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Informe sobre La
economía mundial mejora, La economía mundial crecerá y se estabilizará en el corto plazo, pero esta perspectiva podría no cumplirse de no resolver ordenadamente las desigualdades crecientes, dice el Informe sobre Comercio y Desarrollo 2000, de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Por Chakravarthi
Raghavan Según
las previsiones, el crecimiento de la economía mundial superará este
año el tres por ciento, pero “han surgido otras líneas de
fractura” que vuelven más vulnerables a los países en desarrollo.
Si no se resuelven los problemas del sistema mundial de finanzas y
comercio, y las principales potencias siguen decidiendo sus políticas
sin tener en cuenta sus repercusiones a escala mundial, los países
del Sur se verán perjudicados de inmediato, advierte la Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en su
Informe sobre Comercio y Desarrollo 2000, publicado el 19 de
setiembre. Los
economistas de la UNCTAD manifiestan su inquietud ante un fenómeno al
que denominan “economía mundial con rostro de Jano” y además señalan
que, una vez más, los países industrializados resuelven sus
problemas trasladando el asunto a los países en desarrollo, que ya
están sobrecargados. Según
el Informe, dos grandes fuerzas económicas rivalizan hoy en el mundo
por atraer su atención: la promesa de una “nueva economía”
sustentada en las tecnologías novedosas que fascinan a los
responsables de las políticas económicas, incluidos los de los países
más pobres, y la creciente inestabilidad, que va unida a la
globalización comercial, junto con una profunda incertidumbre acerca
del impacto de las crisis financieras sobre las perspectivas de
crecimiento. “Si
bien las perspectivas sobre la economía mundial se han vuelto mucho más
optimistas desde fines de 1999, por otro lado ha aumentado el riesgo
de que los desequilibrios provoquen otro desastre financiero”,
advierten los autores del Informe. Y a pesar de la mejoría registrada
en la economía mundial entre 1999 y principios de 2000, aún existe
una gran incertidumbre y subsisten varios desafíos, indican los
economistas de la UNCTAD. “La mayoría de las previsiones sobre la
continuidad de la expansión mundial se basan en un escenario en el
que la economía de Estados Unidos no estará demasiado comprometida y
eso posibilitará el crecimiento de Europa y Japón, que servirán de
apoyo a la recuperación de América Latina y Asia”, señalan los
autores del Informe. No
basta con confiar exclusivamente en las fuerzas del mercado y en la
política fiscal: se necesita un “liderazgo mucho más audaz,
similar al que favoreció el advenimiento de la última edad de oro
(la era poskeynesiana de crecimiento y prosperidad de la
posguerra)”, sostiene el secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero,
en el borrador de 78 páginas que precede al Informe final. La fecha
de publicación de los próximos estudios de la UNCTAD será en abril,
por eso el de este año es un borrador. Además
de examinar la economía mundial y sus perspectivas, el Informe
analiza la recuperación de Asia oriental y presenta conclusiones
contrarias a las del Banco Mundial que, en un trabajo publicado este año,
realizó un giro de 180 grados respecto de su postura de 1993, cuando
publicó “El milagro de Asia oriental”, un trabajo que elogiaba el
tipo de relaciones de las instituciones gubernamentales con el sector
privado y aconsejaba a otros países en desarrollo que siguieran ese
ejemplo. El nuevo informe del Banco Mundial, en cambio, sostiene que
fue dicho tipo de vínculo el que desencadenó la crisis. El
Informe 2000 de la UNCTAD también se refiere al incremento del precio
del petróleo y advierte que el último aumento abrupto no tendrá un
impacto comparable al de la década del 70, ya que sólo alcanzará a
los países en desarrollo importadores de petróleo. “Sin embargo,
se le prestó muy poca atención al problema de los países en
desarrollo importadores de petróleo, que tienen ingresos muy bajos y
cuya balanza de pagos ha sufrido un deterioro significativo”,
subraya el Informe. La
evaluación del impacto causado por el aumento del petróleo se basa
en consideraciones puramente económicas, indica el principal autor
del Informe, Yilmaz Akyüz. A diferencia de lo sucedido en los años
70, los exportadores de petróleo ya no son países con exceso de
capitales y utilizarán el aumento de los beneficios para financiar
sus importaciones, explica el economista. Pero
también hay que tener en cuenta las consecuencias políticas del
aumento de los precios del petróleo, es decir, de las protestas y
manifestaciones de los camioneros, agricultores y otros sectores en
Europa y en otros lugares, donde los altos aranceles nacionales que se
aplican al combustible provocaron un aumento de los precios en general
y los gobiernos tuvieron que intervenir para amortiguar el impacto
sobre los consumidores. Desequilibrios
mundiales crecientes “Si
no se logra resolver los desequilibrios de forma ordenada, serán muy
perjudiciales para el crecimiento de los países en desarrollo”,
insiste Ricúpero. Akyüz, jefe de la División de Estrategias sobre
Globalización y Desarrollo de la UNCTAD, sostiene que existen grandes
