Desarrollo | |
El Banco Mundial no mira hacia atrás Aún
cuando pueda haber atenuado su discurso sobre la apertura de los
mercados, la edición de este año del Informe sobre Desarrollo
Mundial publicado por el Banco Mundial sigue básicamente propugnando
la liberalización del comercio y el mercado de capitales. Además, a
pesar de que este año la reducción de la pobreza es uno de los temas
del informe, no reconoce para nada la contribución que el propio
Banco Mundial hizo al empobrecimiento de los países y pueblos a través
de las rebatidas políticas de ajuste estructural. Por Chakravarthi Raghavan Es
posible lograr índices importantes de reducción de la pobreza, pero
para ello será necesario tener un enfoque más amplio que aborde
directamente las necesidades de los pobres en los sectores de
oportunidades, participación y seguridad. Tal es la reflexión que
hace el Banco Mundial en su Informe del Desarrollo Mundial
2000-2001: Ataque a la pobreza, que fue dado a conocer el 12 de
setiembre, en vísperas de las reuniones anuales del Fondo Monetario
Internacional (FMI) Y EL Banco Mundial en Praga. El
informe es el resultado de dos años de elaboración plagada de
controversias que condujeron incluso a la renuncia de uno de sus
autores principales, Ravi Kanbur, de la Universidad de Cornell. El
proyecto de Kanbur, que algunas ONGS lograron poner en Internet, era
sumamente crítico de las políticas de ajuste estructural, los
consejos y condiciones del FMI y el Banco Mundial, y también de la
imposición de los dogmas de liberalización de los mercados en los países
en desarrollo. Las severas críticas al secretario del Tesoro de
Estados Unidos, Lawrence Summers, y al presidente del Banco Mundial
James Wolfensohn, así como la presión del Departamento de Tesoro,
sobre el Banco para que cambiara la política del informe, provocó la
salida de Kanbur. También
desplazaron al economista principal y vicepresidente del Banco
Mundial, Joseph Stiglitz, bajo cuya dirección general comenzó a
realizarse el informe, luego de haber expresado públicamente sus críticas
al Departamento de Tesoro de Estados Unidos y a las políticas del
FMI. El
Informe sobre el Desarrollo Mundial 2000-2001 presenta
opiniones, políticas y opciones sobre la pobreza y la reducción de
la pobreza, y una serie de políticas nacionales e internacionales
para combatir la pobreza –ofreciendo “oportunidades”,
“participación” y “seguridad” a los pobres- y cita los
esfuerzos del Banco a lo largo de cuatro o cinco décadas de préstamos
para el desarrollo para promover el crecimiento y el desarrollo, y
resolver la pobreza. Sin mirar para atrásEl
filósofo danés Soren Kierkegaard, dijo: “Sólo los ladrones y los
gitanos dicen que uno nunca debe regresar al lugar donde ha estado”.
Tal vez en la cita haya que agregar también al Banco Mundial y sus
economistas. Si
bien el Banco parece tener una larga trayectoria en materia de
experiencias y análisis económicos y sociológicos, en lo que hace a
las causas de la pobreza y cómo “combatirlas” parece bastante
parco, e ignora por completo su propia contribución al
empobrecimiento a través de los préstamos condicionados y los
asesoramientos políticos impuestos a los países, empezando por el
programa de préstamos que inició Robert NcNamara a fines de los años
60, siguiendo por los préstamos de ajuste estructural del FMI y el
Banco Mundial en los 80, luego el Consenso de Washington de los 90 y
hasta nuestros días. En
respuesta a los periodistas que preguntaron si el informe reconocía
que el Banco había presionado a los países en desarrollo a través
de los préstamos condicionados, Christina Malmberg Calvo, economista
del Banco Mundial, los remitió a los capítulos 3 y 4 del informe.
