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El Sur y la experiencia económica japonesa
por Chakravarthi Raghavan
Japón, señala, después de haber pasado de una economía en desarrollo a una economía desarrollada, en 1973 llevó adelante una forma distinta de política industrial, por lo que dejó de lado muchos de los instrumentos de ese campo a los que recurrió en los años 50 y 60. Entre los temas que requieren mayor estudio, sostiene Singh, está el de las opciones de política industrial de los países en desarrollo y cómo se verán afectadas por la Organización Mundial del Comercio (OMC) y, con relación a eso, cuáles serían los grados y formas de apertura viables y deseables para los países en desarrollo en este sistema económico internacional de la posguerra fría. Diferencias políticas con los economistas del BM En un documento de discusión de la UNCTAD, "¿Cómo creció tan rápido Asia oriental?", Singh examina la controversia política entre los economistas del Banco Mundial que defienden el llamado enfoque "favorable al mercado" para el desarrollo y sus opiniones sobre el milagro del este asiático, y varios otros economistas neoclásicos que cuestionan algunas de las conclusiones políticas del Banco impuestas a los países en desarrollo por el FMI y el Banco en sus programas de ajuste estructural. El Banco propuso su tesis "favorable al mercado" en el Informe Mundial del Desarrollo de 1990. Cuestionados dentro del mismo directorio del Banco Mundial por Japón, los economistas del organismo llevaron a cabo un estudio acerca de los factores que permitieron a las economías del este asiático crecer tan rápida y favorablemente. Pero, en esencia, llegaron más o menos a las mismas conclusiones ideológicas: admitieron que los asiáticos del este aplicaron la intervención estatal en el mercado y adoptaron una política industrial, si bien argumentaron que el milagro de Asia oriental habría ocurrido de cualquier manera, con o sin intervención. Posteriormente el propio Banco Mundial llevó a cabo un seminario en Washington con algunos de sus más destacados críticos (pero no lo anunció ni produjo publicaciones del mismo), y otra reunión en Tokio, coauspiciada por ministros del gobierno japonés. En el simposio de Tokio, Japón y otros participantes de los países del este asiático pidieron que el Banco Mundial siguiera adelante con los estudios y la investigación. Pero los economistas del Banco parecieron eludir esa posibilidad (y todo diálogo con sus críticos) afirmando que la prioridad del Banco en materia de investigación estaba puesta en Africa y que en todo caso no era posible hacer una réplica de los modelos y las políticas del este asiático. En 1994, los economistas de la Conferencia de la ONU sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) -en su Informe sobre Comercio y Desarrollo de 1994- se sumaron al debate y ofrecieron un análisis e hipótesis alternativas acerca de lo que realmente hicieron los modelos del este asiático y cómo el papel del estado fue vital para el crecimiento y el desarrollo acelerados. En su documento, Singh opina que si bien el análisis que hace el Banco Mundial sobre el milagro del este asiático representa un avance considerable sobre el análisis neoclásico y reconoce el papel positivo de la intervención gubernamental en el proceso de inversión y ahorro de las economías del este asiático, no ahonda en la complejidad del proceso. El análisis de los economistas de la UNCTAD es un más amplio e interesante, y si sus hipótesis son confirmadas por una evidencia más detallada, otros países semi industrializados podrían extraer importantes lecciones de política. Singh sugiere que de hecho hubo ciertos avances en el debate entre el Banco Mundial y sus críticos sobre el éxito notorio de la experiencia de desarrollo de las economías del este asiático como Japón o la República de Corea. Fuerte intervención estatal Hoy existe consenso en cuanto a que los gobiernos de estos países tuvieron una intervención decisiva en todas las esferas de la economía para lograr un crecimiento económico acelerado y una rápida industrialización y, durante el curso de su desarrollo, estos países no tuvieron un sistema de mercado libre o flexible de productos internos o externos o de capital. Y si bien estuvieron orientados a la exportación, evitaron mantener una estrecha integración con la economía internacional en términos de importaciones, inversiones extranjeras directas y corrientes de capital. La experiencia de este tipo de países del este asiático, dice el economista de Cambridge, contradice así una tesis central del Banco Mundial en cuanto a que es necesario tener mercados internos y externos libres, flexibles y competitivos para lograr rápidamente un crecimiento económico a largo plazo. La opinión a la que arribaron los economistas del Banco Mundial con respecto a la ineficacia de la política industrial aplicada por los países modelo, dice Singh, surge de un análisis muy limitado de la política industrial, ignorando su carácter multifacético y los vínculos importantes entre sus distintos componentes, e incluso dentro de sus propios términos, utilizando pruebas inapropiadas para evaluar el éxito o el fracaso de la política industrial. Si bien en varias de sus publicaciones el Banco Mundial subrayó las virtudes de la apertura, la competencia internacional y la estrecha integración a la economía mundial, la evidencia indica que en realidad ni Japón ni la República de Corea las llevaban a la práctica. Su experiencia, dice