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La ONU y el sector empresarial ONGs critican a transnacionales, Pacto Mundial y Davos En el Foro Económico Mundial de Davos en 1999, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) presentó la controvertida propuesta de crear un Pacto Mundial entre el sistema de la ONU y el sector empresarial. Ya se han realizado otras dos reuniones anuales del Foro, pero las ONG siguen criticando la sugerencia por temor a que la ONU se pase al sector de las elites comerciales y políticas que defienden la causa empresarial Por Chakravarthi Raghavan El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Kofi Annan, y sus ayudantes, junto con los directores de los organismos que integran el sistema de la ONU, participaron de la última reunión anual del Foro Económico Mundial en Davos para estrechar lazos con los ejecutivos de grandes compañías, sus grupos de presión y agentes de bolsa. Mientras tanto, las ONG, que solían apoyar incondicionalmente a la ONU, la ven con ojos cada vez más críticos. No mucho tiempo atrás, el Foro Económico Mundial se limitaba a establecer directrices generales y dejaba la implementación legislativa en manos de los gobiernos e instituciones internacionales, para que promovieran la economía capitalista neoliberal y la globalización. El Foro ha mantenido una influencia considerable en el evento que organiza cuidadosamente cada año y al que invita a los gobernantes del mundo en desarrollo para que puedan encontrarse con importantes ejecutivos –que pagan una cuota de membresía muy alta para poder entrar en contacto con los gobernantes-, además de a un grupo selecto de medios de comunicación y personalidades célebres que cobraban por participar. Sin embargo, en los últimos dos años, el Foro y quienes allí se codean empezaron a sentir la presión creciente de los movimientos de la sociedad civil de Suiza y el resto de Europa, que organizan contra-reuniones y manifestaciones públicas a pesar de los intentos de las autoridades suizas por impedir esos actos. Las manifestaciones públicas contra las políticas empresariales neoliberales de la globalización, como la que tuvo lugar en la III Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC) en Seattle y las reuniones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), se extendieron ahora a los actos organizados por el Foro Económico Mundial. El Foro ha intentado "legitimarse" y resolver el problema intentando atraer a algunas ONG invitándolas a participar y dialogar. También ha incluido en su sitio Web una serie de enlaces con otros sitios que lo critican, incluso el de la Red del Tercer Mundo (aunque sin respetar las indicaciones de la Red de pedir permiso a las organizaciones pertinentes) y utiliza cookies para seguir la pista de quienes visitan su página en Internet y otros enlaces. Mientras, las grandes empresas del mundo, financiadas por la Cámara de Comercio Internacional, palmean la espalda de la ONU y sus agencias por haber propuesto el Pacto Mundial y las incitan a seguir adelante, según el último suplemento publicitario del International Herald Tribune. En el suplemento, la secretaria general de la Cámara de Comercio Internacional, María Livanos Cattaui, elogió la idea del Pacto Mundial de Annan e insistió en que debía tratarse de un "acuerdo voluntario bidireccional, de final abierto y libre de órdenes y controles". Si los sindicatos y la llamada sociedad civil son tratados como socios en el asunto, será diferente de la concepción original, señaló. Un funcionario del Foro Económico Mundial, Claude Smadja, sostiene en una columna del Financial Times que es necesario lograr "una gobernanza mundial eficaz y eficiente", pero no menciona la gobernanza y la responsabilidad pública de las empresas privadas o de las instituciones que promueven la globalización, como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Examen crítico Si bien la idea de Pacto Mundial no ha servido para lograr el apoyo total de Estados Unidos a la ONU, ha generado numerosos sitios Web nuevos, dirigidos por grupos no gubernamentales de interés público, donde se critican las actividades y pronunciamientos de la ONU de apoyo a las grandes empresas. Dos sitios, el del Foro de Gobierno Mundial (www.globalpolicy.org) y el del Sindicato de Asociaciones Internacionales (www.uia.org), se han dedicado a analizar y enviar artículos y textos en general sobre el Pacto Mundial y el modo en que se ha desarrollado la alianza entre la ONU y el sector empresarial. Un documento de Anthony Judge, del Sindicato de Asociaciones Internacionales, fechado en diciembre de 2000, se titula "Globalization: The UN's 'safe haven' for the world's marginalized - the Global Compact with multinational corporations as the UN's 'final solution'" (Globalización: El "lugar seguro" de la ONU para los marginados del mundo – El Pacto Mundial con las compañías multinacionales como "solución final"). El texto se centra en el origen totalmente opaco de la idea de Pacto Mundial y en "el modo subrepticio en que se aceptan o se proyectan los acuerdos de sociedad con las multinacionales, posiblemente en detrimento de otros arreglos con la ONU". Según Judge, la ONU ha sido vaciada de contenido. Los "sicarios conceptuales sin rostro" de una variedad