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OMC El Sur debe unificar sus criterios para negociar Los países en desarrollo deberían identificar los elementos comunes en la diversidad de sus propuestas sobre agricultura y servicios para incrementar su fuerza en las conversaciones que se desarrollan actualmente en la Organización Mundial de Comercio (OMC), subrayó el experto Bhagirath Lal Das durante el seminario organizado en marzo en Ginebra por la Red del Tercer Mundo. Por Tetteh Hormeku Los países en desarrollo deben identificar y trabajar sobre los elementos comunes de las diversas propuestas planteadas en las actuales negociaciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC) sobre agricultura y servicios, al igual que sobre problemas de aplicación, sostuvo Bhagirath Lal Das, experto en comercio y ex embajador de India ante el GATT. Durante el seminario sobre la "Situación actual de la OMC: Perspectiva de los países en desarrollo", organizado por la Red del Tercer Mundo en el Palacio de las Naciones el 14 de marzo, Das señaló que las negociaciones preparatorias de este año son cruciales porque implican la adopción de modalidades y líneas directrices para el momento de la verdadera negociación. Es decir, las previas prefigurarán el resultado del próximo año, cuando se tomen las decisiones. Los países en desarrollo deben atender a tres tareas centrales. En primer lugar, examinar las propuestas de los países industrializados para identificar los peligros que implican para sus intereses. Segundo, tendrán que identificar los elementos comunes a todos sus planteos y aprovechar para unificar criterios y lograr poder de negociación. Y finalmente, deberán identificar y responder a las inquietudes específicas de cada nación, a fin de mantener la armonía dentro del grupo y fortalecer la unión del frente de negociaciones. Agricultura El principal problema de las propuestas de los países industrializados para el sector agricultura es su pretensión de justificar la continua prestación de apoyos y subsidios internos a la exportación, indicó Lal Das. La oposición general de los países en desarrollo a esta postura constituye un elemento común en la diversidad de sus propuestas. El Sur debería exigir en conjunto que se eliminen esas medidas de subsidio interno que actualmente se aplican en el Norte. Esta exigencia puede obtener aceptación inmediata entre todos los gobiernos del Sur. Otro elemento común en el sector agricultura es el derecho y la posibilidad de los países en desarrollo de emplear mecanismos de salvaguardia a favor de sus productores. Esto debe extenderse incluso a aquellos que no pidieron aplicación de aranceles al final de la Ronda Uruguay. El último elemento compartido es la inquietud por la seguridad alimentaria, así como por el apoyo que deberían recibir los pequeños productores y los productores agrícolas. Además de lo señalado, el Sur debe responder también a problemas específicos de cada lugar. Entre estos últimos figuran las inquietudes de las pequeñas economías y de la red de países en desarrollo exportadores de alimentos, así como los gobiernos que desean cortar su dependencia en una lista limitada de productos. María Alberto-Chau Huu, de Filipinas, se dirigió al público a título personal y aprobó los argumentos de Lal Das. Pero agregó que la primera etapa de las actuales negociaciones sobre agricultura concluiría a fines de marzo y que, luego de esa fecha, habría que ver cómo se traducen las propuestas en objetivos de negociación. Alberto-Chau Huu señaló que las propuestas de los países en desarrollo descansan sobre tres pilares: equilibrio entre las negociaciones y sus resultados; preocupación del Sur respecto del trato especial y diferenciado, y en particular en cuanto a la seguridad alimentaria, los pequeños productores y lo que no tiene que ver con el comercio; y la restitución de la equidad entre quienes pueden brindar subsidios internos y quienes no pueden hacerlo. Las propuestas de los países industrializados son amenazadoras para los países en desarrollo y hacen peligrar en particular el derecho al trato especial y diferenciado. Es necesario, por lo tanto, que el Sur establezca un criterio unificado a fin de resistir los intentos del Norte de debilitar su fuerza en las negociaciones. Un conjunto similar de problemas se presenta en las negociaciones sobre servicios. Lal Das destacó los intereses de los países en desarrollo en este sector y presentó una lista de elementos comunes que incluye: *la preocupación por que no se desdibuje la arquitectura del actual Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS); * la necesidad de que los artículos IV (sobre el incremento de la participación de los países en desarrollo en el comercio de servicios) y XIX del GATS sean operativos para el Sur; * el derecho de los países en desarrollo a no hacer más concesiones y la idea de que el Norte tampoco debería seguir pidiéndolas; y * la necesidad de que las concesiones del Sur se hagan sobre la base de sectores prioritarios, identificadas por ellos mismos. Mohan Kumar, consejero de la Misión de India en Ginebra, explicó el documento conjunto que