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Japón pone un tope al aumento de la ayuda
El tope está bastante por debajo del porcentaje de 7,7 de este año y es incluso menor que la cifra mínima de 7,5% del año fiscal 1987. Los funcionarios del Ministerio de Hacienda, que presionaron bastante para lograr una apreciación más baja, señalan que los nuevos topes coinciden con reducciones similares a los presupuestos de ayuda establecidas en otros países donantes. Ayuda para la paz El anuncio este mes del nuevo tope fue acompañado del compromiso del ministerio de relaciones exteriores de que la ayuda externa japonesa será utilizada exclusivamente para fines no bélicos. Los observadores de aquí dicen que esto es un reflejo del deseo del gobierno de asegurar que la ayuda japonesa cumpla un papel preponderante en la época de la posguerra fría. "Japón ansía mantener su posición de mayor donante internacional como un signo de su compromiso para con la paz y la prosperidad del mundo", observa un experto en ayuda. Desde el fin de la Guerra Fría, la política gubernamental mostró indicios de apartarse de la posición de marcado apoyo para el logro del desarrollo económico, y ahora amplió el espacio de programas que implican control demográfico y protección ambiental en los países en desarrollo. Estos objetivos permitieron que Japón tuviera un papel prominente en la Cumbre de la Tierra, organizada por las Naciones Unidas en Brasil hace tres años, donde el gobierno se comprometió a trabajar en favor de la protección del medio ambiente mundial. En 1994, el gobierno japonés estableció un nuevo presupuesto para la protección ambiental. Tokio asumió desde entonces proyectos especiales para abordar problemas ambientales como la lluvia ácida y la contaminación urbana en China, el mayor receptor de la ayuda japonesa. Japón instaló también centros de apoyo técnico para programas ambientales en otros países en desarrollo de Asia. Compromiso ambiental "Los fondos de la AOD no deben crecer de forma tal que luego se le achaque a Japón que está exportando destrucción ambiental", declara Takashi Kosugi, miembro del Partido Demócrata Liberal y presidente de la Organización de Legisladores Mundiales por un Medio Ambiente Equilibrado. Otro indicio del creciente compromiso de Tokio para con el medio ambiente es una nueva serie de principios establecidos por el Fondo de Cooperación Económica para Ultramar (OECF), una organización semi-gubernamental encargada de los poderosos créditos en yenes de Japón, con tasas de interés de 1% a 3%, que apoyan el desarrollo de la infraestructura de los países beneficiarios. El OECF, equivalente japonés del Banco Mundial, largamente acusado por los activistas de financiar proyectos en gran escala que ignoran los aspectos ecológicos y desplazan a los pobres, anunció de aquí en más directivas claras con miras a establecer disposiciones de protección más estrictas. Las nuevas directivas se basan en las del Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo, que comenzaron a prestar atención a las críticas en reclamo de la aplicación de disposiciones de protección ambiental más exigentes, luego de la experiencia de varios proyectos de desarrollo nefastos. El gobierno japonés concede actualmente préstamos en yenes -poco más de la mitad de su presupuesto destinado a la ayuda oficial para el desarrollo- a 12 países. El año próximo serán 16 países, pues se sumarán Kenia, Turquía, Perú y Sudáfrica. El OECF dispuso en forma obligatoria que los países receptores deben presentar informes de evaluación ambiental incluso en sus propios países. En el caso de proyectos hidroeléctricos, el organismo exige a los países receptores que en primer lugar estudien las formas de limitar el desalojo de los residentes del lugar y consulten a las comunidades afectadas. Solo un primer paso Yoichi Kuroda, presidente de la Red de Acción Bosques Tropicales de Japón, ve con buenos ojos las nuevas directivas. "Es el primer paso en el largo, largo camino de hacer que el (OECF) sea responsable para con el medio ambiente," dice Kuroda, quien actualmente se reúne con el organismo para discutir el financiamiento de una gran fábrica de pasta de papel en Sumatra del Sur, que amenaza destruir los bosques pluviales y alterar las vidas de los lugareños. Pero para los activistas resulta difícil obtener información concreta de los funcionarios del OECF sobre los préstamos en yenes para grandes proyectos de infraestructura. "Necesitamos un sistema más abierto, como el del Banco Mundial, que obligue al OECF a divulgar información sobre los proyectos que financia en los países en desarrollo", agrega Kuroda. El OECF, que depende del dinero recaudado de los impuestos así como de los ahorros postales de los ciudadanos japoneses, es hermético a los medios de difusión, y no revela información sobre, por ejemplo, su lista anual de proyectos o las actividades de investigación que lleva a cabo. Según palabras de Kuroda: "Debemos ver avances en este aspecto antes de que podamos creer que el gobierno japonés es sincero en su deseo de proteger el medio ambiente." (Fuente: SUNS/IPS) |