Crisis financiera | |
Brasil Los 30.000 millones de dólares del FMI y los motivos de Bush El FMI otorgará 30.000 millones de dólares de ayuda a Brasil luego que Estados Unidos revirtiera su posición previa de oponerse a que el organismo multilateral apoyara al país asediado por la falta de efectivo. El autor explora los posibles motivos del cambio de rumbo de la administración Bush, indicando informes que revelan que la considerable exposición de los bancos estadounidenses a la economía brasileña y la perspectiva de una victoria de la izquierda en las próximas elecciones presidenciales del país puede haber sido lo que finalmente hizo aflojar la bolsa. Por Chakravarthi Raghavan El 7 de agosto el Fondo Monetario Internacional (FMI) anunció en Washington su intención de prestar a Brasil 30.000 millones de dólares como forma de impedir una crisis financiera que amenazaba con devastar la región y repercutir en el resto de los mercados mundiales en un momento de gran incertidumbre y receso de la economía mundial. Si bien los anteriores paquetes financieros (para México y Corea del Sur) fueron mayores que éste de 30.000 millones de dólares, en aquéllos los fondos comprometidos por el propio FMI fueron menores. Los 30.000 millones de dólares anunciados para Brasil se agregarán al ya mencionado paquete de 15.000 millones de dólares para el país sudamericano, la mayoría del cual, según un informe de The Washington Post, ya ha sido entregado. Es sabido que se trata de una cifra mucho más elevada que la que había estado procurando el gobierno de Brasil, y mayor que los 25.000 millones de dólares que habían esperado los expertos financieros después que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Paul O’Neill, fuera obligado a disculparse y retractarse de sus acusaciones de que el dinero que se prestara a los países latinoamericanos sólo serviría para que terminara en los bancos suizos. La reacción a sus comentarios fue tan violenta que la Casa Blanca tuvo que intervenir y prácticamente disculparse, y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos emitió una declaración elogiosa sobre la política económica brasileña. El paquete de ayuda a Brasil llega después de la inyección de emergencia de 1.500 millones de dólares en efectivo que el Tesoro de Estados Unidos adelantara a Uruguay, que se devolvió cuando el FMI aprobó el préstamo, tal como se esperaba. La expectativa general de quienes siguen los movimientos de Estados Unidos y el FMI es que Argentina también recibiría un préstamo y un alivio, pero que en la medida que ya está incumpliendo con los acreedores privados, es posible que no necesite una ayuda tan grande sino lo suficiente para pagar las cuotas que debe al FMI y al Banco Mundial. El Directorio Ejecutivo del FMI aprobó el paquete de préstamos para Brasil, que fuera prometido y anunciado públicamente por el jerarca de la referida institución, Horst Kohler, cuando sus miembros volvieron al trabajo después de la época de vacaciones. Los condicionamientos para el préstamo –financieros, económicos y políticos- siguen sin ser revelados. En el caso de Brasil, el 80 por ciento del préstamo será desembolsado en el año 2003, después que haya asumido el nuevo presidente: Washington y el FMI están a la expectativa de los resultados de las elecciones de octubre. Dos de los tres candidatos con más posibilidades (Luiz Inacio "Lula" da Silva y Ciro Gomes) se han negado hasta ahora a comprometerse con las condiciones del FMI, una exigencia que se sabe fue manifestada en privado por el FMI. Jose Serra, el candidato designado por el actual presidente Fernando Henrique Cardoso, ha estado ocupando el tercer lugar en las encuestas de opinión. En los rescates que anteriormente se concedieron a México (después de la crisis del peso mexicano de 1994) y a Corea del Sur (en la crisis asiática de 1997), el monto total de la ayuda financiera fue mucho mayor: 50.000 millones de dólares para México y 58.000 millones de dólares para Corea del Sur. Pero fue un paquete al que contribuyeron diversas fuentes. Ningún país recibió tanto dinero de los propios fondos del FMI como el que concede ahora a Brasil. La administración de George W. Bush y Dick Cheney asumió manifestando su oposición a los "paquetes de rescate" previos del gobierno de Bill Clinton. Obviamente ha pegado una vuelta de timón y lo ha hecho de una manera espectacular. Tal vez decidió que para dar marcha atrás era mejor anunciar un paquete que fuera mayor de lo que los mercados habían esperado y así golpear a la especulación y evitar una crisis financiera. Pero lo que no queda muy claro es qué causó la marcha atrás, salvo una mezcla de crisis de mercado interno por los escándalos que involucran a Wall Street y las grandes compañías y bancos, junto al enredo de destacados políticos y los propios Bush y Cheney personalmente en los escándalos (Harken y Haliburton, respectivamente) y las repercusiones que está teniendo. Todos los días se revela algo nuevo, así que todavía no está todo dicho en el panorama interno de Estados Unidos y su impacto en el resto del mundo. Y obviamente, si Bush y Cheney deciden embarcarse en una aventura en el exterior para provocar un "cambio de régimen" en Bagdad –iniciar guerras afuera y embanderarse con la causa patriota para distraer la atención de las tormentas políticas internas no es algo demasiado desconocido en la historia de Estados Unidos-, lo último que necesitan es una crisis en su patio trasero, desencadenada por la soltura de cuerpo con que el Secretario del Tesoro de Estados Unidos hizo sus declaraciones. Es claro que O’Neill fue enviado recientemente a Brasil, Argentina y Uruguay para enmendar las cosas y con un paquete financiero lo suficientemente grande como para impresionar a los mercados. Los comentarios iniciales de Brasilia dejan en claro que Estados Unidos no ha logrado poner a Brasil de su lado como para que lo apoye en su intento de imponer un acuerdo para establecer el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y queda por ver cuáles serán los efectos de esto en las negociaciones en la Organización Mundial de Comercio (OMC). También falta ver si se pagará algún precio político, en cuanto a por lo menos guardar silencio sobre cualquier aventura de Estados Unidos en Irak. Pero los gobiernos de América Latina están siendo forzados a habérselas con la sociedad civil y el descontento de la opinión pública por el fracaso de las políticas neoliberales que ya llevan una larga década -primero en el marco del Consenso de Washington y más tarde reformuladas como globalización- y a menudo altas autoridades confiesan en privado que están limitadas de variadas maneras. Algunos comentarios previos de Brasil dan a entender que el paquete del FMI parece haber sido adaptado de tal manera que ninguno de los dos principales candidatos presidenciales que se oponen al curso actual del gobierno, lo repudiarán. Lula, en una etapa temprana de su campaña, había amenazado con declarar una moratoria de la deuda externa, aunque desde entonces se ha mantenido callado, y Gomes no se anduvo con rodeos en su oposición a los sacrificios ordenados por el FMI. (SUNS) |