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Recursos fitogenéticos Sin consenso
Los negociadores en Roma procuraron actualizar y fortalecer ese convenio, y enmarcarlo en la nueva Convención sobre Biodiversidad firmada en la Cumbre de la Tierra, en Brasil, en 1992. La conferencia de Leipzig evaluará además los peligros actuales y futuros que amenazan a estos cultivos, con miras a idear un plan mundial para protegerlos. Sin acuerdo sobre alcances Los negociadores trabajaron durante casi dos semanas, y contaron con el auspicio de la Comisión sobre Recursos Fitogenéticos de la FAO. Si bien debieron culminar su trabajo el 30 de junio, no lograron llegar a un acuerdo sobre el "alcance" del compromiso. Las papas tienen unas 5.000 variedades. Se cree que otros cultivos, como el arroz, tienen más de 100.000 variedades. Actualmente, sin embargo, la mayoría de los cultivos crecen en grandes establecimientos agrícolas comerciales que habitualmente cultivan sólo una o dos variedades. Así como sucede con los huevos guardados en una única canasta, ese tipo de prácticas aumentan el riesgo de perder un cultivo entero por una enfermedad o plaga. Esa fue la situación que provocó la hambruna de la papa en Irlanda hace 150 años. Recién después de una cuidadosa investigación de las variedades silvestres del Perú fue posible reemplazar las variedades cultivadas en Irlanda por nuevos cultivos de papas resistentes a las enfermedades. Esa es la razón por la cual los gobiernos e incluso las compañías comerciales de semillas tienen sumo interés en preservar la diversidad de las reservas mundiales de semillas. El instituto de Hawtin es parte de una red internacional formada por los 17 centros de investigación y almacenamiento de semillas del Grupo Consultivo sobre Investigaciones Agrícolas Internacionales (CGIAR). En conjunto, los centros poseen 500.000 variedades de semillas, lo que representa el 40% de las semillas preservadas en los bancos de genes de todo el mundo. El resto se conserva en colecciones nacionales o privadas. Diversidad versus rentabilidad Las semillas del CGIAR se dan gratuitamente a quien las pida y todos los delegados coincidieron en que estas colecciones deberían continuar en esas condiciones. También están de acuerdo en que toda nueva variedad que se descubra en el futuro debería ser considerada propiedad del país en el cual se descubrió, un principio que consagró la Convención sobre Biodiversidad, con carácter obligatorio. El tema principal en Roma fue si la comunidad internacional debe crear un sistema que ofrezca gratuitamente las nuevas semillas, así como otras fuera de las colecciones del CGIAR. Brasil se opone a cualquier extensión del sistema existente con el argumento de que sus bosques tropicales pueden albergar semillas con gran valor comercial. "Brasil depende del resto del mundo para gran cantidad de sus cultivos alimenticios, de manera que quiere utilizar el sistema del CGIAR", dice Pat Mooney, de la Rural Advancement Foundation International (RAFI), con sede en Ottawa, defensora del libre acceso a estas semillas. "De lo que aún no están seguros es de si deberían entregar los derechos de otros productos de sus bosques -como por ejemplo medicinas nuevas- para beneficio de la humanidad en el caso de que pudieran extraer ganancias para sí", agrega. Otros países, entre ellos Suecia y Alemania, creen que todos los cultivos alimenticios -y no sólo las semillas del CGIAR- deberían estar protegidos y ser ofrecidos gratuitamente, si son necesarios para alimentar la creciente población del mundo. Los suecos propusieron que otros usos de las plantas, como medicamentos o combustible, deberían estar implícitamente excluidos de ese tipo de acuerdo. Las posibles medicinas extraídas de plantas aún no descubiertas podrían llegar a valores del orden de los 147.000 millones de dólares, según un documento publicado en junio pasado en la revista Economic Botany, de Robert Mendelsohn y Michael Balick. Difícil consenso Henry Shands, presidente de la delegación de Estados Unidos, cree que el tema debe ser resuelto creando una lista de plantas que, con el aval de todos los gobiernos, deberían ser ofrecidas gratuitamente. Presentó al efecto una nómina de cuatro páginas de esos cultivos a los demás delegados. "La lista nos parece bien y creemos que podríamos negociar sobre esto", afirmó al respecto Brad Fraleigh, presidente de la delegación canadiense. "Pero es posible -agregó- que después que todos los países saquen de la lista los cultivos que no quieren entregar a los demás, quede sólo un gene en la lista". También queda por definir cómo pueden usarse las semillas obtenidas de las colecciones. Otro tema a elaborar es si los agricultores deben ser compensados por cultivar variedades tradicionales de semillas y cómo pueden ser alentados a continuar con la tarea. Fuente: SUNS/IPS |