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OMC
Unión Europea propone nueva ronda de negociaciones para solucionar problemas En
la última reunión de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para
revisar el funcionamiento del sistema, la Unión Europea propuso
convocar una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales a
fin de examinar las quejas presentadas contra varias de sus políticas
y prácticas por algunos países miembros. Lamentablemente, la
Secretaría de la OMC trató a la Unión Europea con guantes de seda,
lo cual confirmó la percepción generalizada de que algunos miembros
del sistema multilateral de comercio son más iguales que otros. Por Chakravarthi Raghavan La
Unión Europea aprovechó el examen bienal que hace la Organización
Mundial de Comercio (OMC) de su régimen comercial, y que este año
fue del 12 al 14 de julio, para presionar a favor de una nueva ronda
de negociaciones con un “enfoque global” (que implica que
cualquiera pueda plantear cualquier asunto) y como “compromiso único”(es
decir, obligando a todos los miembros a aceptar el resultado de la
ronda en todos los sectores). Así,
la oportunidad que tenía la OMC de revisar sus logros y fracasos a
fin de incrementar la transparencia y comprensión fue utilizada por
la Unión Europea para ejercer nuevas presiones y para subrayar que no
se superarán los fracasos mientras no se convoque dicha ronda y los
demás miembros no paguen el precio de lo ocurrido. Japón
apoyó esta idea, por supuesto, y propuso que la nueva ronda involucre
también temas como la liberalización y la creación de normas para
agricultura, servicios, inversiones, competencia, facilitación del
comercio y contratación pública ,y mejora de las estrategias de
defensa comercial, un eufemismo tras el que acechan las medidas
antidumping, los subsidios y las medidas compensatorias, junto con
varios otros métodos de protección. La
ausencia de interlocutores (prevista en las normas pero eximida luego
de consultas entre el presidente del Órgano de Examen de las Políticas
Comerciales, Bangladesh, y la Unión Europea), que hubieran podido
centrar la discusión y obligar a la Unión Europea a responder
preguntas acerca de su actual política y administración comercial,
fue decisiva para que la Comisión lograra frustrar el objetivo de las
discusiones. La
propuesta de una nueva ronda fue también la respuesta de la Unión
Europea a quienes criticaron las restricciones (arancelarias y no
arancelarias) que impuso sobre las importaciones procedentes de países
en desarrollo para los sectores textil y vestido, y agricultura, dos
áreas fuertemente protegidas, al igual que a aquéllos que condenaron
a la Unión Europea por usar medidas defensivas como el dumping o los
subsidios, así como reiteradas investigaciones cuyo propósito no es
otro que el de acosar a países más débiles. El
informe de la Secretaría de la OMC se refiere a las “verrugas”
del sistema, caracterización de los fracasos por parte de Clemens
Boonekamp, que dirige el Mecanismo de Examen de las Políticas
Comerciales de la Organización. Pero las menciona como algo
secundario, en términos fácticos, mientras que cuando se trata de
denunciar el proteccionismo de los países en desarrollo, se utiliza
un lenguaje mucho más estridente para aconsejarles una mayor
liberalización si desean aumentar sus beneficios. En el sistema de la
OMC, “todos son iguales, pero algunos son más iguales que otros”. Algo
que apenas se menciona en el informe de la Secretaría es que los
miembros individuales de la Unión Europea subsidian no sólo al
sector agrícola, además de la ayuda ofrecida por la propia
comunidad, sino también a la industria. Para ello, varios países
recurren a la desgravación fiscal como forma de subsidio y exigen el
uso del contenido nacional. Sólo
India y unos pocos países más expusieron esta situación en detalle,
pero no obtuvieron ninguna respuesta real. Lo que escucharon a cambio
fue la propuesta de lanzar una nueva ronda general de negociaciones
para resolver estos problemas. El
hecho de que todos los discursos empezaran refiriéndose al liderazgo
