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Estados Unidos Científicos objetan la liberación de productos de bio-tecnología
por Beth Burrows (*)
La declaración de los científicos de la EPA fue divulgada a fines de setiembre, un mes antes de la reunión de la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Diversidad Biológica, a realizarse en Jakarta, la cual debía decidir sobre un protocolo de bioseguridad legalmente obligatorio. Actuando a través de PEER (Public Employees for Environmental Responsability), los científicos dieron a conocer sus denuncias con la esperanza de que el hecho poco habitual de hacer público un informe crítico de su propio organismo hiciera que la EPA reconsiderara la prematura liberación comercial de bacterias genéticamente manipuladas. PEER es una asociación de directores de recursos, científicos, biólogos y otras autoridades de gobierno que "otorga a profesionales comprometidos con la gestión ecológicamente responsable un respaldo de credibilidad para expresar sus preocupaciones". El director ejecutivo de PEER, Jeff DeBonis, señala que los autores del informe "Genetic Genie" "son profesionales comprometidos que quieren meramente comunicar que deben hacerse más investigaciones antes de introducir microorganismos genéticamente manipulados a escala comercial en el medio ambiente". "Creen", agrega DeBonis, "que la EPA no está actualmente preparado para realizar esta tarea, que le atribuye la ley, de efectuar en forma competente un análisis de riesgo previo a aprobar la liberación de nuevas formas de vida". DeBonis explica que los autores "permanecen anónimos" a efectos de evitar represalias evitables que la EPA podría tomar contra ellos. Entre los organismos federales, la EPA es uno de los menos tolerantes al desacuerdo interno, incluso en cuestiones meramente científicas. A propósito, se ha concluido reiteradamente (en litigios ante el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos y el Consejo de Protección al Sistema de Méritos) que la EPA viola leyes de Estados Unidos de protección a los denunciantes y toma represalias contra sus propios científicos. La bacteria manipulada El informe distribuido por el PEER es altamente crítico con respecto a una decisión inminente de la EPA de liberar el Rizobio melilot RMBPC-2 genéticamente manipulado. El informe advierte: "actualmente la EPA carece de un proceso apto para evaluar los riesgos que estos organismos pueden acarrear para la salud humana y los ecosistemas norteamericanos. Pero la EPA propone apartarse de sus atribuciones para regular clases enteras de criaturas genéticamente manipuladas". La alarma sobre los procedimientos científicos de la EPA surge en el momento de mayor preocupación ambiental mundial sobre la falta de información acerca de los impactos ambientales de los organismos genéticamente manipulados La mayoría de delegados en la reunión de expertos de la ONU en Madrid, celebrada durante el mes de julio pasado, instó a un protocolo mundial judicialmente obligatorio para que reglamente la liberación y la transferencia de organismos genéticamente manipulados. El grupo de Madrid hizo referencia a "significativos vacíos de conocimiento (...) específicamente en el campo de la interacción entre (...) (organismos genéticamente manipulados) (...) resultantes de la biotecnología moderna y el medio ambiente". Los peligros para la salud humana Los científicos denunciantes de la EPA señalan que las bacterias manipuladas sobre las que están advirtiendo contienen genes tomados de diversas fuentes, incluido un gene del patógeno Shigella Flexneri, que causa disentería y gastroenteritis infantil a los seres humanos. El gene Shigella, utilizado como "indicador" para ayudar a los científicos a distinguir una bacteria de otra, tiene consigo resistencia a los antibióticos usados comúnmente. Otros países, como el Reino Unido, tratan de evitar en sus investigaciones el uso de indicadores resistentes a antibióticos a efectos de evitar los riesgos que puedan conferir a nuevas especies resistencia a antibióticos. Durante los últimos años muchos medicamentos han perdido eficacia en el tratamiento de enfermedades debido al aumento de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. Según los funcionarios de la EPA que redactaron el informe, entre los riesgos para la salud humana el organismo para el que trabajan no ha evaluado: * la resistencia potencial a antibióticos transferida a otros patógenos, y la consiguiente creación de "enfermedades resistentes a medicamentos en humanos, animales de cría, fauna y flora"; * la toxicidad potencial para seres humanos de tocar, comer o inhalar los microorganismos recién liberados. Riesgos ambientales Los científicos también resaltan peligros ambientales significativos para los cuales la EPA posee datos inadecuados, entre ellos: * medida del potencial de "efecto Frankenstein", es decir lo que ocurre si las plantas silvestres son colonizadas por la nueva bacteria, surgen nuevos problemas graves que no pueden ser erradicados, * medida del riesgo de pérdida de especies de plantas en riesgo y otras plantas silvestres debido a la competencia de especies de malezas que se generen; * medida de los cambios en la ecología del suelo y fertilidad arriesgada cuando están presentes las nuevas bacterias. El Rizobio en cuestión fue creado como inoculante del suelo, para aumentar la producción de alfalfa y otras legumbres. Sin embargo, el informe científico indica que la efectividad del Rizobio "es cuestionable" y, si resulta no ser efectivo, " ...podría reducir en forma permanente la producción de los cultivos de la tierra en la que se aplica". Además, el informe de los científicos manifiesta: "si se multiplica y extiende -como tienen tendencia a hacer los organismos vivos- también podría reducir la producción de los cultivos de las tierras vecinas". La trágica ironía revelada por "Genetic Genie" es que la eficacia de la nueva bacteria "ni siquiera fue considerada en un análisis de riesgo-beneficio conducido por la EPA". Según el informe, "la EPA solamente observó el mercado potencial del producto en el momento en que calculó las ramificaciones económicas de su aprobación". Los científicos se preguntan por qué habría de engendrarse un riesgo por un producto que tal vez ni siquiera funcione. ¿Antes o después? Durante el pasado mes de julio, Elaine Inghan, ecologista del suelo de la Universidad del Estado de Oregon, en un documento redactado para la reunión de expertos en bioseguridad de Madrid, expresaba: "Cuando se hace todo y se dice todo, la pregunta de quién cubre el costo de un producto que desemboca en devastación y catástrofe se convierte en una opción entre alternativas: ¿evitamos el daño y la catástrofe exigiendo una adecuada investigación antes de liberar el producto, o pagamos a los sobrevivientes después de haber ocasionado los daños?" En el documento titulado "Reglamentación de la Bioseguridad: ¿Por qué la necesitamos?" Inghan, al igual que los científicos de la EPA, llamaba a una ciencia competente, no a condenar una nueva tecnología. Inghan tuvo un estudiante, Michael Holmes, cuya tesis de graduación versaba sobre otro microorganismo genéticamente manipulado: el Klebsiella plantícola. El Klebsiella fue manipulado para producir etanol de residuos de cultivo pero tuvo efectos secundarios desafortunados e inesperados: todas las plantas de trigo plantadas en el suelo donde estaba presente murieron. Además, la cantidad de micorriza en esos suelos se redujo gravemente. La micorriza está constituida por hongos que son absolutamente esenciales para el crecimiento vegetal. Ayudan a las plantas a tomar los nutrientes. Los suelos sin esos hongos son esencialmente suelos donde nada puede crecer. Las pruebas realizadas por Holmes e Inghan para estudiar los efectos de microorganismos recién introducidos sobre el suelo no forman parte del régimen habitual de pruebas de la EPA. Fuente: Red del Tercer Mundo |