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Informe
Comercio y Desarrollo 2000 Fusiones
y adquisiciones El
Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2000, de la Conferencia de
las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), centra su análisis
en la creciente incidencia de las fusiones y adquisiciones
transfronterizas, que estaría impulsando una nueva escalada de los
volúmenes de inversión. No obstante, todavía falta demostrar los
supuestos beneficios de las fusiones y adquisiciones, y de la inversión
extranjera directa (IED) en general. El Informe tiene varios puntos débiles,
tanto desde el punto de vista conceptual como estadístico, por lo que
hace una pobre contribución al tema. Por Chakravarthi Raghavan Alentado
por el ritmo frenético de las fusiones y adquisiciones
transfronterizas –más adquisiciones que fusiones, en realidad- los
flujos mundiales de inversión extranjera directa (IED) excederán el
billón de dólares en el 2000, dijo la Conferencia de las Naciones
Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) el 3 de octubre, durante
el lanzamiento de su Informe sobre las Inversiones en el Mundo 2000.
El documento se centra en las fusiones y adquisiciones
transfronterizas y llega a conclusiones y propuestas de política
tentativas y contradictorias. El
secretario general de la UNCTAD, Rubens Ricúpero, que dio a conocer
el informe en Ginebra, subrayó en una rueda de prensa la importancia
de las políticas nacionales y declaró que éstas en gran medida
explican las consecuencias positivas y negativas de la IED en los países
del Sur y su impacto en el desarrollo. En
una reseña del informe, Ricúpero expresó que las fusiones y
adquisiciones transfronterizas, incluida la compra por parte de
inversionistas extranjeros de empresas estatales privatizadas, están
llevando los volúmenes de inversión extranjera a nuevos récords.
Pero, por otro lado, permaneció a la vez cauto y escéptico en cuanto
a sacar conclusiones generalizadas o dar consejos. El
autor principal del informe, Karl Sauvant, habló en términos más
efusivos. En una rueda de prensa que dio en Nueva York, Sauvant declaró
que estamos ante el surgimiento de un nuevo mercado mundial para las
empresas, se compran y venden compañías a través de las fronteras
en una escala sin precedentes. El
informe establece una distinción entre la IED que ingresa a los países
en desarrollo como fusiones y adquisiciones, y las inversiones en
“nuevas instalaciones”, y argumenta que si bien en el corto plazo
las fusiones y adquisiciones pueden plantear problemas, a la larga
benefician a los países en desarrollo. También
concede que la evidencia empírica acerca tanto de los vínculos entre
fusiones y adquisiciones transfronterizas y el desarrollo como de la
forma en que difieren de otros modos de ingreso de IED, todavía es
muy limitada. Agrega que el análisis del informe sobre este tema
“es en gran medida conceptual” y constituye apenas un primer
intento por evaluar el protagonismo que les cabe a las fusiones y
adquisiciones transfronterizas en el desarrollo. El
informe trata de establecer diferencias entre las inversiones
extranjeras en cartera y de otro tipo que ingresan a los países en
desarrollo, las fusiones y adquisiciones y las inversiones en nuevas
instalaciones y cómo deberían juzgarse los efectos de las
privatizaciones. En ese sentido, cita el informe del año pasado e
insiste en que es necesario recordar que la propia IED, cualquiera sea
su modo de ingreso, sirve para complementar los recursos y esfuerzos
nacionales, que son la llave para el proceso de desarrollo. Promoción de la IED El
informe argumenta que los gobiernos reconocen la importancia de atraer
IED y valoran su inversión de cartera y los préstamos bancarios,
especialmente durante las crisis financieras. Sin embargo, un estudio
de Gordon Hansen, de la Universidad de Michigan, y el Departamento
Nacional de Investigaciones Económicas, cuestiona las políticas y
medidas (incluidos diversos subsidios) para promover la IED,
diferenciada de las inversiones en cartera, y aconseja a los países
en desarrollo mantenerse escépticos ante las promesas de que la
promoción de la IED aumentará el bienestar nacional. Otros
estudios de años anteriores, tanto del Grupo de los 24 (que reúne a
los países en desarrollo en el ámbito del FMI y el Banco Mundial)
como documentos de personal del Banco Mundial y el FMI, y documentos
de discusión de la UNCTAD, plantearon claramente las dificultades
para establecer ese tipo de distinciones ya que incluso la IED puede
ser disfrazada como derivados, vaciando las distinciones de todo
contenido. El
estudio del académico estadounidense, encomendado para los ministros
de Finanzas de los países del Grupo de los 24 que se reunieron en
Praga en vísperas de la reunión anual del FMI y el Banco Mundial,
concluye en que no hay prácticamente pruebas de que la IED genere algún
tipo de beneficio para las economías receptoras. Hansen
se concentra en el subsidio (a través de diversas medidas fiscales y
de política) de la IED que ingresa a los países tanto
industrializados como en desarrollo, y señala que en teoría esos
subsidios se otorgarían si las transnacionales fueran intensivas en
el uso de factores abastecidos de manera elástica, si la llegada de
las transnacionales al mercado no bajara la participación de las
empresas nacionales y si la IED generara un crecimiento importante de
la productividad. Hansen
dice que la investigación empírica da a entender que es muy poco
probable que se mantengan tanto la primera como la tercera condición.
