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Nelson Mandela Telecomunicaciones
Telecom es un gran evento comercial que se lleva a cabo periódicamente en Ginebra bajo los auspicios de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT). Este año, en oportunidad del acto de apertura de la séptima exhibición mundial, Telecom 95, Nelson Mandela habló de la creciente diferencia en materia de tecnología, información y comunicación, y de otras desigualdades entre el Norte y el Sur, y la necesidad de eliminarlas. Los comentarios de Mandela y las palabras categóricas de ministros y altos representantes oficiales de algunos países en desarrollo en el foro paralelo fueron una respuesta a los intentos de Estados Unidos y de los principales países industrializados, así como del Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio (OMC), por liberalizar y abrir los mercados de los países en desarrollo a las trasnacionales gigantes de América del Norte y Europa, en el marco de las negociaciones de la OMC en materia de servicios básicos de telecomunicaciones, que deberá culminar en el próximo mes de marzo. Varios ministros del Tercer Mundo aclararon que no estaban dispuestos todavía a abrir sus mercados a las trasnacionales, y expresaron la necesidad no sólo de procurar iniciar joint ventures, sino también empresas que aseguren beneficios tanto para el país receptor como para los inversores extranjeros. OMC y UE por "liberalizar" Además de Mandela, el director general de la OMC, Renato Ruggiero, y el presidente de la Comisión de la Unión Europea, Jacques Santer, estuvieron presentes y hablaron en la apertura y en los diversos eventos del foro. Subrayaron la importancia de liberalizar los servicios de telecomunicaciones para lograr su desarrollo y eficiencia. Ruggiero y Santer también se refirieron a la importancia de la competencia y de la aplicación de medidas para prevenir el abuso del poder de mercado. Pero sus opiniones en este sentido parecen asentarse en la teoría de mercado según la cual, en el estado actual del "capitalismo integrado a escala mundial", la competencia oligopólica o la competencia en los mercados entre algunas empresas de dimensiones parecidas origina eficiencia y beneficia a los consumidores, tal como preconizaban las teorías de Adam Smith. La sesión de apertura, como casi todo lo que hoy en día se dice acerca de las comunicaciones, habló loas de la autopista de la información, Internet, Web y otras maravillas. Pero esto también sirvió para evidenciar la diferencia entre la información del Norte rico y la información del Sur pobre de la que habló Mandela. Diferencias de acceso Si bien las estimaciones del número de personas que tienen acceso a Internet a través de Web varía de 30 millones a una cifra más reciente y modesta de 3 millones, algunas estimaciones no oficiales indican que tal vez haya 100.000 usuarios del Sur con acceso. Además de computadora, modem y otras instalaciones, el acceso Web, por ejemplo, requiere el uso de canales de banda amplia. Ese acceso es más caro ya que hay que pagar la subida y la bajada del canal satelital. Si bien la liberalización y la entrega de los sectores nacionales a las trasnacionales de la comunicación puede abaratar los costos de esas tarifas de comunicación internacional, será a expensas de la capacidad de los países del Tercer Mundo y de sus servicios telefónicos y de telecomunicaciones públicos de ofrecer acceso básico a los mismos a las poblaciones urbanas y más aún de las zonas rurales. Mandela comenzó su discurso hablando del valor de la información y la comunicación, y de cómo en Sudáfrica se negó el acceso a las mismas como forma de represión. Pero también evocó las formas ingeniosas de burlarla. Mandela, quien pasó en prisión en Robbin Island casi toda una generación durante el régimen del apartheid, recordó cómo él y otros prisioneros buscaban en las papeleras hojas de periódicos que los guardias habían utilizado como envoltura de sus sándwiches, para obtener información, y luego las formas ingeniosas que ideaban para enviar sus mensajes hacia afuera. Mandela dio ese ejemplo para señalar que ni siquiera el régimen más represivo pudo evitar que los seres humanos encontraran formas de comunicarse y obtener información. Y esto, expresó, se aplica también para la revolución de la información que sacude al planeta. No es posible volverla atrás. Derecho humano clave "Sin embargo", manifestó el presidente sudafricano, "hay una brecha que no será fácilmente zanjada: la división entre países ricos en información y países pobres en información... si a más de la mitad del mundo se le niega el acceso a los medios de comunicación, los pueblos de los países en desarrollo no formarán parte del mundo moderno. En el siglo XXI, la capacidad de acceder a la comunicación será seguramente un derecho humano clave. "Eliminar la distinción entre países ricos en información y pobres en información es también esencial para eliminar las desigualdades económicas y de otro tipo entre el Norte y el Sur, y mejorar la calidad de vida de toda la humanidad..."La realidad actual es que la diferencia tecnológica entre los países desarrollados y en desarrollo se está ampliando. La mayoría del mundo no conoce las ventajas que las comunicaciones de fácil acceso pueden traer a la sociedad y la economía. Dado el impacto de las telecomunicaciones en la sociedad y los inmensos desequilibrios históricos, los temas que tienen que ver con las telecomunicaciones, pueden convertirse en parte del debate público general sobre las políticas de desarrollo. No es posible considerar a las telecomunicaciones como si se trataran de un sector comercial de la economía, que debe quedar librado a las fuerzas del mercado libre." Sudáfrica, expresó, cree