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FMI - Banco Mundial Praga y después El FMI y el Banco Mundial
mantuvieron prácticamente incambiado su perfil luego de las reuniones
anuales en Praga, pero se presentaron varias propuestas de cambio en la
modalidad de operación. El autor evalúa las posibles consecuencias de
las transformaciones sugeridas y destaca los puntos que preocupan a los
países en desarrollo, insistiendo en que las instituciones de Bretton
Woods deberían resolverlos con urgencia. Por Rammanohar
Reddy La
imagen que quedará de las Reuniones Anuales del 2000 del Fondo
Monetario Internacional (FMI) será, muy probablemente, la que difundió
la prensa internacional: un manifestante iracundo preparándose para
lanzarle una piedra a la policía el día en que las marchas callejeras
contra la globalización se volvieron violentas en Praga. Pero a pesar
de lo que piensen sus críticos, esta imagen que da la idea de que ambas
instituciones están acosadas, no es muy precisa. Aunque
los manifestantes obligaron a cerrar las reuniones anuales un día antes
de lo previsto, las “gemelas de Bretton Woods” seguirán entre
nosotros igual que lo han hecho desde hace más de medio siglo. La
ola de críticas en los parlamentos nacionales, en particular en el
Congreso de Estados Unidos, ha pasado y, si bien los países donantes no
cumplieron con sus promesas, es poco probable que se lleve a cabo una
gran revisión del tipo de la que realizó la Comisión Meltzer,
recomendada por Washington hace unos meses. El
FMI y el Banco Mundial dejan Praga casi en la misma situación que
antes, aunque ambas entidades estén dando pruebas de haber efectuado
cambios, pequeños pero definitivos y de diversos tipos. Cuando
se decidió en 1995 que las reuniones de este año se realizarían en
Praga, la expectativa era que el lugar podría utilizarse como vidriera
de la exitosa transformación de los países de Europa oriental, que en
una década abandonaron las economías centralizadas para convertirse en
sociedades de mercado. Pero eso no sucedió. Un estudio del Banco
Mundial, divulgado durante la conferencia de Praga, muestra en cambio
que se agravó la pobreza en Europa oriental, aunque Polonia y la República
Checa constituyan honrosas excepciones. Aunque
el cambio de Europa oriental fue tachado de la lista de temas de la
reunión anual debido a las protestas contra la globalización, los
organismos encargados de formular las políticas de las instituciones de
Bretton Woods intentaron jugar un papel activo en dos asuntos de
actualidad, aunque ninguno está directamente dentro de su ámbito de
acción. Cuando
la caída de los altos precios del petróleo, el Comité Internacional
Monetario y Financiero del FMI trató de presentar el asunto como si
hubiera habido un acuerdo con los países petroleros para lograr una
mayor estabilidad en los precios. Pero el hecho decisivo para que
bajaran los precios fue que Estados Unidos liberó parte de sus
reservas, y no los pronunciamientos del Comité Internacional Monetario
y Financiero. Luego,
el FMI intentó hacer alharaca con la situación de caída del euro. La
intervención coordinada del banco central durante las reuniones pareció
indicar que los gobiernos de Europa occidental y América del Norte
estaban prestando atención a los consejos del FMI. Pero al término de
las conversaciones, la mención del banco central parecía algo fugaz y
el euro ya no mostraba ninguna señal de recuperación después de 20
meses de declive. Jamás
habría sido posible que el FMI y el Banco Mundial tuvieran demasiado
que decir en cuanto al precio del petróleo o el valor del euro. Sugerencias
para el cambio Entonces,
¿cuál es el cambio que se produjo en Praga? Hubo dos cambios. El
director del FMI, Horst Kohler, presentó nuevas ideas y sugerencias
para introducir modificaciones. No todas son sustantivas y no siempre
van en la dirección deseable para los países en desarrollo. Pero luego
de la debacle ocurrida cuando el FMI se hizo cargo del manejo de la
crisis de Asia oriental en 1997 y del desvío de créditos hacia Rusia,
era necesario construir una nueva imagen. También
hubo cambios en el Banco Mundial, aunque se trata de una entidad que
muestra cada vez más señales de agotamiento y que no parece avanzar
hacia ningún lado en su misión de erradicación de la pobreza. La
propuesta del FMI de asumir un papel más amplio, de vigilancia y
prevención de crisis, y de retirarse de las actividades basadas en el
crédito, fue apoyada por todos sus accionistas. India fue la encargada
de señalar los peligros de la estrategia formulada por el FMI para
prevenir las crisis. La
decisión de centrarse completamente en el desarrollo de
reglamentaciones uniformes para las operaciones bancarias, los seguros y
las acciones, o la transparencia de los gobiernos, se basa en que las
crisis financieras se originan en las economías nacionales más que en
el funcionamiento de los mercados financieros mundiales, indicó India. Otro
punto, también señalado por India en Praga, es la necesidad de adoptar
códigos y estándares acordes al grado de desarrollo de cada país. Al
término de las reuniones anuales de 2000, este argumento pareció gozar
de una mayor aceptación. Pero
el mayor cambio que puede operar el señor Kohler en el FMI consiste en
mejorar el sesgado sistema de votación. El modelo que brinda tanto
poder a los países industrializados ha sido la piedra angular durante décadas.