También cuestiona la opinión de que la IED -y la tecnología y otros
beneficios que supuestamente trae aparejada una transnacional cuando
ingresa a un país- aumente la productividad de los agentes
nacionales. Si bien son los países de elevada productividad y las
industrias dentro de ellos los que atraen a las transnacionales, no
hay evidencia firme a nivel de la empresa o el establecimiento
industrial de que la IED eleve la productividad de las empresas
nacionales. Y es más: según el estudio, parece que el
establecimiento de industrias con una importante presencia
multinacional tienden a registrar menor aumento de la productividad. El
estudio de Hansen es negativo en cuanto a los beneficios para el
bienestar nacional de los países receptores en el caso de la IED en
Brasil con respecto a las plantas de Ford y General Motors (donde dice
que los subsidios ofrecidos por Brasilia pueden haber implicado una pérdida
para el bienestar nacional) y de la planta Intel en Costa Rica (en que
no hubo subsidios sino una tasa impositiva de casi cero para las
empresas), donde no se produjeron efectos derivados en la
productividad del país ni tampoco vínculos con empresas nacionales. Durante
la rueda de prensa, Ricúpero habló de las preocupaciones que acucian
a los países en desarrollo con respecto a las fusiones y
adquisiciones de las empresas nacionales y/o ex empresas estatales. Un
recuadro del panorama general contempla dichas preocupaciones, entre
las que figuran las relacionadas con las fusiones y adquisiciones, que
trascienden el ámbito económico y alcanzan el social, político y
cultural. El
recuadro dice que el pasaje de la propiedad de importantes empresas de
manos nacionales a extranjeras puede ser considerado como lesivo para
la soberanía nacional y en los hechos una recolonización. (Este término
fue utilizado por primera vez por el autor en un artículo redactado
en 1985, y luego en 1990 como parte del título de un libro sobre una
nueva ronda de negociaciones comerciales que incluía temas nuevos y
cuyo resultado previsible era empujar a las economías de los países
en desarrollo en el tipo de relación que tenían con las metrópolis
durante la era colonial.) Es
halagador ver que el Informe de la UNCTAD utiliza la misma terminología,
pero las cuestiones de la economía no pueden estar divorciadas de los
elementos políticos, culturales o sociales y de la consideración que
se hace de los mismos. En
el Panorama General del Informe sobre las Inversiones en el Mundo, Ricúpero
traza un paralelo entre la actual oleada de fusiones y adquisiciones,
la concentración de propiedad y el aumento de monopolios y
oligopolios por un lado, y lo que ocurrió en Estados Unidos durante
la última década del siglo XIX -que desembocó en las leyes
antitrust Clayton y Sherman-, por el otro. El
Informe dice que esto podría significar que lo que ocurre tal vez sea
sólo el principio de un proceso de consolidación masiva a escala
regional y mundial. En ese caso, es muy importante aplicar los
necesarios instrumentos de política para hacerle frente, entre ellos
y de forma especial, la política de competencia, con un enfoque que
tome en cuenta los intereses y las situaciones de los países en
desarrollo. Sin embargo, esto no resuelve los verdaderos paralelismos
y su ausencia, y de ahí los peligros de una política de competencia
“global”. Resulta
cuestionable, incluso en Estados Unidos, la efectividad de las leyes
antitrust Clayton y Sherman, y cuán subjetivas son las decisiones,
que acaso dependen del financiamiento de las campañas de los partidos
y de los candidatos triunfantes. Y además, es difícil separar el
alcance y efectividad de esas leyes y políticas de la realidad de un
estado federal y un Tribunal Supremo, y los mecanismos coactivos que
acompañan la decisión de un tribunal. ¿Cómo
podrá desempeñarse ese papel a escala mundial para garantizar la
aceptación por parte de los países en desarrollo de un tipo así de
política de competencia mundial? ¿Podrían o deberían los países
en desarrollo confiar en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y
su proceso de solución de diferencias? Y con conflictos y diferencias
entre potencias económicas en pie de igualdad -como Estados Unidos y
la Unión Europea- en torno a temas como cuándo el poder del mercado
se convierte en una amenaza para la competencia, ¿sería suficiente
una norma mundial en economías pequeñas donde incluso una empresa
con solo el 20 por ciento del poder del mercado, con innumerables
abastecedores a pequeña escala y descentralizados, puede constituirse
en un oligopolio? Estos
son temas serios de economía política que el Informe sobre las
Inversiones en el Mundo no aborda, dado el enfoque que adopta con
relación a la IED y las transnacionales y sus actividades, que