que el concepto de "servicio universal" en las telecomunicaciones nacionales debe extenderse al plano internacional. Con la integración a escala mundial de las telecomunicaciones, la obligación de los gobiernos de llevar los servicios a las zonas rurales y más carenciadas de sus países debería aplicarse al mundo en general y los países industrializados deben comprender la necesidad y el derecho democrático de los países más pobres de lograr acceder a la autopista de la información. Superar legado colonial Esta imperiosa cooperación internacional debe dar máxima prioridad a la vinculación de los países vecinos trascendiendo las fronteras y superando así el legado de desarrollo colonial que dejó a muchos de ellos vinculados a sus vecinos a través de Europa. Si se trata de que los países en desarrollo aprovechen realmente la oportunidad de integrarse a la autopista, es necesario un esfuerzo especial para construir recursos humanos y una inversión en gran escala en educación, transferencia de conocimientos, todo lo cual requiere también una mayor cooperación internacional. A muchos países del Tercer Mundo les ha resultado difícil reunir capital para sus operadores de telecomunicaciones existentes y los gobiernos han sido presionados para abrir las puertas a la competencia internacional. Pero, dijo Mandela, hay que tener sumo cuidado con esto, de lo contrario los servicios locales podrían quedar en inferioridad de condiciones para competir con los poderosos operadores internacionales. La solución más creativa sería establecer sociedades de operadores de países en desarrollo con compañías y consorcios internacionales, en las cuales se beneficiaran mutuamente los inversores del Norte y sus socios del Sur. Mayor "amplitud de miras" Otro gran problema para los gobiernos del Sur es cómo crear incentivos para que los operadores de telecomunicaciones ofrezcan servicios no rentables, por ejemplo servicios a las zonas rurales o a sectores urbanos pobres. Algunas tendencias internacionales, más particularmente la que apunta a la liberalización, redujeron el costo de las llamadas internacionales y obligaron a los operadores nacionales a bajar sus tarifas para poder competir, pero a costa de los fondos destinados a las áreas menos rentables. Por lo tanto, a la hora de negociar las tarifas internacionales habría que tomar en cuenta sus efectos sobre los servicios nacionales así como la forma en que se reparten los ingresos, subrayó Mandela. También señaló que tradicionalmente esto se hizo como forma de conseguir una transferencia sustancial de fondos para los países en desarrollo. El presidente de la Comisión de la Unión Europea, Jacques Santer, se dirigió a los jerarcas de la industria de telecomunicaciones reunidos allí rogándoles que "tuvieran mayor amplitud de miras" de sus responsabilidades comerciales, y no se limitaran a buscar tan sólo cómo conseguir mayores ganancias. Ayudar a mejorar la comunicación en todo el mundo y transferir tecnología en el área de las comunicaciones y la información a los países en desarrollo ayudará a difundir la democracia y la libertad, argumentó Santer. Ruggiero: "abuso de poder" Ruggiero exhortó a los representantes de la industria a que presionaran a sus gobiernos para que se esforzaran en concluir las negociaciones multilaterales sobre telecomunicaciones básicas en el marco de la OMC en el plazo previsto de abril de 1966, y lograr la liberalización a través de un acuerdo multilateral que preserve el enfoque no discriminatorio del principio de nación más favorecida. Las negociaciones, expresó, no son sólo para asegurar compromisos de apertura de mercados de la mayor cantidad posible de países, sino también para lograr un contexto regulatorio de las telecomunicaciones. Esto, expresó, incluye salvaguardias sobre los derechos de interconexión y formas de prevenir el abuso de poder del mercado, compromisos que serían indispensables para lograr beneficios plenos de la liberalización. Por su parte, Santer se refirió a la proliferación de nuevos proyectos de fusión, alianzas y joint ventures en Europa en este sector, y dijo que la Comisión de la Comunidad Europea está estudiando cuidadosamente sus decisiones en materia de competencia para asegurarse que no perjudica a las compañías europeas que compiten en el mercado mundial. Pero en lo que tiene que ver con el mercado de la Información Mundial, no ve muchos indicios de que haya "intentos mundiales de coordinar la políticas de competencia". No obstante, este tema debe ser abordado a través de normas básicas, ya que "de lo contrario, los superpoderosos de hoy podrían convertirse en los supermonopolios mundiales de mañana." Libertad para oligopolios Pero las opiniones de Santer y Ruggiero parecieron centrarse en las políticas de competencia para permitir a los abastecedores extranjeros competir en diversos mercados con las empresas nacionales. Aparentemente no tuvieron en cuenta y ni siquiera se percataron de los problemas que enfrentan los países en desarrollo, es decir, las prácticas comerciales restrictivas de poderosos competidores oligopólicos en el mercado mundial y, hasta ahora, la negativa de las principales potencias comerciales a asumir algún tipo de obligación y responsabilidad de que sus trasnacionales, a cuyo nombre negocian en la OMC para obtener acceso a los mercados, no abusen de su poder de mercado. En las reuniones anuales de la UNCTAD acerca del código negociado de Prácticas Restrictivas del Comercio, las discusiones evidenciaron la oposición de los países industriales a dar fuerza al código, que los obligaría a controlar las prácticas comerciales restrictivas de sus empresas en otros mercados exportadores, pero actuando desde su propia sede. (Fuente: SUNS/CR) |