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Agenda del G-7 FMI-BM y
autopista
El comercio seguramente será el más controvertido, si bien el Grupo de los 7 también tiene desacuerdos en la mayoría de los temas del orden del día. La reciente caída del dólar pone en peligro las exportaciones de los otros países del Grupo de los 7, con la excepción de Canadá, cuyo dólar también cayó. Pero hasta ahora Washington no demuestra interés de intervenir y es casi seguro que resistirá las demandas de sus socios de aumentar las tasas de interés como forma de reforzar la posición del dólar. De los siete temas, la reforma de las instituciones financieras internacionales, junto con la autopista de la información, son nuevos en el orden del día. Fortalecer al FMI y el BM Los siete países -Estados Unidos, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia- están próximos a un consenso sobre cómo fortalecer las dos instituciones de Bretton Woods. Se espera que reclamen una nueva línea de préstamos de emergencia para enfrentar crisis inesperadas, como la que afectó a México a fines del año pasado. También quieren una mayor supervisión de las economías del mundo por parte del FMI, en especial de los mercados emergentes. El FMI y el Banco Mundial fueron creados hace 50 años por algunos de los que hoy son miembros del Grupo de los 7, en las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial. Al Fondo le cupo la responsabilidad de asegurar un sistema monetario internacional sin problemas. El Banco debía ayudar a financiar la reconstrucción de Europa después de la Guerra. La tarea se completó en gran medida en los 60, y a partir de entonces el Banco se dedicó cada vez más al desarrollo económico de los países pobres del Tercer Mundo. Desde comienzos de su descolonización hace 25 años, Africa ha sido el principal centro de actividades del Banco, que aduce que a ese continente vuelca el 80% de sus actividades. A pesar de ello, los niveles de vida han caído a niveles muy bajos en las últimas dos décadas. La imposibilidad de Africa de avanzar ha provocado críticas crecientes, en especial de Japón y del Banco Mundial, así como recomendaciones políticas del FMI, en especial medidas de devaluación y eliminación de los controles sobre el comercio exterior y la inversión. Los críticos señalan que países como Africa del Sur, Corea del Sur, Malasia, México y Brasil, que persiguieron políticas más independientes, no sólo lograron dar un giro a su economía, sino que actualmente compiten a nivel mundial. Luego de la crisis mexicana Pero el Grupo de los 7, que domina la política del FMI y del Banco, generalmente ha sido sordo a esas quejas. La actual crisis económica de México, no obstante, parece haber cambiado esa actitud. Cuando la moneda mexicana, el peso, entró en crisis después de una devaluación en el mes de diciembre pasado, no sólo agarró de sorpresa al FMI, sino que también planteó interrogantes sobre el viejo dogma de los dos organismos en cuanto a que la devaluación puede servir como una herramienta efectiva de desarrollo económico. El desastre sembrado en economías frágiles por la devaluación fue llevado hasta sus últimas consecuencias en Africa durante los últimos 20 años, empezando por Zambia en 1974. Pero, con la excepción de Japón, el Grupo de los 7 parece no haberlo notado. El efecto destructivo de la crisis mexicana en las empresas estadounidenses que exportan e invierten en México urgió a Washington, que ejerce la máxima influencia sobre las dos instituciones, a reclamar que se haga un nuevo estudio de sus mandatos y políticas. En una economía frágil, la libre caída de la moneda afecta al ahorro de dos maneras: provoca inflación y contribuye a una incertidumbre general sobre la moneda. México no es una economía frágil. En efecto, el año pasado recibió formalmente el status de país desarrollado cuando fue recibido como el último miembro de la OCDE, con sede en París. Pero el egreso de capital luego de la devaluación -unos 4.000 millones de dólares en dos semanas- fue tan rápido y devastador que el Grupo de los 7 no puede seguir ignorando los peligros que conlleva la liberalización total de un régimen de inversión y comercio de un país en desarrollo. Pero no es del todo claro que el Grupo de los 7 repiense profundamente sus orientaciones. Expectativas por la deuda Sin embargo, en la medida que el Grupo de los 7 esté dispuesto a evaluar ese tipo de políticas, la reunión de Halifax puede ser fundamental para los países en desarrollo, especialmente aquéllos cuyo endeudamiento externo es tan grande que no pueden aumentar el capital extranjero sin el sello de aprobación del FMI y el Banco Mundial. Y eso promete ser lo mejor que los países en desarrollo pueden esperar que resulte de Halifax. En la reunión del año pasado en Nápoles, el Grupo de los 7 aprobó los "Términos de Nápoles" para reducir hasta dos tercios del capital de la deuda bilateral de los países pobres sumamente endeudados. Para conseguir ese tipo de tratamiento, los países deben aplicar programas de ajuste aprobados por el FMI y el Banco Mundial que exigen precisamente medidas tales como la devaluación y la eliminación de los controles a la inversión y el comercio. No obstante, en la reunión anual de primavera (en el hemisferio norte) de los dos organismos, que acaba de concluir, el Grupo de los 7 ignoró el permanente problema de la deuda de los países más pobres, y el llamado Comité de Desarrollo, un grupo de ministros de finanzas de 24 miembros de países desarrollados y en desarrollo, dijo que no tendría propuestas nuevas sobre el alivio de la deuda antes del próximo mes de octubre. Fuente: SUNS/IPS |