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Patentes Trasnacionales al
asalto
por Chakravarthi Raghavan
Según un estudio reciente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el valor de las plantas medicinales del Sur utilizadas por la industria farmacéutica del Norte es de unos 32.000 millones de dólares al año. Otro estudio ubica en 147.000 millones de dólares -de manera conservadora- el valor de los productos farmacéuticos aún "no descubiertos" elaborados a partir de plantas que se encuentran en los bosques tropicales. El gobierno de Clinton, inclusive, en una carta en la que apremia al Senado de Estados Unidos para que ratifique la Convención sobre la Diversidad Biológica, señaló recientemente que el plasma germinal proveniente del extranjero suma más de 10.000 millones de dólares a la producción anual de maíz y soya de Estados Unidos, que asciende a 28.000 millones. En la mayoría de los casos son las grandes trasnacionales farmacéuticas las que están detrás de las actividades de "bioprospección" y saqueo de la biodiversidad, pero actúan a través de contratos con equipos de investigación universitarios (que tienen mayor facilidad para acceder a los recursos o al conocimiento), o con instituciones privadas establecidas en el propio país. Según RAFI, como los acuerdos bilaterales de prospección genética, aprobados por la Convención sobre la Diversidad Biológica, generalmente funcionan fuera del control de las comunidades de origen, los países y gobiernos que acordaron la realización de la reunión de la Convención sobre la Diversidad Biológica en noviembre en Jakarta, enfrentan una flagrante contradicción. Esta estriba en que la Convención convalida la propiedad intelectual de las empresas sin reconocer ni retribuir las contribuciones de los pueblos rurales del Sur. La única forma de discutir y resolver el tema de los derechos de propiedad intelectual es ubicándolo en el contexto de los derechos de los pueblos indígenas, pero no está claro si la Convención está dispuesta a hacerlo, añade RAFI. La publicación aludida cita algunos casos recientes en los que se utilizaron plantas y conocimientos de las comunidades rurales del Sur para obtener patentes muy rentables en el Norte. Los "hallazgos" de científicos del Norte Los investigadores de la Universidad de Wisconsin, Estados Unidos, obtuvieron dos patentes por una proteína aislada de la Pentadiplandra brazzeana, una baya localizada en Gabón. Esta proteína, que los investigadores llaman brazzeína, es dos mil veces más dulce que el azúcar. A diferencia de otros edulcorantes no azucarados, la brazzeína es una sustancia natural y al ser calentada no pierde su sabor dulce, lo que la torna particularmente valiosa para la industria de productos alimenticios. Esta cualidad de la P. brazzeana es muy conocida en Gabón, y no representa ningún secreto ni un descubrimiento. Localmente la planta es llamada "J'oublie" (Me olvido), una respuesta típica de los niños a sus madres cuando están demasiado ensimismados comiendo la fruta. No sólo la gente sino también los animales disfrutan la dulzura de estas bayas. Al observar que los habitantes y animales de Gabón consumían y apetecían mucho esta fruta, el investigador de la Universidad de Wisconsin Goran Helekant llegó a la conclusión de que "había algo de valor allí", y eso lo atribuye a la "intuición científica". En trabajos de laboratorio se identificó, aisló y produjo una secuencia del código de ADN para la producción de la proteína dulce de la P. brazzeana. Acto seguido, el trabajo se centró en producir organismos transgénicos para producir brazzeína en laboratorios de alta tecnología, eliminando así la necesidad de colectar las bayas o cultivarlas comercialmente en Africa Occidental. La brazzeína ha sido patentada por la Universidad de Wisconsin, que tiene ahora derechos exclusivos sobre la sustancia e intenta conceder licencias a las empresas para su utilización. La Universidad espera así incursionar en el mercado de edulcorantes, que alcanza los 100.000 millones de dólares por año. Pero ni Gabón ni su pueblo ganarán algo u obtendrán algún tipo de beneficio o compensación. RAFI hace referencia a las palabras de un vocero de la Universidad de Wisconsin, para quien la brazzeína es "una invención de un investigador de la Universidad Wisconsin-Madison (..) y