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Europa del Este Desilusión y recelo
por Chakravarthi Raghavan
"Esto representa desafíos importantes para las autoridades responsables y exige políticas nacionales imaginativas dirigidas a lograr un crecimiento económico sostenido, detener y revertir la creciente tendencia al desempleo y acelerar los cambios estructurales necesarios, manteniendo a la vez una disciplina financiera y una estabilidad macroeconómica. Para los dirigentes políticos, el sentimiento de desilusión actual provoca una fuerte tentación a recurrir a medidas populistas, que podrían tener consecuencias económicas desastrosas." Más cooperación y solidaridad "Los recelos populares con respecto a las reformas de mercado", concluye la CEPE, "también plantean un grave problema a la comunidad internacional, que debería considerarlas no sólo como síntomas de impaciencia e ingenuidad por parte de las poblaciones del este europeo, sino también como el reflejo de una crisis social real y, a menudo, de desorientación". "Estas condiciones exigen una mayor cooperación y solidaridad -y no menor- con las economías en transición. La respuesta de los principales protagonistas políticos y económicos tendrá una influencia considerable sobre la sustentabilidad de las reformas de mercado en los países en transición durante los próximos años." Consecuencias del "Big Bang" La CEPE fue una de las pocas organizaciones que previnieron contra el enfoque "Big Bang" en la transición hacia una economía de mercado por parte del ex bloque de países soviéticos. Reiteradamente previno contra el desmantelamiento precipitado de la economía centralizada, los programas de cooperación económica y comercial de la región, y la desreglamentación y privatización de las empresas estatales, políticas impulsadas en la región por el FMI, el Banco Mundial, la OCDE y otras instituciones occidentales. Como consecuencia de esas medidas, la producción cayó un 20% entre 1989 y 1993. Aun si Europa del Este lograra un crecimiento sostenido del 4% (proyectado para 1995) recién a fines de siglo se estarían recuperando los niveles de actividad económica de 1989, señala la CEPE. Si bien se lograron importantes avances en la creación de instituciones democráticas y la transformación de la planificación central en sistema de mercado, los costos económicos y sociales han sido demasiado altos. "Una recesión económica prolongada, altos niveles de desempleo y bruscos recortes a la seguridad social ampliaron las diferencias de ingresos y de prosperidad, cayeron los niveles de salud y creció el crimen organizado. Todo contribuyó a un sentimiento de frustración, desilusión y crecientes tensiones políticas. El sentir actual entre los países del Este europeo es muy diferente del entusiasmo y esperanzas que siguieron a la caída del Muro de Berlín a fines de 1989. Resulta una ironía que en todos los países de Europa del Este, menos uno, los gobiernos estén hoy en manos de fuerzas políticas con raíces directas en el comunismo del pasado", sostiene el estudio de la CEPE. Demasiadas expectativas Al iniciarse el período de transición, se esperaba que los costos del ajuste fueran "relativamente limitados". Supuestamente un flujo importante de inversiones extranjeras ingresarían a los mercados "vírgenes", atraídas por los bajos costos de la mano de obra. La transformación al capitalismo no se haría rápidamente y estaba claro para la mayoría de las autoridades que un sistema de mercado eficiente demoraría años en consolidarse. Pero también se dio por sentado que no pasaría mucho tiempo para empezar a sentir algunos de los beneficios: eliminación de la escasez, mejor acceso a bienes y servicios y liberalización de las actividades comerciales. Todos los gobiernos asumieron que el crecimiento se reanudaría después de un corto período de ajuste de uno o dos años. Pero la realidad demostró ser mucho más dura. La recesión y el desempleo golpearon a todos los países de la región. La "fatiga de la reforma" Cuando los beneficios esperados no llegaron rápidamente, los gobiernos reformistas fueron acusados de incompetencia, mala administración y corrupción. Con bastante frecuencia se invocaron teorías conspiratorias para explicar los fracasos. Proliferó la "fatiga de la reforma", que se tradujo en frecuentes cambios de gobierno y de apoyo político, a veces hacia grupos populistas. Los países del este europeo lograron bastante en esos cinco años: en todos se establecieron sistemas políticos pluralistas y democráticos y nadie habla de dar marcha atrás. Los gobiernos hicieron avances considerables en la integración de sus economías en el sistema de mercado a escala mundial. Todavía queda cierta credibilidad en el argumento de que las economías de transición "sentaron los pilares de una economía de mercado segura". "Pero a pesar de todos los logros, también han habido fracasos y desilusiones. De hecho, después de cinco años, el capitalismo de las economías de transición todavía está en pañales; creciendo rápido, pero aún inmaduro y turbulento." Peligro del desempleo permanente Lo más preocupantete ha sido la prolongada "recesión de transición", con una contracción acumulativa de la producción a una escala sin precedentes desde la Gran Depresión de la década del 30. Si bien hay una recuperación incipiente, no es aún un factor que mejore radicalmente la situación del mercado laboral y los países en transición "seguramente tendrán que convivir con tasas de desempleo de dos dígitos durante varios años". Las altas tasas de desempleo conllevan muchos riesgos: los desempleados a largo plazo (sin trabajo durante más de 12 meses) representan hoy el 40% o más del total de desempleados de la región y, debido a la pérdida de capacidad productiva, pueden llegar a quedar fuera de la fuerza de trabajo activa en forma permanente. Esto reducirá la producción potencial y agregará cargas a los gastos fiscales destinados a las redes de seguridad social. Cada vez son más los jóvenes y desertores escolares que figuran entre los desempleados, con altas posibilidades de quedar sin trabajo en forma más o menos permanente. "Las consecuencias son pavorosas: no sólo la economía sufrirá por el sobrante de mano de obra, sino que podría peligrar la estabilidad social y política", finaliza la CEPE. Fuente: SUNS |