Ahora, Kohler ha hecho enfadar a unos cuantos, sobre todo de Europa
occidental, al anunciar su intención de eliminar ciertas inequidades.
Esto no puede hacerse en unos pocos meses y los países en desarrollo
vigilarán al director del FMI para ver si él también se olvida de
ellos, como lo hicieron otros antes. Por
su parte, el Banco Mundial parecía en Praga una organización
moribunda. Los discursos de su presidente, James Wolfensohn, acerca de
las medidas iniciadas para erradicar la pobreza sonaban cada vez más
mortecinos y no convencían ni a los países en desarrollo ni a las ONG. El
Banco Mundial presentó ante el Comité de Desarrollo -el otro órgano
encargado de formular las políticas del Banco y el FMI- una propuesta
de trabajo sobre lo que llamó bienes públicos mundiales, es decir,
sectores de intervención de los que se beneficiarían todos los países. A
pesar de lo confuso que resulta este término para caracterizar la
intervención del Banco Mundial en diversas áreas, las sugerencias
parecen provenir de una organización sobreextendida que intenta asumir
cada vez más papeles nuevos. El Comité de Desarrollo pidió al Banco
Mundial que trabaje más el tema y presente luego propuestas más
depuradas y concretas. Pero
lo más grave fue la propuesta de Estados Unidos de promover un cambio
radical en cuanto a la cobertura de los créditos del Banco Mundial. La
primera sugerencia consistió en que los países de ingreso medio (750 a
3.000 dólares por habitante) no deberían ser elegibles para obtener préstamos
del Banco. Así, de un plumazo, se eliminaría de la nómina a varios países
de Asia oriental y América del Sur. La segunda sugerencia proponía que
los que tuvieran una actuación mediocre deberían pagar un interés
mayor que los más exitosos. Por suerte, al menos por ahora, el Comité
de Desarrollo pudo rechazar estas ideas. Si
algo le hubiera granjeado al Banco Mundial algo más de apoyo de la
opinión pública habría sido ampliar la Iniciativa de los Países
Pobres Muy Endeudados. Los grupos de la sociedad civil hicieron fuertes
campañas para extender la condonación de la deuda sobre la base de la
Iniciativa, pero tanto las ONG como los países endeudados del mundo en
desarrollo se quejaron de que el asunto avanza con gran lentitud. Hace
un año, el Grupo de los Siete países más industrializados prometió
una gran ampliación de los términos de condonación de la deuda. Hasta
ahora, los progresos hacia un verdadero alivio de dicha carga han sido
muy escasos, tanto en términos de cobertura como de cantidad. Sólo 10
de los 41 países elegibles cumplen con los requisitos, por lo cual serán
merecedores de una renuncia gradual. Por el momento, el país que debe
hacer la mayor contribución, Estados Unidos, todavía no ha entregado
fondos para la Iniciativa de los Países Pobres Muy Endeudados. Si
bien la clave de esta Iniciativa la controlan gobiernos de países
industrializados, ni el FMI ni el Banco Mundial mostraron en Praga
demasiado interés en presionar para que se amplíe el proyecto. Después
de Praga, las instituciones de Bretton Woods siguen formando parte del
escenario al que pertenecen desde 1944. Hay
quienes argumentan que, en un mundo donde los capitales privados
internacionales que circulan son tanto mayores que la asistencia oficial
y multilateral, ambos tipos de ayuda pierden relevancia. Esto no es del
todo correcto porque, en primer lugar, dado que los capitales privados
son tan volátiles, siempre será necesario que exista un supervisor o
un prestamista al que recurrir en último caso, como el FMI. Y en
segundo lugar, como los fondos privados del planeta se concentran en
menos de 20 países, el Banco Mundial cumple el rol de complementar los
recursos nacionales de los países pobres. Ambas instituciones pueden ser imperfectas y más sensibles a los intereses de los donantes que a los de los necesitados. Pero su relevancia no puede ser cuestionada. ---------------- |