desequilibrios entre Estados Unidos y otros países industrializados,
y que éstos se deben al sector privado más que al público, “lo
cual hace que la situación sea aún más frágil”. Las
medidas fiscales ya no forman parte de la batería de recursos
disponibles para el manejo de la macroeconomía y la coordinación de
políticas entre los países sólo se utiliza para administrar las
crisis en lugar de para prevenirlas. Por eso, la posibilidad de
realizar “un reajuste ordenado de los desequilibrios sin que haya
que sacrificar el crecimiento” es ilusoria, según el Informe. “La
carga del ajuste a los desequilibrios económicos mundiales recae
sobre la política monetaria únicamente, lo que es motivo de
preocupación”, dice Ricúpero en su análisis. “Los
desequilibrios macroeconómicos que se dan hoy en el mundo presentan
ciertas semejanzas inquietantes con los registrados en las décadas
del 70 y del 80, cuando la ausencia de cooperación y coordinación
entre las mayores potencias económicas produjo fracturas sistémicas
y aterrizajes difíciles, pero además lo que hemos aprendido acerca
de la economía mundial en las últimas décadas nos enseña que el
fracaso en corregir esos desequilibrios de forma ordenada será
sumamente perjudicial para el crecimiento de los países en
desarrollo”. El
Informe anuncia que es posible que la economía mundial se vuelva aun
más robusta en los próximos años y que se consoliden el crecimiento
y la estabilidad a escala mundial. La economía estadounidense puede
liberarse de varias presiones si logra reducir ordenadamente su
crecimiento hasta una tasa sostenible que sea compatible con las
mayores posibilidades que brindan las nuevas tecnologías. Además, si
Europa y Japón crecen con más vigor, Estados Unidos dejará de ser
el único motor del crecimiento mundial. En
este “escenario ideal”, los precios del petróleo y los tipos de
interés se estabilizarían y el dólar volvería a alinearse
gradualmente. La reactivación de las corrientes de capital, junto con
la continuación de las reformas internas y la difusión de las nuevas
tecnologías, haría que los países en desarrollo comenzaran a
cosechar los prometidos frutos de la globalización. “Sin embargo,
también se reconoce que los desperfectos que ha ocasionado la crisis
asiática no se eliminarán sólo con lanzar conjuros a la nueva
economía, y que hacer realidad las promesas de la globalización
exigirá grandes esfuerzos en el terreno de las políticas económicas”,
se advierte en el Informe. “No
sólo no han desaparecido las causas últimas que despertaron los
temores a una recesión en 1998-1999, sino que además han surgido
otras líneas de fractura a lo largo de las cuales pueden producirse
movimientos inesperados que tendrían consecuencias dañinas no sólo
para las economías industriales sino también, lo que sería más
preocupante, para los países en desarrollo”, agregan los
economistas de la UNCTAD. “Las perspectivas podrían empeorar rápidamente
si los principales países industriales siguieran decidiendo sus políticas
sin tener en cuenta sus repercusiones mundiales en las corrientes de
comercio y de capitales”, insisten. El
Informe agrega: “El atractivo que siguen teniendo para los nuevos
residentes los activos expresados en dólares ha ayudado a mantener
una situación en la que ha disminuido el ahorro privado, ha aumentado
la deuda privada, ha crecido el déficit por cuenta corriente y se ha
formado una burbuja financiera en el mercado de los valores tecnológicos,
lo que también ha servido para dar un impulso keynesiano a la economía
estadounidense. Ahora bien, esta situación no puede durar
indefinidamente. En efecto, los factores que están acelerando el
crecimiento en Estados Unidos también han mermado la eficacia de la
política monetaria para conseguir un aterrizaje suave, y los tipos de
interés más elevados han servido hasta el momento para atraer más
capitales del extranjero, lo que a su vez ha hecho subir los precios
de los activos financieros y ha aumentado la demanda efectiva, la
fortaleza del dólar y el déficit del comercio exterior”. Si
bien ha habido esperanzas de que la Unión Europea sustituya a Estados
Unidos en su papel de motor del crecimiento mundial, y aun suponiendo
que se acelere el crecimiento, es improbable que Europa proporcione al
resto del mundo un estímulo comparable en el sector de la demanda, ya
que su crecimiento ha dependido de las exportaciones, ayudadas por un
euro débil. Más
allá de las dificultades y tensiones que hay dentro de Europa entre
las economías de crecimiento rápido y las de crecimiento lento, y de
los problemas que se le presentan al Banco Central Europeo, así como
la consolidación del dólar como moneda de reserva, la situación es
difícil debido al poder hipnótico que aún conserva sobre sus políticas
macroeconómicas la teoría de que las elevadas tasas de desempleo son
estructurales y no pueden reducirse sin acelerar la inflación. Esta
noción prevalece a pesar de haber sido desacreditada por la
experiencia de Estados Unidos, donde las políticas de expansión
dispararon el crecimiento de la productividad. La
experiencia enseña que grandes desequilibrios de pagos exteriores y
de capital entre Estados Unidos y otros grandes países industriales,
podrían implicar una amenaza grave al crecimiento y la estabilidad