de fuerzas esencialmente antagónicas a la ONU parecen tener de rehén o engañado al secretario general para conseguir su apoyo, sostiene Judge, advirtiendo sobre el peligro de que dicho organismo siga los pasos de la Liga de Naciones. En otro documento, de octubre de 2000, titulado "The road to the Global Compact: Corporate power and the battle over global public policy at the United Nations" (El camino hacia el Pacto Mundial: El poder empresarial y la batalla por la política pública mundial en la ONU), Ellen Paine, del Foro de Gobierno Mundial, construye la historia del Pacto Mundial. La autora señala que luego de resistir durante varios años a la ideología poskeynesiana capitalista (neoliberal) de la era Reagan y los grupos de expertos conservadores de Washington, el entonces secretario general de la ONU, Boutros Boutros-Ghali, empezó a "reformar" la Secretaría en 1992, limpiando la agenda económica y social del organismo y cediéndole terreno al Banco Mundial y el FMI, con sus supuestas ventajas comparativas. Se eliminaron varios de los programas que provocaban la ira empresarial, incluido el Centro para las Empresas Transnacionales, que supervisaba las actividades del sector y promovía la creación de un código de conducta para el mismo, y otros fueron transferidos a la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) en Ginebra, donde "lejos de supervisar críticamente a las transnacionales, se convirtieron en la sección que más las alienta, promoviendo las inversiones y elogiando los efectos positivos de estas compañías sobre la economía mundial". Luego de las reformas de 1992, los jefes de las compañías y los formuladores de políticas neoliberales de Washington presionaron un poco más para aliviar a las instituciones de la responsabilidad de responder públicamente y sustituir esa confiabilidad por formas privadas y voluntarias de autorregulación empresarial. Pero también hubo secciones progresistas dentro de la ONU que siguieron criticando los programas de ajuste estructural del Banco Mundial/FMI y sus otras herramientas. La propia ONU organizó varias conferencias mundiales para tratar nuevos temas económicos y sociales. En 1997, cuando Annan llegó al cargo máximo de la ONU y se encontró con la necesidad de resolver la crisis financiera del organismo mediante "concesiones estratégicas" a los principales deudores (Estados Unidos), se reunió con conservadores poderosos como el senador Jesse Helms para asegurarles que su organismo se mantendría en una línea "sensata". Poco después, viajó también a Davos para reunirse con los directivos de las transnacionales más poderosas (en el Foro Económico Mundial) y también tuvo encuentros con la Cámara de Comercio Internacional. El Foro Económico Mundial ofreció a cambio conectar al secretario general y sus más altos funcionarios con el sistema de videoconferencia, a partir de lo cual Annan y su equipo pudieron conversar con los miembros del Directorio Ejecutivo del Foro y elegir dirigentes políticos de las instituciones internacionales. La nueva tecnología ayudó a la ONU, que tenía problemas de liquidez, con una herramienta de comunicación de alta tecnología para conectar al secretario general y a ciertos gobernantes con los ejecutivos de varias compañías, pasando por alto el proceso intergubernamental. Al mismo tiempo, la Secretaría del organismo impuso una cuota a las ONG para acceder electrónicamente a sus documentos. Con ésta y otras decisiones, el acceso de las ONG se restringió mientras que el del sector empresarial se amplió, sostiene Paine. Agenda empresarial Al examinar las reuniones y eventos que desembocaron en el Pacto Mundial, Paine sostiene que los líderes de la ONU se ven a sí mismos como "realistas", dispuestos a tratar con compañías algo indeseables del mismo modo que pudieron tratar con gobiernos lejanos al ideal. Estas autoridades creen que el mundo comercial ya es una realidad y que si no la aceptan, la ONU perderá relevancia. Annan y sus asistentes ofrecieron a las transnacionales un trato especial: a cambio de reducir su apetito por la acumulación y aceptar ciertas normas de protección social, la ONU se comprometió a conseguirles el apoyo público y la legitimidad necesaria para defenderse de sus opositores más acérrimos. Las transnacionales, por su parte, miraron a la sociedad desde un ángulo diferente y se plantearon conseguir al menos seis objetivos: * tener una influencia colectiva sobre la decisión de las políticas económicas y sociales del sistema de la ONU a fin de minimizar la regulación, fijación de aranceles, barreras comerciales, códigos laborales y otras iniciativas; * influir sobre la "producción ideológica" de los discursos, publicaciones, documentos, agendas, etc, de la ONU a fin de asegurarse que las soluciones surgidas del sector privado, como únicas herramientas disponibles y practicables, sean el marco de acción de las transnacionales gigantes que son "ciudadanos del mundo comprometidos y útiles", y eliminar la tendencia de la ONU a defender las soluciones que no se basan en el mercado; *) contrarrestar la cada vez más peligrosa fuente de críticas y la amenaza contra los beneficios comerciales que procede de las políticas alternativas; *) idear políticas, ideologías y reglamentaciones que se ajusten a los