Wisconsin no tiene conexión alguna con Gabón". Mucho más que investigación científica RAFI también menciona el caso de la Foundation for Ethnobiology (Fundación para la Etnobiología), con sede en Oxford, Reino Unido, que ha estado recorriendo los trópicos (en el norte de Tailandia, habitado por las tribus indígenas Karen) en busca de plantas medicinales. RAFI sostiene que a pesar de los reiterados esfuerzos por entrevistar a un representante de la Fundación, no obtuvo respuesta a las llamadas telefónicas ni a los faxes y cartas enviadas. Pero las investigaciones realizadas por RAFI a pedido de una ONG tailandesa revelaron que la Fundación mantiene vínculos "con fines de lucro" con la industria farmacéutica. Además, el presidente de la Fundación, Conrad Gorinsky (etnobotánico especializado en el Amazonas), recibió hace poco patentes industriales en la Oficina Europea de Patentes sobre dos componentes medicinales de origen amazónico: Cunaniol y Rupununine . El Cunaniol es un derivado de la conocida planta barbasco (Clibadium sylvestre), una planta altamente tóxica y útil, cultivada por los pueblos indígenas para su uso en venenos para animales. La especie Clibadium tuvo una gran demanda en los países industrializados durante la década de los 50 y los 60, como fuente de elaboración del plaguicida Rotenone. El Rupununine es un derivado de la nuez del árbol Ocotea rodiei, una especie que se encuentra en el estado de Guyana, en Brasil, y que está en peligro de extinción por las actividades madereras. Gorinsky alegó que ambos componentes tenían muchas posibilidades, en especial para su aplicación en el campo de la cardiología, la neurología, la fertilidad y el control de tumores, así como para su uso en lesiones de la piel. Los nombres de los componentes patentados surgen del conocimiento y el lenguaje indígena. Cunaniol deriva de "cunani", el nombre con el que los pueblos indígenas brasileños denominan al C. sylvestre. Rupununine es el nombre de una región del estado de Guyana, al este de Boa Vista, en Brasil. Poco tiempo atrás, Gorinsky inició una joint venture con una empresa canadiense (Greenlight Communications) para producir y vender sus dos componentes patentados, y ahora intenta vender los derechos sobre las plantas amazónicas a gigantes de la industria como Zeneca y Glaxo. A través del proyecto denominado "Riche Monde Initiative for Ethnobiology in Thailand", la Fundación por la Etnobiología busca elaborar un inventario exhaustivo del conocimiento etnobiológico del pueblo Karen. Riche Monde Ltd, que financia el proyecto, es una filial tailandesa de Moet Hennessey Louis Vuitton, fabricante de bienes suntuarios con sede en París y fuerte inversor en el cultivo de plantas y en cosméticos. Maniobra al descubierto Pero el pasado mes de julio, un grupo de ONGs tailandesas, dirigidas por el Proyecto por la Recuperación Ecológica y NorthNet, reclamaron públicamente que se pusiera fin al proyecto. El peso de los argumentos de las ONGs y la subsiguiente cobertura de la prensa, hizo detener el proyecto cuando Riche Monde se retiró por la publicidad hostil. Las ONGs tailandesas descubrieron luego que el proyecto nunca fue sometido a la aprobación del Consejo Nacional de Ciencia de Tailandia, y entre los grupos que según la Fundación por la Etnobiología habían sido "consultados" figuraban algunos como NorthNet y otras personalidades que se oponían al proyecto. Algunas de las "personas consultadas" negaron haber hablado alguna vez con representantes de la Fundación. Mientras que los investigadores de la Fundación adujeron que sus actividades eran de tipo académico y que no había ningún tipo de interés comercial, las ONGs tailandesas denunciaron que la Fundación había propuesto a los integrantes de la tribu Karen firmar contratos autorizando a los investigadores a acceder a todos los "conocimientos ambientales" del grupo. Pfizer: derechos exclusivos sobre la biodiversidad ecuatoriana RAFI informó de otro caso, en Ecuador, en el que la trasnacional farmacéutica estadounidense Pfizer acaba de hacer una propuesta de bioprospección que le daría derechos exclusivos para patentar gran parte de la biodiversidad de Ecuador, con un "aliciente" para Ecuador bajo lo que RAFI califica como "regalías ínfimas y mal distribuidas". La empresa estadounidense, que registra ventas anuales