mundiales, ya los inversores en los países con excedentes podrían
dejar de desear la posesión de activos expresados en dólares. “Por
consiguiente, como en situaciones anteriores, el peligro radica ahora
en que el callejón sin salida a que han llegado las políticas económicas
concluya con cambios mucho más bruscos de lo que sería necesario o
conveniente. Un desenlace de este tipo sería muy preocupante para los
países en desarrollo, pues sus variables económicas fundamentales
son hipersensibles a los movimientos de los tipos de interés y las
corrientes de capital en los demás países, al tiempo que sus
exportaciones se verían gravemente afectadas por el menor crecimiento
de sus economías”, indican los autores del Informe. La
vulnerabilidad de los países en desarrollo a los cambios en las políticas
económicas de los principales países industriales dependería,
entonces, de la salud actual de sus economías. Desempeño
del mundo en desarrollo El
Informe indica que la situación de América Latina empeoró debido al
aumento del déficit del comercio exterior y la caída de las entradas
de capitales en toda la región, que constituyen señales de “que el
continente se encontraba en dificultades”. Hubo
diferencias dentro de la región. México obtuvo un crecimiento
relativamente alto, gracias a sus lazos comerciales cada vez más
estrechos con Estados Unidos, al igual que ocurrió en algunos países
de América Central y el Caribe. La dura política aplicada para hacer
frente a la amenaza del contagio de la crisis financiera empujó a
algunos países a la recesión. La situación podría haber sido peor
aún si Brasil no hubiera capeado su tormenta financiera, pero la
defensa por Argentina de la vinculación de su moneda con el dólar
asestó un golpe mucho más duro a su economía real el año pasado, y
el producto nacional disminuyó en más de tres por ciento. En
Asia, India y China siguieron creciendo por encima de la media. El
crecimiento de India se debe a la industria, a pesar de la situación
del sector agrícola (caída de la cosecha por problemas climáticos).
China se benefició de la recuperación regional en 1999, pero su tasa
de crecimiento de siete por ciento siguió siendo la más baja de toda
la década. La suavización a corto plazo de las políticas fiscal y
monetaria con el fin de impulsar la demanda no logró estimular el
consumo privado, con lo cual fueron las exportaciones y el gasto público
quienes impulsaron el crecimiento, y los responsables de la política
económica buscan ahora un nuevo camino de crecimiento. Se espera que
el ingreso a la OMC ayude, pero si ello obligase a devaluar con el fin
de proteger a algunas de las empresas nacionales menos competitivas,
sobre todo las estatales, otros países de la región podrían sufrir
las consecuencias. Una
vez más, África no pudo en 1999 igualar el crecimiento de 1996. Y
los desafíos políticos del África subsahariana siguen siendo
superar las limitaciones que impone la escasez de ahorro y de divisas,
además de aumentar las inversiones para alcanzar por lo menos un
crecimiento anual de seis por ciento. “A pesar de que han conseguido
recuperarse rápidamente de la depresión que padecían en 1998, la
vulnerabilidad a los choques externos sigue siendo una amenaza
inmediata para las perspectivas de crecimiento de los países en
desarrollo”, dice Ricúpero en el estudio. “Los esfuerzos
conjugados que hacen estos países para participar plenamente en una
economía mundial cada vez más interdependiente tropiezan aún con
los perjuicios y las asimetrías que aquejan a los sistemas comercial
y financiero. Son muchísimos los exportadores que luchan por tener
acceso a los mercados de los países ricos, y las mismas oscilaciones
extremas de los precios que ya antes sufrieron los productores de
productos básicos han empezado también a alterar los planes de los
productores de manufacturas. En Seattle, fue manifiesta la resistencia
a abrir una nueva ronda de negociaciones comerciales multilaterales
que tuviera en cuenta las necesidades de desarrollo de los países más
pobres, sobre todo los problemas que tienen para aplicar los
compromisos asumidos en la Ronda Uruguay, en tanto que los
desequilibrios comerciales entre los grandes países industriales no
hacen más que acentuar las inquietudes de los países en desarrollo.
Cuando ya han transcurrido varios años de reformas internas aplicadas
con grandes sacrificios, esos países siguen dependiendo de unas
entradas de capitales sumamente inestables para financiar su
crecimiento”. “Las
perspectivas de crecimiento de los países en desarrollo dependerán
de cómo se afronten estos problemas. Con un sistema comercial y un
sistema financiero mundiales cada vez más interdependientes, está
claro que confiar exclusivamente en las fuerzas del mercado y en la
política monetaria no bastará. Serán necesarios también una mayor
cooperación y un mayor diálogo internacionales si se quieren
aprovechar todas las posibilidades que encierran las nuevas tecnologías
de colmar el foso cada vez más profundo que separa a los países
ricos de los países pobres. Esto exige un liderazgo mucho más audaz,
similar al que favoreció el advenimiento de la última edad de
oro”, concluye el Informe de la UNCTAD. |