de los europeos en la OMC y a la importancia de sus mercados para
poder destinarles sus exportaciones es un indicio del poder y la
influencia de la Unión Europea, a través de la red de acuerdos
preferenciales con condicionamientos e incentivos. El
informe revela que, hasta ahora, la integración del sector textiles y
vestido de la Unión Europea a las normas del GATT es de apenas 5,4
por ciento de sus importaciones restringidas de 1990. (Los ministros
propuestos en la última Comisión Europea para cumplir con la tercera
etapa de integración seguirán aplicando un valor simbólico similar,
y la mayoría de las restricciones desaparecerán, si se mantienen las
promesas, sólo al final de 2004). La
respuesta de la Unión Europea a esta y otras quejas fue siempre la
misma: los países en desarrollo que pretenden tener más acceso al
mercado deberían negociar y liberalizar su propio comercio para
exportar a la Unión Europea. Y
el informe de la Secretaría, en lugar de presentar una opinión crítica,
se limita a hablar de la liberalización de la Unión Europea a través
de acuerdos preferenciales, como la unión aduanera con Turquía y con
todas las economías de transición de Europa con las que tiene
acuerdos (una de las etapas previas al acceso futuro), y la eliminación
de cuotas. No se le dedica una palabra a las consecuencias que tiene
dicha liberalización en los países en desarrollo exportadores, que
en el futuro estarán en mayor desventaja aún, ya que la competencia
está actuando en el mercado desde ahora. En
agricultura, la Unión Europea recurre con frecuencia al mecanismo de
Salvaguardias Especiales, disponible sólo para aquéllos que, como la
Unión Europea, contaban con barreras no arancelarias antes de la
entrada en vigor de la OMC y las convirtieron en aranceles luego de la
Ronda Uruguay (a través de un mecanismo conocido como “fijación
arancelaria sucia”). Dicho método se puede utilizar cuando los
precios de importación disminuyen hasta quedar por debajo de los
precios límite o cuando los volúmenes de importación son menores a
los establecidos como límite, sin que el país afectado tenga que
llevar a cabo los exámenes habituales de protección o de daños. Se
trata de una de las mayores injusticias perpetradas por la OMC contra
los países en desarrollo a través de su acuerdo agrícola. La
Unión Europea invoca salvaguardias especiales en cuanto a precios,
desde 1995, respecto de productos como la carne vacuna, el pavo, la
yema de huevo desecada, ciertos productos derivados del azúcar y
comidas no cocinadas en base a carne. También se ampara bajo este
mecanismo, pero por temas de volumen, para tomates, pepinos, naranjas,
mandarinas, limones, manzanas y peras. Los
informes de la Secretaría sobre los reclamos presentados por la Unión
Europea cada año están en el formato que utiliza la OMC, es decir,
los datos sobre comercio y aranceles están en HS de ocho dígitos
para el Sistema Integrado de Datos de la Organización, al igual que
los detalles sobre subsidios a la agricultura y demás. Pero parecería
que en las notas de la Secretaría sobre las negociaciones agrícolas
(que se llevaron a la Sesión Especial del Comité de Agricultura,
realizada en julio), los datos que debían ser comparados figuran en
el sistema SITC de cuatro dígitos que utiliza la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) y lo llamativo es que no se los pudo obtener en
el otro lenguaje. Para
varias delegaciones es obvio que si la Secretaría hubiera deseado
utilizar sus recursos informáticos, y lo hubiera hecho, habría
podido traducir los datos agrícolas del lenguaje SITC al formato HS
de ocho dígitos para ayudar a los negociadores. Por lo tanto, ¿se
trata de un caso de incompetencia o de un ejemplo más del poder que
ejerce la Unión Europea sobre la Secretaría? La
Unión Europea también utiliza medidas antidumping y compensatorias
en forma generalizada. En 1998, fue la segunda, después de Estados
Unidos, en cuanto a la frecuencia de aplicación de dichas medidas. El
inicio de investigaciones nuevas se multiplicó por tres en 1999 y pasó
