Orden Económico Internacional | |
Una visión del Norte
El
Norte ha dirigido la agenda de desarrollo para sus propios fines,
evadiendo su responsabilidad de resolver los problemas enfrentados por
el Sur, así como las estructuras sistémicas que perpetúan las
desigualdades en el orden económico internacional, según un informe
del South Center emitido en vísperas de la Cumbre del Milenio de la
ONU. Por Someshwar Singh Esta
es la segunda vez en sólo dos meses que el secretario general de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, ha sido
criticado por alinearse con el Norte y adoptar sus prioridades, en
lugar de hacerle frente a las realidades y necesidades de la mayoría
de los países del mundo. El informe “Un mundo mejor para todos”,
emitido en conjunto por las autoridades de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el Banco Mundial y la ONU, y publicado en vísperas
de la Cumbre Social realizada en Ginebra, ha recibido una condena
general. El
Informe del Milenio de Annan “Nosotros los Pueblos” fue objeto de
dura crítica por parte del South Center, con sede en Ginebra. Con la
intención de servir de guía para la participación de los países
miembros del Grupo de los 77 (países en desarrollo) en el debate de
la Asamblea del Milenio, el informe del South Center argumenta que la
“agenda de desarrollo” ha sido secuestrada por el Norte y el
principal desafío de la comunidad internacional debe ser
reestablecerla efectivamente. Durante
los últimos tiempos, dice el informe, el Norte se las ingenió para
reescribir la agenda internacional de desarrollo en sus propios términos,
y la convirtió en un “proyecto” selectivo (a menudo orientado a
la asistencia técnica) o en una agenda “orientada al problema”, más
que en una agenda que abordara asuntos sistémicos. Durante
años el Norte argumentó que él mismo había sido afectado por los
problemas de los países en desarrollo, y que su solución era una
tarea tanto para el Norte como para el Sur. No obstante, ahora pone
mayor énfasis en la responsabilidad de los países del Sur respecto
de su desarrollo nacional, y les impone un creciente número de
condicionamientos bilaterales y multilaterales en sus pautas del
desarrollo, procesos políticos y opciones de política. El
“caballito de batalla” de la pobreza El
informe analiza algunos de los tratados de la modificada agenda de
desarrollo actual, y afirma que la pobreza parece haber reemplazado al
desarrollo como principal preocupación de la comunidad internacional.
“El tema de la pobreza se transformó casi en un consigna que
intenta trivializar el tema”. Los
indicadores de pobreza son selectivos y están sobresimplificados.
Suelen quedar reducidos a una simple cifra global, por ejemplo, cuántas
personas viven con un dólar diario. “Dentro de este enfoque, los
cientos de millones de personas pobres y niños que mueren
prematuramente en el Sur por hambrunas, enfermedades, calamidades y
desastres naturales y conflictos civiles pueden aparecer como una
estadística positiva y un indicador de que la extensión de la
pobreza global está siendo reducida”, dice el informe. “A menudo
la pobreza es fabricada para hacerla aparecer como una variable
independiente, divorciada de las causas estructurales, económicas y
con profundas raíces. Partiendo de que la reducción o erradicación
de la pobreza queda en gran parte librada a la dinámica del mercado,
lo que se propone son remedios, más que medidas preventivas”. En
el escenario mundial, los países del Norte han ocupado hábilmente el
terreno de la moral elevada, y desde su posición estratégica se
permiten sermonear al Sur -sus gobiernos y pueblos-, señala el
informe. “El léxico que se aplica actualmente al Sur proyecta una
imagen pobre de sus países y pueblos. Muchas de las categorizaciones,
algunas con connotación moral e implicancias y trasfondos políticos
negativos, son aplicadas estratégicamente para rebajar la intensidad
de los enfrentamientos políticos contra los países en desarrollo.
Para ello cuentan con un gran apoyo de los medios de difusión
internacionales, con base en el Norte”. En
el informe se denuncia que mientras al Sur se le asigna el papel de
villano, la imagen del Norte se proyecta como un dechado de moralidad
y claridad. “El Norte logra desviar la atención de la agenda de
desarrollo internacional y de sus propias responsabilidades”. Por
ejemplo, los “países industrializados persiguen con celo misionero
el cumplimiento de los derechos humanos en el Sur. Pero los esfuerzos
del Sur por que se incluyan los derechos al desarrollo, la alimentación,
la educación, la atención de la salud y medicinas, la vivienda, el
empleo e ingresos fijos –de los que millones de seres humanos no
gozan– como derechos humanos no son aceptados por los países
avanzados, supuestamente porque involucra responsabilidades de su
parte”. Con
relación al costo y disponibilidad de las medicinas para el sida en
el Sur, el informe dice que en el Norte y el Sur se ha entendido, quizás
por primera vez, que la muerte y la miseria de cientos de millones de
personas y niños es directamente atribuible a las “políticas y
acciones tomadas en las legislaturas y administraciones nacionales, o
en las empresas transnacionales del Norte, así como también en las
negociaciones internacionales donde se negocian los acuerdos. Omitir
ayuda en la implementación de medidas que puedan prevenir la muerte
de decenas de millones de personas cada año es un crimen contra la
humanidad, y un ejemplo de la inmoralidad globalizada”. El
Sur se ha convertido en el sostén del “tren de la globalización”
manejado por el Norte, dice el South Center, pero nadie dice hacia dónde
va o cómo y por qué. “La ONU puede y debe brindar el contexto
institucional para este proceso. Sin embargo, actualmente, muchos de
sus impresos y documentos tienden a ser políticamente moderados
cuando se aborda la naturaleza y el impacto de la globalización”,
afirma el informe. Con
relación a las normas y los regímenes globales determinados a través
de la Ronda Uruguay de la OMC y las instituciones de Bretton Woods, así
como a través de la ONU en los últimos años, el informe dice que
“generalmente ignoran los desafíos de desarrollo que enfrentan los
países pobres. Las estructuras, instituciones y reglas del juego
menoscaban la soberanía política y económica, y la identidad de los
países en desarrollo, a expensas de los cuales se fortalecen los más
poderosos”. |