Pero ambos capítulos –dentro de los temas de “oportunidades” y
relativos a “Crecimiento, desigualdad y pobreza” y “Mejorando el
funcionamiento de los mercados para los sectores pobres”- no parecen
resolver los errores de los anteriores consejos del organismo
multilateral en materia de políticas, como por ejemplo reformas del
mercado, privatización, liberalización del comercio, liberalización
de los mercados financiero y de capital, fijación de precios y
servicios y bienes públicos en el mundo en desarrollo (agua, salud,
educación) y otros por el estilo. Como
el informe “Un mundo mejor para todos”, publicado por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU), el FMI, el Banco Mundial y
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE) y lanzado en la Cumbre Social Mundial (Copenhague + 5)
realizada en junio, este informe ha identificado siete objetivos de
desarrollo. Según dice, la comunidad internacional los ha establecido
“a partir de discusiones en diversas Conferencias de la ONU
celebradas a lo largo de los años 90”, incluida la definición de
la pobreza sobre la base de un dólar (paridad del poder adquisitivo
de 1993) por día. Utiliza este valor (definido por sí mismo y
adoptado en el informe “Un mundo mejor para todos” por el
secretario general de la ONU, Kofi Annan) y los datos de 1998 para
aducir que se ha reducido la pobreza en Asia oriental y hasta cierto
punto en el sur de Asia, pero está en aumento en el resto del mundo. Entre
1987 y 1988, el porcentaje de población de las economías en
desarrollo y en transición que vivía con menos de un dólar diario
disminuyó del 28 al 24 por ciento. No obstante, esa reducción está
por debajo de la tasa necesaria para llegar al objetivo internacional
de desarrollo que se propuso para el 2015 reducir a la mitad los
niveles de pobreza extrema, dice el Informe. Lo
que el Banco no dice es que, si se excluyen los datos para China e
India, el panorama de la pobreza resultante es muy diferente. Y tanto
China como India lograron un crecimiento rápido en los 90 y escaparon
a la crisis financiera de 1997 y 1998 sobre todo porque hubo veces en
que adoptaron políticas contrarias a los consejos del FMI y el Banco
Mundial, si bien sin anunciarlo abiertamente. Después
de que por largo tiempo el Banco Mundial brindara un asesoramiento político
uniforme para todos en materia de préstamos para ajuste estructural y
condicionamientos, ahora dice: “No hay un proyecto simple y
universal para poner en práctica esta estrategia. Los países en
desarrollo deben elaborar su propia combinación de políticas para
reducir la pobreza, que reflejan las prioridades nacionales y
realidades locales. Las opciones dependerán del contexto económico,
sociopolítico, estructural y cultural de cada país, y, es más, de
cada comunidad”. El
Informe sobre Desarrollo Mundial propone una estrategia a tres puntas
para la reducción de la pobreza, bajo el título de “Promover las
oportunidades, facilitar la participación e incrementar la
seguridad”. Dentro
de la primera estrategia, exhorta a aplicar medidas que ofrezcan a los
sectores trabajo, crédito, caminos, electricidad, mercados para sus
productos, y escuelas, agua, sanidad y salud. Luego continúa: “Las
reformas del mercado pueden ser centrales para expandir las
oportunidades de los sectores pobres, pero las reformas deben reflejar
las condiciones institucionales y estructurales nacionales. Y es
necesario que existan mecanismos para crear oportunidades y compensar
a los posibles perjudicados de la transición”. Dentro
de la segunda estrategia, se dice en el informe que en el proceso de
lograr que los sectores pobres tengan acceso a las diversas
oportunidades, la responsabilidad y la rendición de cuentas son intrínsecamente
políticas y requieren la colaboración activa de la sociedad, una
colaboración que podría ser promovida por cambios en la forma de
gobierno que logren que la administración pública, las instituciones
legales y los servicios públicos sean más eficientes y responsables
para con los ciudadanos. En
el informe también se exhorta a aplicar políticas y adoptar medidas
para reducir la vulnerabilidad de los pobres a las conmociones económicas,
los desastres naturales, las enfermedades, la discapacidad y la
violencia personal. La
inversión y la innovación tecnológica son los principales motores
del aumento de puestos de trabajo e ingresos salariales, dice el
Informe, y exhorta a aplicar políticas que alienten la inversión y
reduzcan los riesgos de los inversionistas privados, a través de políticas
fiscales y monetarias estables, regímenes de inversión estables,
sistemas financieros saneados y un entorno comercial transparente y
claro, en el que las inversiones privadas estén complementadas por la
