informes de las inversiones en el mundo. Y dado que su mayor orgullo es ser una institución "basada en el conocimiento", es legítimo preguntarle de donde procede su conocimiento y quiénes son sus beneficiarios. El primer paso para corregir el fundamento conceptual erróneo de los Informes sería redefinir la noción de "salida" de capital, para que ésta incluya al menos las 13 categorías mencionadas anteriormente, que son las principales responsables del continuo empobrecimiento de la mayoría de la humanidad.
El tercer paso que debería dar la UNCTAD (además de abandonar el papel de defensora de las transnacionales y de cambiar los fundamentos conceptuales de sus Informes) es integrar consideraciones de "desarrollo humano sustentable" a su programa de trabajo. Esto significa varias cosas. La primera es soltar sus amarras económicas tradicionales a fin de contratar personal especializado que tenga un concepto holístico del ser humano, y no sólo económico o de mercado. La segunda es seguir al PNUD en su reciente iniciativa de incluir el índice humano a la hora de medir el "desarrollo" y tratar de superarlo en este camino. Y la tercera es que, dado que la UNCTAD también se ocupa del comercio, debe construir un marco de conocimiento y de análisis que incluya una metodología para medir el comercio desde el punto de vista de la equidad y no sólo de la productividad.
Para ello debe superar el concepto de igualdad como bienestar que tiene el PNUD, ya que este se sitúa dentro de una filosofía utilitaria que aún tolera la existencia de un mundo asimétrico siempre que se atienda el "bienestar" de los pobres.
La UNCTAD podría ir más lejos y buscar alternativas filosóficas al bienestar y al utilitarismo. Quienes manifestaron contra la Organización Mundial de Comercio en Seattle y en Washington brindaron una clave sobre la dirección que debería tomar el mercado: justo en lugar de libre. La justicia como equidad es un concepto muy poco explorado, así que la UNCTAD podría desarrollar una nueva base de conocimiento en este sentido y proponerse un acercamiento mayor a las personas que las estructuras de poder existentes. Para ello tendría que asimilar justicia a igualdad y no a erradicación de la pobreza.
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