Singh, "contradice ampliamente la tesis central de muchos informes del Banco Mundial de que cuanto más abierta sea la economía y más estrecha su integración a la economía mundial, más rápida será su tasa de crecimiento". Durante los períodos de crecimiento rápido, en lugar de una integración profunda o incondicional a la economía mundial, estos países buscaron una integración "estratégica". Se integraron en el grado que les convenía hacerlo para promover el crecimiento económico nacional. El momento y la secuencia de la apertura también fueron esenciales y -como demostraron otros estudios- pudo haber "pérdidas graves e irreversibles" si se hubiera intentado un tipo de apertura equivocada o el momento y las secuencias no hubieran sido las correctas. Singh sugiere que es necesario profundizar los estudios sobre la función de la política industrial para el logro de la estabilidad macroeconómica o, según la jerga de los economistas del Banco Mundial, cómo la política industrial afecta los propios "fundamentos". El ahorro empresarial A juzgar por la experiencia de los ejemplos del lejano oriente, y de otros como Brasil o México en América Latina, que crecieron rápidamente desde los 60 hasta principios de los 80 (cuando fueron afectados por la crisis de la deuda), Singh opina que es necesario profundizar los estudios sobre el papel del gobierno en la promoción del ahorro y la inversión por parte de las empresas y la forma en que el ahorro doméstico se traduce en inversión, ya sea de los gobiernos o las empresas. En este sentido, señala que países como India tuvieron un alto índice de ahorro doméstico, pero no pudieron alcanzar altos niveles de ahorro e inversión por parte de las empresas, como fue el caso de los países del este asiático. ¿Cómo financió el sector empresarial su vertiginoso crecimiento en los países de reciente industrialización del este asiático, y cuál ha sido el efecto del surgimiento y desarrollo de los mercados de valores en estos países sobre los modelos de ahorro e inversión empresarial? ¿Cuál es la contribución de la acumulación y la inversión en equipos al crecimiento a largo plazo? Y, ¿acaso la acumulación de capital podría por sí misma explicar la mayor parte del crecimiento de estos países, como sugieren algunos? El papel de la demanda y las limitaciones en materia de divisas también deben ser estudiados, dice Singh, y reclama que se investigue cómo los países modelo del este asiático lograron cambiar su tendencia a exportar e importar productos manufacturados, si de hecho el desarrollo de dicha región estaba orientado a la exportación. Y por qué las tasas de crecimiento a largo plazo de la productividad total cayeron en la mayoría de las regiones, incluso el este asiático, en el período posterior a 1973. Inversión extranjera directa Singh señala que la inversión extranjera directa (IED) no fue significativa en el desarrollo económico de Japón o Corea y, contrariamente a lo que sostienen los economistas del Banco Mundial, la falta de promoción de la IED por parte de los gobiernos de estos países pudo haber tenido efectos generales positivos, más que negativos. Al rechazar la inversión extranjera como medio de transferencia de tecnología, las empresas se convirtieron en las responsables de la asimilación de la tecnología importada, lo que provocó mejoras en todo el sistema. Sin embargo, en el período más reciente, la IED ha sido un factor sobresaliente del proceso de crecimiento de los PRI del sudeste asiático. Esto plantea la interrogante sobre la naturaleza de tal modelo económico: sus puntos fuertes y débiles, y cómo se relaciona con la política industrial de los países del primer mundo. La IED que va a los países receptores, ¿está anclada en las políticas industriales y los planes de largo plazo para el cambio estructural o se trata de aceptar toda la IED, independientemente de su compatibilidad con los planes a largo plazo? En este último caso, en lugar de ser beneficiosa, dicha inversión puede provocar dificultades en la balanza de pagos en el mediano o largo plazo, cuando las ganancias deben ser repatriadas, afirma el experto. También es preciso efectuar estudios empíricos y un análisis del papel de las grandes firmas locales y su administración en los países en desarrollo. Sobre todo en torno a las formas de organización de dichas empresas, el origen de sus propietarios, así como si la naturaleza de sus estructuras de gobierno es conducente a la industrialización y el desarrollo. Distribución de la riqueza Las economías ejemplares del este asiático lograron un rápido crecimiento económico manteniendo a la vez una distribución relativamente equitativa de los ingresos. En Japón y Corea, bajo los auspicios de Estados Unidos, las reformas agrarias provocaron una distribución inicial equitativa de los ingresos y la riqueza. Pero a continuación, en ambos países, las ganancias, ahorros e inversión de las empresas aumentaron enormemente. La concentración industrial puede no haber aumentado pero permaneció alta. Esto significaría -en caso de que las demás variables permanecieran igual- que la distribución de la riqueza en la economía urbana se ha hecho más equitativa. Los economistas de la UNCTAD sugieren que existe una evidencia indirecta de esto. Según Singh, tal apreciación requeriría revisar las interpretaciones de la economía política que parten de la base de que ni la distribución del ingreso ni de la riqueza empeoraron en estos países durante los últimos treinta años. Fuente: SUNS |