inversión pública para aumentar la competitividad y crear nuevas
oportunidades de mercado. Pero
la liberalización es la liberalización Pero,
por supuesto, el Informe sobre Desarrollo Mundial no abandona su
adhesión a la liberalización del comercio o del mercado de
capitales, los dos sectores en torno a los que los proyectos iniciales
de Kanbur habían planteado interrogantes. En
el Informe se habla ahora de mercados internacionales que ofrecen una
enorme oportunidad de trabajo y crecimiento del ingreso –en
agricultura, industria y servicios- si bien concede que la apertura al
comercio puede crear ganadores y perdedores. Con ello hace una concesión
a quienes han criticado sus afirmaciones pasadas de que la
liberalización del comercio trae ganancia a todos por igual. Ahora se
acepta que esa apertura al comercio “debe estar bien diseñada,
poniendo especial atención en las peculiaridades específicas de un
país así como en las limitaciones institucionales y otros cuellos de
botella, previendo una secuencia de políticas para fomentar la creación
de empleo y administrar la pérdida de fuentes de trabajo”. También
se habla en el Informe de la necesidad de administrar con prudencia la
apertura de mercados de capital para reducir los riesgos de la elevada
volatilidad de las corrientes de capital. Luego se añade: “La
inversión directa a largo plazo puede traer externalidades positivas,
tales como transferencia de conocimiento, pero las corrientes de
capital de corto plazo pueden traer externalidades negativas, en
especial volatilidad. Es necesario instrumentar políticas que las
aborden por separado”. Pero
los estudios realizados y publicados por el Grupo de los 24 (países
en desarrollo dentro del marco del FMI y el Banco Mundial), y algunos
otros que están en la fase de elaboración, sugieren que la inversión
extranjera directa puede acarrear transferencia de conocimiento (y
tecnología) sólo en aquellos casos en que los gobiernos puedan
ejercer cierto control y dirección. Y estudios recientes sugieren que
ni siquiera provoca acumulación o innovación de capital o tecnología
en los países en desarrollo. Se
continúa haciendo una apelación, a nivel más general, a que la acción
internacional apoye las políticas y acciones de los países en
desarrollo y las economías en transición, en especial de parte de
los países industrializados para abrir sus mercados de manera más
completa a las importaciones provenientes de los países pobres,
especialmente en los sectores de agricultura y manufacturas y
servicios con uso intensivo de mano de obra. También reclama más
ayuda y financiamiento del mundo desarrollado para el alivio de la
deuda a través de la Iniciativa para los Países Pobres Muy
Endeudados. Irónicamente,
en coincidencia con la publicación del Informe sobre Desarrollo
Mundial, en Londres se realizaban reuniones técnicas entre delegados
del FMI y el ministro británico Gordon Brown, presidente del Comité
Interino para las reuniones de Praga, sobre la agenda de la
Conferencia. Uno de los delgados explicó en privado que se intentará
persuadir a los países en desarrollo y las economías en transición
de que acepten un aumento de las tasas de interés del FMI, de manera
que ese aumento de ingresos pueda ser utilizado para financiar la
Iniciativa para los Países Pobres Muy Endeudados. Una
de las preguntas que se formularon en el intercambio con la prensa, se
refirió a qué cosas estaba haciendo el Banco Mundial para asegurar
que las transnacionales promovieran el desarrollo. Los funcionarios
del organismo multilateral y un representante del Consejo de
Desarrollo de Ultramar, con sede en Washington, hablaron de los
esfuerzos por ofrecer vacunas contra el sida y otras contribuciones de
las transnacionales farmacéuticas en el campo de vacunas y
medicamentos. Cuando
un corresponsal señaló que eso se trataba de ejercicios de
relaciones públicas y que toda su investigación estaba dirigida a
resolver problemas de los países industrializados, y no de los países
en desarrollo, los funcionarios del Banco hablaron de los crecientes
préstamos para educación y salud. Pero más allá de decir que los préstamos de la Asociación Internacional para el Desarrollo, parte del Grupo del Banco Mundial que presta en condiciones más favorables a los países más pobres, no cobran intereses, los funcionarios no pudieron o no quisieron responder sobre los intereses que se cobran por los préstamos para la prestación de bienes públicos. También admitieron que un problema serio era quién se beneficiaría de las actividades de investigación financiadas con fondos públicos, especialmente en términos de patentes. Nuevamente, no dieron respuestas definitivas sobre las políticas del Banco Mundial en esas áreas. |