implica una aceptación más basada en la fe que en los hechos. El
estudio sobre la IED del informe dice que las corrientes de IED a los
países industrializados aumentaron a 636.000 millones de dólares en
1999 (de 481.000 millones en 1998), mientras que la IED a los países
en desarrollo aumentó a 208.000 millones comparada con los 179.000
millones de 1998. Según
el Informe, las corrientes globales de IED aumentaron 16 por ciento,
lo que equivale a 800.000 millones el año pasado. El Reino Unido, con
199.000 millones, es el mayor inversionista en el exterior. Las
voluminosas fusiones y adquisiciones, y el vigor sostenido de su
economía lo hicieron el mayor receptor de IED: 276.000 millones de dólares
o un tercio del total mundial. La
IED en América Latina y el Caribe aumentó drásticamente el año
pasado, superando los 90.000 millones de dólares. Los ingresos de IED
en todos los países de Asia aumentaron a 106.000 millones. Pero los
de Europa Central y Oriental y África permanecieron “bastante
modestos”, en 21.000 millones y 9.000 millones de dólares
respectivamente. Confuso Como
en el pasado, el Informe sobre las Inversiones en el Mundo brinda una
cantidad considerable, y confusa, de datos y ejemplos, y varios “tal
vez”, “podría”, etc., para sugerir efectos de goteo de la IED y
de las fusiones y adquisiciones, conceptualmente positivos
(transferencia de tecnología, aumento de la productividad,
exportaciones, etc.). Varios
académicos y economistas, como Bob Stucliffe, Gerald Epstein,
Alejandro Nadal y Yash Tandon, han cuestionado de otros Informes sobre
las Inversiones en el Mundo y artículos sobre temas de la IED, las
dificultades de comparar y analizar los datos estadísticos y de otro
tipo, ya sea con otras fuentes o con el propio Informe. Parte
del problema radica en las propias estadísticas –que a menudo son
estimaciones y no son confiables- y las formas muy inteligentes en que
los ingresos y salidas se disfrazan por diferentes razones, incluida
la evasión fiscal por las grandes transnacionales. También
incide la forma en que se prepara y produce el Informe sobre las
Inversiones en el Mundo, con poco tiempo para sentarse y mirar con
ojos desapasionados todo el documento para detectar alguna contradicción
interna con otras conclusiones de la propia UNCTAD, o con otros
documentos también firmados por el secretario general o dentro de su
competencia. Otra
parte del problema tiene que ver con la forma en que el FMI decide
sobre la organización de los datos nacionales y su informe a los
fines de la balanza de pagos, donde mezcla el flujo de efectivo, el
flujo neto y el balance nacional por consideraciones ideológicas. Al
comienzo del Anexo B, donde están las estadísticas, el Informe da su
explicación sobre las contradicciones en materia de datos con que se
toparían quienes traten de analizar los hechos y sacar una conclusión
en materia de política. Las contradicciones se refieren a cómo se reúnen
y verifican los datos, que se basan en los datos de balanza de pagos
del FMI, la última Quinta Edición del manual del FMI y sus
clasificaciones “arbitrarias” sobre IED y otras corrientes de
capital. Por
ejemplo, ¿cuál es la base real para decidir que 10 por ciento del
capital o “holding” de una entidad residente de una economía en
una entidad de otra califica para el concepto de “inversión
extranjera directa” e implica “un interés duradero”, en que el
inversionista ejerce un grado significativo de influencia en la
administración de la empresa? Es
fácil citar ejemplos -pero eso no habilita a sacar conclusiones
generalizadas- de casos de empresas de participación mixta o
sociedades donde no alcanzaría ni siquiera un 49 por ciento y otros
donde apenas un cinco o seis por ciento de participación en el
capital social le permite tener el control de la empresa. Luego están
los casos en que hasta el 100 por ciento de propiedad puede ser fácilmente
convertido en derivados y vendido a otros de manera que dejen de
figurar los dueños originales. El
anexo también brinda una lista de los países en que no se pudo
disponer de alguno de los componentes de IED utilizados en los datos
de balanza de pagos del FMI, y otros en que alguno de los años se
complementó mediante el contacto con las autoridades nacionales. Tal
vez no revista particular importancia en términos del peso del
elemento o dato que falta con relación a la economía mundial, el
Producto Interno Bruto, etc. No obstante, uno queda intrigado con la
mención de Somalia, un país donde no funciona el Estado- o varias de
las ex repúblicas soviéticas y países de Europa oriental, donde el
proceso de recolectar datos implica una verdadera función estatal y
un aparato gubernamental que llegue al público o a los sectores
privados. |