elaboraron 74 países en desarrollo (el Grupo de los 24, el Grupo de Africa y la Comunidad del Caribe) con líneas directrices para la negociación de servicios, además de su insistencia en preservar la "arquitectura existente del GATS". Para los países en desarrollo, mantener la arquitectura actual del organismo significa: * un enfoque de "lista positiva/de abajo hacia arriba", es decir, que los compromisos y obligaciones del GATS sean limitadas por los sectores y subsectores cuyos países hayan acordado incorporar en el programa nacional; * el programa de acceso al mercado en el plan de un país está sujeto a las condiciones y limitaciones de la modalidad de "nación más favorecida" y "trato nacional" establecida en dicho programa; * el trato nacional sólo es obligatorio en los sectores en los que los países programen asumir compromisos; * liberalización progresiva; * acceso al mercado en base a la oferta y la demanda; y * flexibilidad para que ciertos países en desarrollo (artículo XIX:2 del GATS) "puedan abrir menos sectores y liberalizar menos tipos de transacciones, ampliando progresivamente el acceso al mercado según su estadio de desarrollo y, al abrir sus mercados a los proveedores extranjeros de servicios, establezcan condiciones de acceso con el fin de lograr los objetivos mencionados en el artículo IV". Los países industrializados han estado utilizando las modalidades y directrices de negociación para recortar estos derechos al exigir que no se excluya a priori ningún modo o sector de las consideraciones para las negociaciones de servicios, eliminando así el enfoque de lista positiva, indicó Mohan Kumar. El Norte pretendía, además, introducir el concepto de "liberalización significativa" como algo opuesto a "liberalización progresiva". El Norte sostiene también que la modalidad de oferta y demanda no alcanza y que debería complementarse con otras fórmulas, entre ellas un enfoque "de bloques", para abrir así más sectores a la liberalización. Según esta última modalidad, si un país acepta abrir su mercado en un sector o subsector de servicio en particular, es obligatorio que abra los subsectores restantes del "bloque" que el prestador de servicios extranjero considere como una barrera u obstáculo para operar, o donde dicho agente brinde varios servicios separados (como en la recolección de basura, el agua potable o la energía). Estados Unidos, por ejemplo, explicó que el servicio de correo y entrega de paquetes que hace Federal Express o cualquier otra empresa implicaría que se abriera la aduana y, por lo tanto, se facilitara el comercio. Otros temas presentados por los países industrializados y que presentan problemas para el mundo en desarrollo incluyen la "revisión técnica" de los artículos del GATS, la elaboración de "salvaguardias a favor de la competencia" y la negociación de restricciones de "nación más favorecida". Otra táctica que aplica el Norte es la de identificar ciertos sectores como de "ganancia a dos puntas", cuando la liberalización beneficia automáticamente tanto al Sur como a los operadores de los países industrializados. Los sectores que se mencionan a este respecto son los servicios ambientales, los de infraestructura y las telecomunicaciones. El Norte intentó también limitar el derecho de los países a imponer condiciones sobre el tratamiento nacional al brindar acceso al mercado y señaló que las condiciones del Sur son obstáculos que deben eliminarse. En cuanto a los peligros que enfrentan los países en desarrollo en las negociaciones de servicios, es necesario identificar los sectores de interés para ellos y también en relación al modo 4 (movimiento de personas naturales) para la prestación de servicios; además de evaluar los costos, beneficios y pérdidas en materia de comercio de servicios y ajustar las negociaciones a la luz de lo que arroje dicha evaluación. Un segundo punto sería la liberalización autónoma que ya iniciaron los países del Sur y cómo "obtener crédito" para la misma en el GATS. Tanto en respuesta a esto como para otras cosas, el Sur se ve presionado a "cumplir" con el GATS más allá de los servicios que ya hayan liberalizado. Un punto fundamental que ahora se discute tiene que ver con el artículo I:3(b) del GATS, según el cual "los servicios brindados en ejercicio de la autoridad gubernamental" se excluyen del ámbito del acuerdo, pero el I:3(c) indica que un servicio suministrado en ejercicio de la autoridad gubernamental significa "cualquier servicio no comercial o que no compita con uno o más proveedores de servicios". La situación que se da en muchos países del Sur es que sus gobiernos prestan ciertos servicios pero permiten que el sector privado también los brinde, como sucede en educación, salud, suministro de agua potable, saneamiento, etc. Y esos gobiernos, a veces, imponen "tarifas de usuario". ¿Eso significa que dichos servicios quedarán bajo el ámbito del GATS y que se le pedirá a los países que los abran a la competencia extranjera? El presidente de la sesión, Chakravarthi Raghavan, señaló que en varios países en desarrollo, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI) fuerzan a los gobiernos a aplicar "tarifas de usuario" para dar cuenta de los costos y, en otros casos, para privatizar tales servicios "vendiéndolos" a compradores extranjeros. Los países en desarrollo no deberían escuchar los cantos de sirena de la Secretaría de la OMC o de los proveedores extranjeros de servicios (que no han ocultado su deseo de entrar y brindar tales servicios), ni permitir que estos asuntos se resuelvan en el futuro por medio del procedimiento de solución de diferencias o el Organo de Apelación de la OMC. Se han identificado ciertas áreas en las que es necesario actuar para reforzar la postura de negociación de los países en desarrollo. Primero, estos países deben identificar sectores y modos de interés para ellos y que requieran acción y compromisos de los países avanzados. Con esto se relaciona la necesidad de identificar también los obstáculos que interponen los países industrializados para impedir que los países más pobres tengan acceso a sus mercados. Segundo, existe la necesidad de volver operativos los artículos IV y XIX del GATS en beneficio de los países en desarrollo, a los que se aconsejó resistir la presión de los países industrializados para hacer obligatoria la liberalización en el marco del convenio. Según explicó Lal Das, cuando algún país del Sur liberaliza algún sector en forma autónoma, lo hace en base a sus propias necesidades. Por eso mismo, tiene derecho a cambiar de idea más tarde e imponer restricciones. Este derecho desaparecería si se elimina la liberalización autónoma bajo el GATS. Varios participantes señalaron que las negociaciones sobre servicios quedaron vinculadas a las de agricultura y a otras más amplias en una nueva ronda por la cual presionan la Unión Europea y Japón, entre otros. En agricultura, estos últimos manifestaron su conformidad con la situación actual, aunque varios otros países europeos insistieron en que la agenda de las conversaciones sobre agricultura sólo debía basarse en el artículo 20 del Acuerdo sobre Agricultura. Cuestiones de aplicación El seminario trató también sobre los problemas de aplicación que han identificado los países en desarrollo. El peligro principal de las propuestas del Norte industrializado es el intento de vincular las cuestiones de aplicación con nuevos asuntos y con el pedido de una nueva ronda. Los participantes del seminario estuvieron de acuerdo en que dicha vinculación es injustificada y peligrosa para los intereses de los países en desarrollo. Tarek Adel, de Egipto, habló a título personal durante el seminario sobre los problemas de aplicación. La declaración de la II Conferencia Ministerial de la OMC en Ginebra, de 1998, establece claramente que no se deben mezclar asuntos de aplicación con otros temas y que no existe nada en el documento que permita inferir que la aplicación puede vincularse a una nueva ronda de negociaciones, señaló. Más aún, las cuestiones de aplicación se cubren como puntos autónomos en la III Conferencia Ministerial y deberían tratarse como tales. Lal Das explicó también algunos de los argumentos que se aducen en favor de esta vinculación, entre los cuales figura la idea de que los temas de aplicación requieren enmiendas de los acuerdos existentes de la OMC y por lo tanto implican nuevas negociaciones. No todas las aplicaciones requieren enmiendas. Cuando se necesita, existen cláusulas y procedimientos para realizar la enmienda y esto no requiere ninguna ronda de negociaciones. Lal Das señaló además que las cuestiones de aplicación se refieren sobre todo a los desequilibrios que afectan a los países en desarrollo y que surgieron de los acuerdos de la Ronda Uruguay. Incluir la corrección de esos problemas en una ronda de negociaciones supone que habría que convocar nuevas rondas cada vez que surge un problema en los acuerdos existentes. Lal Das explicó que la idea de que los países en desarrollo deben dar algo a los industrializados a cambio de que se traten los problemas de aplicación es una "mala aplicación del concepto de reciprocidad". Si bien las negociaciones en la OMC están basadas en el principio de reciprocidad, en este caso particular se pide subsanar las injusticias que se derivan de los acuerdos existentes. Vincular la solución de estos resultados injustos con la necesidad de nuevas negociaciones sólo provocará desequilibrios aún mayores. El principal desafío de los países en desarrollo es lograr que haya progresos en el tratamiento de los problemas de aplicación antes de la IV Conferencia Ministerial. No deberían abandonar en ningún momento su resistencia a tratar dichos temas antes de la Conferencia. Los países del Sur presentaron sus pedidos y tienen derecho a insistir en que se los escuche. Por lo tanto, no deberían darse por vencidos, pase lo que pase. En cambio, deberían seguir con los temas de aplicación antes, durante y después de la Conferencia Ministerial. Tienen tanto derecho a hacerlo como los países industrializados, que siempre han aplicado la táctica de plantear asuntos de su interés una y otra vez, sin importar los resultados obtenidos en lo inmediato. ---------- Tetteh Hormeku es miembro de la Secretaría Africana de la Red del Tercer Mundo en Accra. |