a 66. Cuando dichos exámenes concluyan, se aplicarán más sanciones. El
informe de la Secretaría no menciona la existencia de información
disponible sobre la tendencia de la Unión Europea a iniciar
investigaciones repetidas sobre los mismos productos a pocos días de
terminada otra anterior. Esto ha ocurrido en el sector de los textiles
y el vestido, y las víctimas han sido varios países en desarrollo. Apoyo a la agricultura y la industria En
agricultura, además de las medidas adoptadas en la frontera para
impedir la entrada de importaciones, el año pasado la Unión Europea
invirtió 50.000 millones de dólares en apoyo nacional y subsidios a
la exportación, para implementar su Política Agrícola Común. Los
países miembros de la Unión aportaron 13.000 millones de dólares más,
distribuidos desigualmente. Francia entregó 2.700 millones de dólares;
Alemania, 2.100 millones; Italia, 1.900 millones; Finlandia, 1.500
millones y Gran Bretaña, 1.300 millones. Esas sumas incluyen los
subsidios que se notificaron a la OMC como programas libres de la
Medida de apoyo agregada, que obliga a reducir el apoyo nacional (las
categorías exentas del “compartimento verde”). La opinión de la
Unión Europea es que en el caso de estos subsidios entregados por
cada país miembro no es obligatorio cumplir con las normas de la OMC. La
tendencia de la Unión Europea desde 1995 ha sido incrementar los
pagos para cultivos arables, aceite de oliva y carne bovina. La mitad
de los subsidios a la exportación cayeron desde ese mismo año,
debido en general a la merma de artículos subsidiados tan importantes
como los cultivos arables, los productos lácteos y la carne bovina,
cuyos precios aumentaron. Los
subsidios de la Unión Europea a la exportación, por valor y por
volumen, han sido comprendidos dentro de su compromiso anual en trigo
y harina de trigo, semillas de colza, manteca y aceite de manteca,
leche descremada en polvo, queso, frutas y vegetales frescos y
procesados, y tabaco sin procesar. Pero superó los límites
establecidos en granos (1998–99), arroz (1996-97), azúcar
(1997-98), carne vacuna (1996-97), carne porcina (1998-99), huevos
(1998-99), aceite de oliva (1996-97), carne de aves de corral
(1997-98), otros productos lácteos (1997-98), vino (1996-97 y
1997-98), alcohol (1998-99) y productos incorporados. Según
datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), el apoyo brindado por la Unión Europea a los productos agrícolas
(Equivalente de Subsidio al Productor, en porcentajes) fue igual en
1997-98 al de 1986-88 (la base adoptada para las negociaciones de la
Ronda Uruguay). Debido a la caída de los precios en el mercado
mundial para los productos de la Política Agrícola Común, el
Equivalente de Subsidio al Productor aumentó de 38 por ciento en 1997
a cerca de 49 por ciento en 1999. Aparte
del sector agrícola, se brindan muchos subsidios a la industria, por
diversas vías que quizá sean legales bajo el Acuerdo sobre Subsidios
y Medidas Compensatorias, dado el modo en que los países en
desarrollo lo aceptaron en la Ronda Uruguay. La ayuda estatal de los
15 países miembros de la Unión Europea durante el período 1995-97
ascendió a 95.000 millones de euros, lo cual equivale a 1,2 por
ciento del PIB de la Unión Europea. El
informe señala que la Unión Europea notifica sobre sus programas de
apoyo amparada en al Acuerdo sobre Subsidios y Medidas Compensatorias,
pero que existen diferencias entre ella y sus socios comerciales en
cuanto al grado de cumplimiento de sus obligaciones. Además
de los programas para toda la comunidad, cuyo 45 por ciento del
presupuesto de la Unión Europea fue destinado en 1998 a la
agricultura y 37 por ciento a las llamadas operaciones estructurales,
se gasta otro 3,9 por ciento en investigación y desarrollo. Más allá
de estos programas, existen planes estatales en cada país. El
informe de la Secretaría de la OMC señala, sin entrar en detalles
acerca de cómo y cuánto, que en Francia, Irlanda, Italia y Portugal,
alrededor de 30 por ciento de la ayuda destinada a la industria se
brinda en forma de desgravación arancelaria. India,