de casi 7.500 millones de dólares, cuenta con socios locales -la Fundación Trópica 2000, y la fundación Jatun Sacha, de Ecuador- para comprar 100 hectáreas de tierra en cada una de las tres regiones más ricas: la costa del Pacífico, la región andina y las cuencas amazónicas de Ecuador, y para hacer un inventario minucioso y tomar muestras de las especies de plantas encontradas en cada zona. Las muestras de cada planta, que según estimaciones conservadoras tienen 9.000 extractos cada una, serán enviadas a Pfizer para su uso exclusivo en el desarrollo de productos médicos y veterinarios. La oferta de inversión para adquirir el control sobre las muestras es de un millón de dólares. En el largo plazo, el laboratorio pagaría a la Fundación Trópica 2000 una regalía de 1% a 2% de las ventas netas. El acuerdo ignora las leyes de Ecuador que prohíben a las organizaciones privadas negociar tasas de regalías sobre recursos fitogenéticos, que en el país son considerados un "bien público". La oferta de pago de un millón de dólares se refiere exclusivamente a la colecta de plantas y el objetivo proclamado de "protección a largo plazo del hábitat" se limita a las tres zonas de colecta e incluye guardias forestales, presumiblemente para mantener apartada a la gente. El proyecto también contempla -durante el período de duración del mismo- el pago del salario a un funcionario gubernamental para "monitorear y supervisar" la recolección de muestras, un método que abre interrogantes sobre el conflicto de intereses y la independencia de la supervisión gubernamental. La Fundación Trópica 2000 está encabezada por un exportador profesional de plantas exóticas, mientras que la Fundación Jatun Sacha es dirigida por David Neil, un ciudadano estadounidense que ha cooperado con compañías petroleras para recolectar muestras de plantas a lo largo de las líneas sísmicas altamente destructivas abiertas por el proyecto de exploración de petróleo. Jatun Sacha también dirige el Herbarium Nacional Ecuatoriano, citado en la propuesta de Pfizer como una entidad gubernamental "separada", que brinda apoyo al proyecto. Neil también trabaja para el Jardín Botánico de Missouri. La propuesta de Pfizer despertó fuerte oposición entre las ONGs, los académicos y varios funcionarios gubernamentales de Ecuador. Sin embargo, algunas fuentes sostienen que Pfizer ha cabildeado ante el gobierno ecuatoriano para obtener la aprobación del proyecto. Videos, soldados y botánicos En otro proyecto, dos compañías estadounidenses presentaron una propuesta para poner a trabajar a un grupo de pueblos indígenas ecuatorianos en la búsqueda del conocimiento autóctono sobre plantas, y registrarlo en un video para la audiencia estadounidense. Loren Miller, de la International Plant Medicine Corporation y la empresa de cine Producciones Bryan, ambos de California, Estados Unidos, propusieron utilizar helicópteros militares para transportar por aire soldados, un equipo de filmación y botánicos, hasta las remotas aldeas Tagaeri, del Amazonas ecuatoriano. Miller y Bryant afirman que quieren "mostrar cómo los Tagaeri entran en contacto con un grupo de hombres blancos acompañados de soldados, helicópteros ecuatorianos y miembros del pueblo Huaorani, para que puedan explicar a los botánicos qué plantas usan como medicinas". Los Tagaeri, un pequeño subgrupo del pueblo Huaorani, no han tenido contacto alguno con el exterior. Varios años atrás, cuando las compañías petroleras llegaron a la región, los tagaeri prefirieron evitar la influencia occidental sobre su cultura y crearon asentamientos aislados del exterior. La propuesta Miller-Bryant provocó una firme respuesta del COICA (Coordinadora de las Organizaciones de Indígenas de la Cuenca Amazónica), que solicitó al presidente de Ecuador que detuviera el proyecto. El COICA dijo que "Bryant y Miller proponen integrar a los tagaeri a la 'civilización' comprándolos. Seguramente, el beneficio es que se convertirán en una curiosidad para los turistas. Y peor aún (...) proponen apropiarse del conocimiento ancestral que estos pueblos tienen sobre las plantas medicinales (...) El derecho a no entrar en contacto con nadie y a la intimidad personal o de grupo es un derecho humano básico que nadie puede violar impunemente." (Fuente: SUNS)
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