intereses del sector comercial. Por ejemplo, la relación de colaboración entre Cisco Systems, la compañía que fabrica computadoras, y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que sirvió para crear un clima en el que los gobiernos de los países miembros de la ONU dieran importancia a la "división digital" y la necesidad de achicar las diferencias haciendo que las computadoras fueran accesibles para todos los ciudadanos del mundo. "Estas declaraciones de la ONU, absurdas si se piensa en el alto número de personas que no tienen alimentos, refugio o agua potable, fueron de gran utilidad a la industria informática y a la tecnología. Los entusiastas del organismo se sumaron a una fiebre de relaciones públicas para la cual las computadoras y los técnicos en computación son la solución para los problemas sociales del mundo"; * promover la imagen pública de ciertas compañías a través de un "lavado de cara": la ONU prestó su buen nombre y reputación para ayudar a las empresas a crear una imagen positiva (falsa) de sí mismas. Tal como señaló el director de la Cámara de Comercio Internacional, Cattaui, a las firmas les entusiasma trabajar con la ONU por su "determinación a que se las vea como buenos ciudadanos empresarios"; * promover los productos de la propia compañía. Por ejemplo: Ericsson, gracias a un acuerdo con la ONU de distribuir teléfonos móviles con su marca a los trabajadores humanitarios del organismo en la Iniciativa de Respuesta a Desastres, logró una imagen positiva y una publicidad muy eficaz para sus productos. Cisco Systems se asoció al PNUD para crear NetAid y de ese modo promocionó sus conexiones y navegadores de alta velocidad para Internet. Las compañías tenían también otras finalidades, como levantar la moral de los empleados y lograr el apoyo público a sus operaciones en un amplio abanico de países. Rhone-Poulenc, que tuvo que enfrentar duras críticas públicas por sus actividades de investigación genéticas y agroindustriales, logró reposicionar su nombre mediante un acuerdo firmado con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 1999, que consistió en invertir 237.000 dólares en el proyecto de restauración del Taj Mahal, en India. El documento cita, como ejemplos del apuro por conformar a las empresas comerciales, los cambios que se produjeron en el PNUD y el llamado que hizo el subsecretario general para el Desarme, Jayantha Dhanapal, el 8 de julio de 1999, a establecer "vínculos creativos" entre la ONU y la industria armamentista "a fin de controlar el comercio ilícito de armas". Relaciones tensas Al situar la historia del Pacto Mundial en este contexto, Paine señala que la ONU prometió no asumir ninguna clase de supervisión sobre las compañías, y aseguró que las mismas no estarán limitadas por ningún procedimiento de control formal. Annan y sus asesores proponen una sociedad con el sector empresarial y "valores" más que reglas, recordando el peligro que significaría la oposición de los movimientos de base para la globalización. Según el plan de la ONU, la única prueba que tendrían que dar las empresas para formalizar el Pacto sería un sitio en Internet en el que deberían brindar información bajo la forma de "las mejores prácticas" y controlar el flujo de información, en tanto que la ONU invitaría al público a examinarlo y hacer comentarios (democracia "conversada"). Sin embargo, las ONG y otras partes del sistema siguen oponiéndose a este enfoque. Varios países miembros de la ONU también han expresado su oposición, pero Annan no ha alterado el curso de sus acciones. (La agencia de noticias IPS agrega: En la cumbre del Foro Económico Mundial de este año, el secretario general de la ONU defendió nuevamente la propuesta del Pacto Mundial, presentada en Davos hace dos años. Según Annan, dicho Pacto ha sido fuente de inspiración para varios proyectos concretos, que van desde la promoción de inversiones en los 48 países menos adelantados del mundo, hasta programas de defensa de los derechos humanos dentro y en torno al lugar de trabajo. "Pero aún nos queda mucho por hacer para que las oportunidades que brinda la globalización se puedan apreciar y disfrutar en toda su plenitud", concluyó.). "La política corporativa de la ONU tensa las relaciones con las ONG y varios gobiernos. A cambio, es probable que sólo se produzcan cambios cosméticos en el comportamiento de las compañías. La ONU podría perder el apoyo público si de pronto su imagen no se distingue bien de las entidades dominadas por el sector empresarial, como la OMC y el FMI. Annan está apostando al azar el patrimonio más rico de la ONU, que es su reputación de organismo que trabaja para el bienestar de la población mundial", sostiene Paine. El documento del Foro de Política Mundial alienta a las ONG y sus aliados de los movimientos sociales, juntos con los gobiernos que los apoyan, a revertir esta tendencia. Según esta organización, una acción común debe basarse en un pacto de ciudadanos. "Debemos decir `no´ a la dominación empresarial de la ONU. Debemos defender una ONU financiera y políticamente fortalecida, que responda a las necesidades y demandas de los ciudadanos comunes. Y debemos insistir en que las compañías privadas estén sujetas al control de los ciudadanos, no a la inversa", concluye el documento. |