nuevamente, fue la que presentó algunos comentarios detallados sobre
el hecho de que las leyes impositivas que producen desgravación
arancelaria violan el Acuerdo sobre Subsidios y Medidas Compensatorias
porque son en realidad subsidios a la exportación o subsidios
contingentes para el uso de bienes nacionales. Los puntos principales
fueron:
Todo
esto es de dominio público y fue planteado incluso por Estados Unidos
(ante el Órgano de Solución de Diferencias de la OMC) para
defenderse en el caso presentado en su contra por su ley de Empresas
de Ventas al Exterior y también del fallo que consiguió la Unión
Europea, que deberá implementar el 1 de octubre. Por lo tanto, esto
fue informado por los mismos medios financieros en los cuales se basa
la Secretaría para elaborar sus informes (sobre regímenes y prácticas
comerciales de otros países). La
Unión Europea tiene la mayor red de acuerdos sobre preferencias
comerciales, lo cual brinda beneficios a los países preferidos e
implica obstáculos para los demás. Este
tratamiento de preferencias de la Unión Europea se aplica a las
importaciones de ocho miembros de la OMC que son: Australia, Canadá,
Corea del Sur, Estados Unidos, Hong Kong-China, Japón, Nueva Zelanda
y Singapur. El
tratamiento más beneficioso se brinda a los países de África,
Caribe y el Pacífico, al igual que a los menos desarrollados (pero
con protección contra la importación de productos de sectores muy
sensibles). Sin embargo, existen otros acuerdos regionales de
preferencias que favorecen a ciertas economías de ingreso medio en
detrimento de otras naciones más distantes y más pobres. Varios
de los países favorecidos se quejaron por el modo en que se aplica el
sistema de preferencias e incluso algunos de los ocho favoritos se
mostraron inquietos respecto de la totalidad de distorsiones
comerciales que implica dicho funcionamiento. Varios otros más dieron
a conocer también esas desventajas y fue India nuevamente quien
presentó el argumento más detallado. Medidas de defensa comercial El
informe de la Secretaría sostiene que la Unión Europea es un
frecuente usuario de medidas de defensa comercial, pero India indicó
que la mayoría de los casos iniciados por la Unión Europea fueron
contra los países en desarrollo. Incluso en el propio informe de la
Unión Europea, India fue el país contra el que más se aplicaron
medidas de defensa en 1998, ya que 2,5 por ciento de sus exportaciones
a la Unión Europea estuvieron sujetas a medidas antidumping o
antisubsidios. En contrapartida, sólo 0,3 por ciento del total de las
importaciones de la Unión Europea están sujetas a dichas sanciones. En
varios casos, se iniciaron investigaciones aun cuando las
importaciones estaban en los niveles de minimis. Muchas veces se
presentan reclamaciones y se inician casos de diferencias sin
fundamento. Luego se admite el retiro voluntario de la protesta, en
lugar de aplicar alguna medida punitiva, lo cual hace que los
demandantes se presenten una y otra vez con el mismo pedido. Los
reclamos amparados en las normas antidumping y antisubsidios se
presentan en forma simultánea y se catalogan juntos. Los productos
textiles se convirtieron en el blanco preferido a la hora de presentar
diferencias e iniciar investigaciones. En numerosas ocasiones, el
mismo caso se cierra y se vuelve a abrir a los pocos días. La
Unión Europea también ha utilizado el Sistema Generalizado de
Preferencias para establecer condiciones de preferencia, es decir,
adhesión a las principales condiciones de trabajo establecidas por la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), a pesar de que la
declaración de dicho organismo estipula claramente que la misma no
debe utilizarse con fines proteccionistas. Estas condiciones son
contrarias a los principios del Sistema Generalizado de Preferencias y
de nación más favorecida de la OMC. India,
igual que Pakistán y algunos pocos países más, planteó también el
problema del modo en que la Unión Europea implementa su limitado
compromiso de acceso al mercado según el GATS respecto del movimiento
de las personas naturales. Japón
se había quejado antes por el tiempo que le lleva conseguir un
permiso de trabajo o renovar sus visas de trabajo a las personas que
no son ciudadanas de la Unión Europea. India
indicó que, según el GATS y los compromisos que implica, la prueba
de necesidades económicas que aplica la Unión Europea a los
prestadores de servicios demora, en general, unas cinco semanas. A eso
hay que sumarle otras cinco semanas, el tiempo que lleva obtener un
permiso de trabajo. En total, quienes no son ciudadanos de la Unión
Europea deben esperar 10 semanas para empezar a trabajar. Y también
hay muchas otras restricciones graves. La
Unión Europea también adoptó la política de fijar valores de
importación estándares para determinadas frutas y vegetales,
amparada en el Acuerdo de Tasación Aduanera. Después de más de un año
de retrasar las cuestiones planteadas sobre este asunto en el Comité,
la Unión Europea confirmó que aplicará ese sistema. Pero no ha
habido señales acerca de si ella misma o alguno de sus miembros
plantearon reservas en la Ronda Tokio o amparándose en la OMC. La Unión
Europea aún tiene que aclarar bajo qué acuerdo actuó, porque hasta
ahora se ha limitado a decir vagamente que el asunto debe resolverse
en negociaciones bilaterales. India
protestó por el nuevo régimen aplicado al arroz, basado en
importaciones con aranceles fijos y propuesto por la Unión Europea,
porque significa una depreciación de la variedad basmati, que se
exporta a la Unión Europea. Hong
Kong, al igual que India, expresó su disgusto por la lentitud con que
la Unión Europea integra los productos de textiles y vestido. Además,
se preguntó cómo hará la OMC para llevar a cabo una ronda sobre
liberalización comercial si hay que tratar esos asuntos no
comerciales. Y si no es “políticamente posible” iniciar una nueva
ronda sin tales inquietudes no comerciales, ha llegado el momento de
establecer un diálogo serio en la OMC acerca de cuáles son los temas
prioritarios. Malasia
se quejó del alto costo de los aranceles que pesan sobre los
productos que le interesa exportar: aceite de palma, frutas tropicales
procesadas, derivados del cacao, plástico y calzado de goma. Este país
también fue víctima de varias acciones antidumping. Una vez (en el
caso del acero inoxidable), se le impusieron aranceles compensatorios
y órdenes de antiabsorción, que impiden al exportador absorber la
medida compensatoria (lo cual no figura entre las normas de la OMC).
Las políticas de adquisición de madera de la Unión Europea prohíben
el uso de madera tropical dentro de la Unión Europea. También
existe una serie de reglamentaciones para la exportación de carne
vacuna, aves de corral y pescado. Hay unas 80 normas sobre importación
de alimentos. Para
finalizar la sesión, el presidente del Órgano de Examen de las Políticas
Comerciales de la OMC hizo un resumen. El documento indica que, si
bien los países miembros de la OMC aprecian el carácter de apertura
general del mercado de la Unión Europea, existen unas cuantas
inquietudes puntuales al respecto. Las principales son: aranceles y
cuotas que superan el promedio en el sector de textiles y vestido; la
lentitud del ritmo con que se integran esas áreas; el funcionamiento
de la Política Agrícola Común, que limita el acceso al mercado y
cuyas consecuencias afectan a los mercados mundiales por el importante
uso de subsidios a la exportación, además de la complejidad de los
efectos que produce el proteccionismo sobre la importación de
productos agrícolas; la aplicación de medidas antidumping y de
subsidios; la creciente incidencia de dichas medidas y su impacto en
países en desarrollo; y finalmente el uso de normas técnicas,
medidas sanitarias y fitosanitarias, y pruebas de evaluación de la
conformidad. Todo esto se convirtió en un factor decisivo el acceso
al mercado y, en ciertas ocasiones, llegó a erigirse en verdaderas
barreras comerciales. El presidente agregó que varios países
miembros habían presentado preguntas por escrito y aseguró que las
respuestas de la Unión Europea serán publicadas junto con el
documento sobre las discusiones. |